Miércoles 25 de enero de 2012
EL PRECIO DE LA DEMOCRACIA
Escribe
DAVID
BROOKS (*)
Fuente:
“La Jornada” Mx
24 de
enero de 2012
.
(*)
DAVID BROOKS
(Toronto, 11 de agosto de 1961), periodista canadiense-estadounidense
especializado en política. Columnista del New York Times y PBS, NYT entre otras Agencias.. Ha sido redactor jefe del Weekly Standard y
colaborador en Newsweek y Atlantic .Corresponsal en Estados Unidos
de “La Jornada” de México. Entre varios otros medios Autor del bestseller “The
Social Animal” (“El animal social”)
.
Bienvenidos
al país de un dólar, un voto, como afirma una de las pancartas de los que
protestan contra la compra de la democracia por las empresas y de los más
ricos. Al arrancar el año electoral en Estados Unidos hay un olor verde muy
particular: aquí el proceso democrático apesta a dinero.
Una
muestra reciente de este aroma: el debate hace un par de días en CNN entre
precandidatos republicanos fue patrocinado por American Petroleum Institute, la
asociación de las empresas petroleras estadunidenses: Barack Obama anunció que
aceptará la nominación de su partido en un estadio que lleva el nombre del Bank
of America; el precandidato Mitt Romney tiene millones de su fortuna en un
paraíso fiscal para evadir contribuir al tesoro público de su país; un fallo de
la Suprema Corte ha desatado lo que un analista llamó un tsunami de dinero
privado en el proceso electoral.
Se
pronostica que ésta será la elección más cara en la historia de la humanidad,
tal vez superior a los mil millones de dólares. Pero esta ronda democrática
tiene algo nuevo que explícitamente comprueba que las elecciones aquí se tratan
más de dólares que de votos. Hace justo dos años, la Suprema Corte de Estados
Unidos emitió un fallo en el caso Citizens United en el cual otorgó a empresas
y a ricos el derecho a invertir montos ilimitados para influir en el proceso
electoral, al determinar que las empresas son personas y por lo tanto gozan del
derecho individual a la libre expresión. Aunque se mantienen límites estrictos
sobre cuánto se puede donar a las campañas de candidatos individuales, no hay
límite sobre gastos para promover o atacar a otros aspirantes, siempre y cuando
no se haga en coordinación con una campaña especifica.
Los
efectos de este fallo se vieron de inmediato en las elecciones legislativas y
estatales de 2010, cuando al amparo de ese fallo de la Suprema Corte
aparecieron nuevas entidades legales llamadas supercomités de acción política
(Súper PAC), por donde se canalizan esos fondos sin límite, sobre todo en
publicidad política. Según la Fundación Sunlight, los Súper PAC gastaron un
total de 455 millones de dólares, de los cuales nunca se ha divulgado el origen
de 126 millones, porque el Congreso no ha promovido una ley que obligue a
reportar el origen de este tipo de contribuciones a los Súper PAC.
En el
ciclo electoral presidencial de 2012 se espera que estos montos sean mucho
mayores. Los Súper PAC ya han gastado hasta la fecha casi 30 millones de
dólares (la elección es en noviembre).
El
Sunlight, centro de investigaciones no partidista dedicado a dar seguimiento a
este asunto, realizó una investigación de quiénes son los principales donantes
de los procesos electorales federales a través de sus aportaciones a campañas,
partidos, PAC y otros grupos. En 2010 descubrieron que poco menos de 27 mil
individuos, un grupo muy reducido, contribuyeron cada uno con 10 mil dólares
como mínimo, para un total de 774 millones de dólares. Cuando se trata de
política, éstos son el 1 por ciento del 1 por ciento, afirma Sunlight.
“Creo
que lo que uno ve en el sistema de financiamiento político es el acceso
desigual y sin precedente de los ricos e influyentes a los que toman las
decisiones en el gobierno. Son los que hacen las grandes contribuciones a las
campañas… Ellos determinan quién se postula para los puestos y quién gana, qué
hace el Congreso”, afirma Ellen Miller, de la Fundación Sunlight, en entrevista
con Bill Moyers en su programa Moyers & Company.
Los
ejecutivos e inversionistas que conforman este 1 por ciento del 1 por ciento en
el financiamiento de la política están ligados con un número reducido de
empresas. En 2010, de las 10 principales compañías, seis eran del sector
financiero, encabezadas por ejecutivos de Goldman Sachs, seguidos por otros de
Citigroup. Otras empresas cuyos empleados forman parte de este grupo de
donantes son Microsoft, RJ Reynolds Tobacco, American International Group y
Bear Stearns.
Esta
compra del proceso político por medio de recursos para cabildear, contribuir a
campañas y las guerras de propaganda política en los grandes medios por
empresas, ejecutivos, abogados y cabilderos de los sectores más ricos de este
país siempre ha existido, pero se ha vuelto aún más marcada y hasta explícita
en las últimas décadas, y con el fallo de la Suprema Corte en 2010 ahora llega
a niveles obscenos. Hasta el ex director de la oficina del presupuesto federal
de Ronald Reagan, David Stockman, alerta que hoy día en Estados Unidos no
tenemos ni capitalismo ni democracia. Tenemos un capitalismo clientelista.
La población
repudia todo esto. Varias encuestas han registrado que la mayoría de ciudadanos
opina que el gobierno federal no representa sus intereses ni comparte sus
preocupaciones, y que hay demasiado dinero privado en las elecciones. Hay
protestas por todo el país sobre este asunto, las cuales se han multiplicado
durante los últimos meses mediante el movimiento Ocupa Wall Street, que repudia
lo que llama el secuestro de la democracia por el 1 por ciento, y en sus
manifestaciones se burla de un sistema con pancartas como no tengo con qué
contratar a un cabildero, sólo tengo esta pancarta.
"No toques la bola que no veo a Obama.." |
Es
cierto que nada de esto es nuevo. Tenemos el mejor Congreso que el dinero puede
comprar, afirmó el humorista Will Rogers hace más de 70 años. El músico Frank
Zappa afirmó hace un par de décadas que la política es la rama de
entretenimiento de la industria. El cómico George Carlin tal vez resumió todo
al afirmar que “los dueños de este país conocen la verdad: se llama el sueño
americano porque uno tiene que estar dormido para creérselo”.
Pero
quizás esta vez, por ser ahora tan extremo y obsceno, habrá un despertar;
mientras tanto, por ahora hay una pausa en esta democracia mientras se ofrece
otro mensaje más de sus patrocinadores empresariales. Como afirma el dicho
básico para todo periodista, detective y cualquiera que desea descubrir los
misterios del poder: follow the money.
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