martes, 14 de febrero de 2012

ANTES Y AHORA DE LO QUE SE TRATA ES DE FRENAR A LAS POTENCIAS INTERVENCIONISTAS Y DE EXIGIR EL RESPETO A LA CARTA DE LA ONU


Miercoles 15 de febrero de 2012

ONU: LOS QUE VETAN
Y LOS QUE OBEDECEN

Escribe
JORGE
GÓMEZ BARATA (*)
Fuente:
ARGENPRESS.info
14 de febrero de2012
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(*) JORGE GÓMEZ BARATA- Profesor, escritor, historiador, investigador y periodista cubano- Vive en La Habana- autor de numerosos estudios sobre EEUU.  Especializado en temas de política internacional. Colaborador habitual en los principales medios de prensa, latinoamericanos y extranjeros. Hadicho que “En todas las esferas del saber y de la práctica social, incluyendo la economía, la verdad es siempre sencilla, ...”
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Los integrantes de la Asamblea General de la ONU son casi doscientos mientras los miembros permanentes del Consejo de Seguridad suman cinco. El hecho de que el Consejo tenga el doble de miembros rotativos que permanentes (5 / 10) y que para adoptar acuerdos se requieran 9 votos de 15 ofrece la oportunidad aritmética de impedir que el veto sea el protagonista en todas las decisiones sustanciales. Para ello no hace falta reformar la ONU.

LA MALA MEMORIA
El 27 de junio de 1950 el Consejo de Seguridad adoptó la Resolución 83 que condenó a Corea del Norte y facilitó la intervención norteamericana bajo la bandera de la ONU. Entonces la Unión Soviética aliada de Corea del Norte que pudo haber usado el veto y paralizado la agresión, estuvo ausente. No obstante la Resolución fue adoptada y se desató la guerra.

Poco después, al reincorporarse a las sesiones del Consejo de Seguridad, la Unión Soviética reclamó que la decisión adoptada era ilegal debido a que se incumplió lo establecido por la Carta de la ONU acerca de que para ese tipo de acuerdo se requería el voto afirmativo de los cinco miembros permanentes.

Para enfrentar a la Unión Soviética que con su veto paralizaba las acciones del Consejo respecto a Corea y a otros asuntos, el 3 de noviembre de 1950, Estados Unidos acudió a la Asamblea General donde, mediante el control de la “mayoría mecánica” hizo aprobar la Resolución 377: “Unidos por la Paz”.

Aquella Resolución que habilitó a la Asamblea General para anular el veto cuando en una situación que amenaza la paz el Consejo de Seguridad fuera paralizado por un miembro permanente fue usada en 1956 durante la invasión anglo-francesa-israelí a Egipto que involucraba dos estados con derecho a veto y a su amparo, en una de las raras coyunturas de la Guerra Fría en la cual Estados Unidos y la Unión Soviética actuaron de mutuo acuerdo, se desplegó una Fuerza de Emergencia de Naciones Unidas y se neutralizó la agresión.

Aquel mismo año (1956) cuando la Unión Soviética intervino en Hungría se le amenazó con invocar la Resolución, cosa que ocurrió en otras 10 oportunidades, una de ellas en 1981 ocasión en que el mecanismo se aplicó a la cuestión de Namibia cuya ocupación por Sudáfrica fue declarada ilegal. Por primera vez la Asamblea General adoptó sanciones vinculantes contra un Estado.

Tal vez porque la Resolución “Unidos por la Paz” se convirtió en un recurso contra hegemónico y en un peligroso bumerán, los Cinco Grandes dejaron de mencionarlo. De cualquier manera, el veto no es irreversible y ante la arbitrariedad, la voluntad de la comunidad internacional puede prevalecer.

LIBIA SIRIA Y OTROS PELIGROS
 Aunque no se descarta que de buena fe y circunstancialmente países tercermundistas coincidan con los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, lo cierto es que las grandes potencias disponen no sólo del veto, sino también de la hegemonía. La buena noticia es que el cipayismo no es un mal incurable.

El Consejo de Seguridad que aprobó la Resolución 1973 legitimadora de la agresión a Libia estuvo integrado además de por: Estados Unidos, China, Rusia, Gran Bretaña y Francia (miembros permanentes con potestad de veto), por: Líbano, Alemania, Brasil, India, Bosnia-Herzegovina, Colombia, Gabón, Nigeria, Portugal y Sudáfrica.

A favor de la Resolución votaron tres miembros permanentes: Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia mientras Rusia y China se abstuvieron. En esa oportunidad, ni siquiera la OTAN estuvo unida pues Alemania se abstuvo. La agresión a Libia fue posible no sólo porque Rusia y China no vetaron, sino porque los miembros permanentes interesados fueron secundados por cinco países del Tercer Mundo: Gabón, Nigeria, Sudáfrica, Líbano y Colombia además de Bosnia-Herzegovina y Portugal.

En el caso de Siria, la reciente Resolución mediante la cual se pretendió abrir paso a una eventual aplicación de la receta libia, fue auspiciada por la Liga Árabe (ninguno de cuyos miembros es un país democrático) y presentada por un miembro no permanente: Marruecos, una monarquía antediluviana, colonialista y brutalmente represiva, universalmente condenada por la ocupación del Sahara y contó con el voto favorable de los 10 miembros no permanentes, entre ellos siete del Tercer Mundo.

Nadie pidió a los miembros no permanentes del Consejo de Seguridad, especialmente a los países del Tercer Mundo eternamente amenazados por las grandes potencias, que respaldaran a Gaddafi, como tampoco se les pide que defiendan al régimen del Assad en Siria. Antes y ahora de lo que se trata es de frenar a las potencias intervencionistas y de exigir el respeto a la Carta de la ONU que no hace excepciones en materias como: igualdad soberana de los estados y soberanía nacional.

Cuando en 1945 se creó la ONU, los Tres Grandes: Roosevelt, Stalin y Churchill impusieron el veto y los latinoamericanos el respeto a la soberanía nacional y la no injerencia. Luego les cuento. Allá nos vemos.

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