Martes
31 de enero de 2012
NAUFRAGIO
EUROPEO
Escribe
ESTEBAN
VALENTI (*)
Fuente:
UyPress
27 de
enero de 2012.
.
(*)ESTEBAN VALENTI nació
en Italia en 1948, ese mismo año emigra con su familia a Argentina. En. 1961 se
radica en Uruguay. evalenti@tips.org.uy , es
periodista,comunicador. Coordinador de Bitácora, publicación semanal del diario
La República, Montevideo. Dirige Agencia de Noticias UYPRESS. Escritor. Tiene
en su haber varios libros exitosos sobre la realidad nacional. http://blogs.montevideo.com.uy/navegaciones .
.
No
tengo la menor idea de si las tragedias pueden sintetizar una época o es pura
casualidad, pero el naufragio del Costa Concordia es una escenificación
perfecta de una época, de un continente, de ciertos seres humanos y sus
miserias.
Una
nave de ultra lujo, 114 mil toneladas de piscinas, salones de baile,
ascensores, restaurantes y enormes cocinas, equipado con las más modernas
tecnologías de navegación se estrella en una noche de juerga contra una
antiquísima roca encallada a pocos metros de una islita frente al Argentario.
Hasta el nombre parece elegido.
Tres
mil europeos en pleno invierno y en la plena crisis se toman el buque para
visitar algunos puertos del Mediterráneo comandados por un capitán cobarde,
inútil y miserable hasta la vergüenza, no pueden dejar de evocarnos la otra
realidad, la del continente a la deriva, sin liderazgo y sin puerto.
El
Costa Concordia, 11 veces más pesado que el Graff Spee y el doble del Titanic
(para tener una simple proporción); la orquesta del mismo Titanic tocando en la
helada noche mientras el “inhundible” paquebote de su majestad se frota contra
un iceberg, se sumerge en su primer viaje y arrastra a más de 1500 vidas a las
profundidades del océano. Ahora en Europa las víctimas son millones de ahogados
por la crisis, de esos que ahora solo podrán jubilarse a los 67 años pero no
logran trabajar a los 30, ni a los 40 años. Chocaron contra el escollo y no ven
barcos de salvamento en el horizonte y los capitanes saltaron a tierra firme.
La de ellos.
La
gigantesca y desnuda ballena acostada a pocos metros de un faro, de un puerto
que ha sido recorrido, conocido, cartografiado, señalado durante miles de años
por los navegantes y que un idiota con cara de más idiota, al que cualquiera
con un mínimo sentido de responsabilidad no lo dejaría navegar ni la bañera de
su casa, la estrelló, la encalló, se cayó en un bote salvavidas, llamó por
teléfono e hizo el ridículo universal a costa de 13 muertos y 23 desaparecidos.
Gigantesco
mamífero marino que reflotarán al módico costo de 400 millones de euros. Nada,
si se considera que otros monstruosos devoradores, como los bancos, se comieron
en un año casi 400 mil millones de euros. Mil veces más. La diferencia es que
no hay un comandante estúpido y cobarde al que echarle la culpa. No hay ni
siquiera el consuelo de Lehman Brothers. El naufragio del 2008 tenía nombre el
del 2011-2012 lo llamarán Costa Concordia.
La
farsa no termina allí. A la conversación dramática entre el comandante del
puerto de Livorno y el desertor Francesco Schettino exigiéndole que volviera al
bordo para ayudar a los pasajeros en la evacuación de la nave, le pusieron
música y se ha transformado en un notable éxito en YouTube.
En
estos momentos los guionistas de Hollywood deben estar trabajando febrilmente
para hacer varias películas sobre el naufragio. Últimamente este rubro del
espectáculo se había quedado corto de argumentos. La única duda es quién
interpretará el papel de Schettino.
El
continente europeo se hunde – y lo decimos con dolor, no sólo por humanidad
sino porque de allí vinimos unos cuantos y no precisamente en el Costa
Concordia - pero el circo sigue
funcionando a todo vapor, hacia los escollos de la Isla del Giglio. Otra
ironía, “el giglio” es la flor de lis,
del lirio, símbolo heráldico de los Luises franceses y de Florencia pero sobre
todo, en el sentido figurado es cosa o persona purísima. Y en todo este
episodio, de puro no hay nada. La flor de lis simboliza además el árbol de la
vida...
La
Torre del Sarraceno o las ruinas de la imponente Villa Rimana nunca se
imaginaron que tantas cosas naufragarían todas juntas a pocos metros de sus
muros en esa pequeña islita del Mediterráneo.
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UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias
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