martes, 28 de febrero de 2012

CASI MEDIO MILLÓN DE URUGUAYOS VIVEN HOY MAL, TIENEN PROBLEMAS DE VIVIENDA, DE CONDICIONES MÍNIMAS PARA UNA VIDA DIGNA PARA ELLOS Y SUS FAMILIAS.


Miercoles 29 de febrero de 2012

¿CUÁNTO TIEMPO PASARÁ?

Escribe
ESTEBAN 
VALENTI (*)
UyPress - 
Agencia U. de Noticias
24 de febrero de 2012
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(*) ESTEBN VALENTI nació en Italia en 1948, ese mismo año emigra con su familia a Argentina. En. 1961 se radica en Uruguay.   , es periodista, comunicador.  Coordinador de Bitácora, publicación semanal del diario La República, Montevideo. Dirige Agencia de Noticias UYPRESS. Escritor. Tiene en su haber varios libros exitosos sobre la realidad nacional.    
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 En cifras, pasamos de un millón cien mil pobres a 480 mil y dentro de estas cifras pasamos de 140 mil indigentes a 30 mil. En sólo 7 años es un cambio muy importante y no es el resultado del desborde de la riqueza que se distribuye por la sociedad., sino de una estrategia.

Casi medio millón de uruguayos viven hoy mal, tienen problemas de vivienda, de condiciones mínimas para una vida digna para ellos y sus familias. Y se ve, se nota esa fractura, porque Montevideo y el Interior son estructuras urbanas que no esconden, no maquillan. Convivimos en las calles, las plazas, las playas, el transporte.

La izquierda no quiere y hará todo lo posible para evitar que se maquille esa realidad, queremos integrar en serio a todos los uruguayos. Miremos hacia atrás.

En el año 2004 la economía uruguaya rebotó en el fondo de la crisis y comenzó a subir, creció un 8%, pero ese mismo año aumentaron en 50 mil los pobres y sobre todo en indigentes. La pobreza en Uruguay tuvo y tiene una característica: su crecimiento explosivo en los años 1998-2004 determinó que el 60% de los menores de 18 años fueran pobres en el año 2004. Era y es una pobreza infantil, adolescente y joven.

El crecimiento del país ha sido en estos últimos 8 años explosivo, con tasas desconocidas, con un aumento – a partir del gobierno del FA – de los salarios, las jubilaciones, los ingresos familiares muy importantes y sobre todo con planes sociales, como el de Emergencia, los aumentos de las asignaciones familiares, la reforma de la salud que impactaron en forma rápida en la pobreza. En sus estadísticas, en sus consumos, en su salud infantil, materna, etc. Pero lo que no hemos logrado es un fuerte impacto cultural y educativo.

Incluso el índice Gini que mide la distribución de la riqueza mejoró en todos estos años, cosa que en general y cuando se trata de países con un crecimiento vertiginoso, no sucede, pues cada sector social pesca en el caldera de la economía con sus diversos cucharones, que son de muy diferente tamaño. La izquierda se siente insatisfecha con esa redistribución de la riqueza. Y hace muy bien.

El problema de fondo, es donde está hoy la clave para atacar ese núcleo duro de la pobreza y la miseria que convive con una sociedad cada día más prospera. Si esa fractura sepulta, ancla a medio millón o algunos cientos de miles de compatriotas del otro lado del mostrador de la vida, como comensales hambrientos de un banquete del que no forman parte, con rencores, odios y expectativas que las ven lejos, muy lejos de sus posibilidades, de su cotidianidad y de su futuro, la situación se agravará en muchos sentidos.

Uruguay fue el país de toda América Latina que vivió los cambios sociales más importantes de los últimos cinco años en materia de reducción de la pobreza, de la indigencia, de aumento del trabajo. Pero los países no se comparan sólo con la región, sino con ellos mismos, con su propia memoria social y cultural.

Hay un Uruguay que no es ni el viejo ni el nuevo Uruguay. Es otro Uruguay. Lo es en la persistencia de realidades habitacionales muy miserables, en la convivencia cotidiana con la violencia, el tráfico menudo de drogas, el delito, el ensanchamiento de la zanja que los divide del resto de la sociedad y la falta de esperanzas en un futuro mejor.

En esas zonas geográficas conviven y se disputan fuerzas contradictorias y potentes, en especial a nivel de los jóvenes. Una que los convoca a integrarse a través del estudio, del empleo, de otro conjunto de posibilidades al resto de la sociedad y otra que los resigna y les marca un camino de exclusión, de marginación, de exclusión contra la que hay pocas vías de escape. El delito, las drogas.

Puede sonar a una simplificación, pero es la realidad en la que viven y conviven decenas de miles de familias o de no-familias que están en la marginación y en diversos niveles de pobreza. Sólo el crecimiento de la economía y de la riqueza del resto de la sociedad y un supuesto derrame nunca resolverá ese problema. Hay problemas que no se arreglan con plata, o solo y principalmente con plata, sino con estrategias muy complejas e integrales.

La conexión entre esos dos mundos, esas dos realidades son múltiples, es la televisión, son los escaparates, el consumo posible o imposible y las armas de que dispone la mayoría de la sociedad, el Estado para convencer, para atraer, para modificar a su favor esas tensiones, se han debilitado.

La primera de todos, la educación pública. Es el arma más importante que disponemos para que podamos aplicar una política social integral en los sectores más necesitados y más vulnerables. Y mientras perdemos el tiempo, o lo gastamos en un interminable debate se consolidan y avanzan los peores procesos.

La atención a la salud, ha mejorado notoriamente, sobre todo la cobertura a madres, niños y adolescentes. Y esa sigue siendo un arma muy poderosa.

La organización de la sociedad civil no debemos despreciarla, no todo es mercado o estado, ese es un repliegue cultural de la izquierda imperdonable. Tenemos que favorecer, aprender, promover la participación de la sociedad civil en las soluciones de los problemas sociales. Las sociedades son un factor fundamental para curarse a si mismas.

Para integrar, la herramienta esencial sigue siendo el trabajo, una sociedad que consolida el asistencialismo, vive en peligro, hace de la fractura una estructura permanente y subvencionada. Y para ello hace falta una acción de todo el mundo del trabajo, los trabajadores, los sindicatos, los empresarios, y naturalmente el estado.

Otro elemento clave es la vivienda. Es un escalón superior de una política de estado hacia los sectores pobres y marginados. Hoy lo más caro para una familia es su vivienda y la barrera que los separa muchas veces de hundirse es una vivienda digna. Era muy justa la prioridad que el FA le dio al tema en la campaña electoral, los resultados están muy lejos de lo necesario y de lo esperado. Vivienda y familia son dos conceptos casi indivisibles, histórica y concretamente.

La política carcelaria es hoy parte de las políticas sociales. Cuando hay más de diez mil presos, y seguramente habrá en los próximos años una cifra todavía mayor, y cuando la pirámide de edades en las cárceles es la inversa de la sociedad uruguaya, con una alta proporción de jóvenes, es necesario integrar la diversificación de las cárceles, de los regímenes de detención, de atención y de posterior integración a la vida en libertad como parte de las políticas sociales. Ya no es una excepción, es parte de un ciclo. El INAU mismo debe concebirse mucho más en esa óptica, en particular en el segmento de los menores infractores y detenidos.

La lucha contra ciertas drogas, que a niveles diversos constituyen un combustible fundamental de las peores tensiones de la sociedad uruguaya, en especial la pasta base, deben ser consideradas como un tema policial, pero desde la justicia, la legislación y el gobierno tienen que formar parte de la estrategia contra la fractura social y por la integración.

Los medios de comunicación, voluntariamente, discutiendo en serio su responsabilidad social, tanto los públicos como los privados, deberían integrarse a esa estrategia. Si se puede en el mal sentido, se puede también en el otro. Lo peor es hacerse los desentendidos y los que retratan imparcialmente la sociedad, cuando en realidad también se están retratando a si mismos.

La academia, es decir los investigadores sociales en su combinación imprescindible con la política, con la acción de gobierno y del conjunto de la sociedad, son parte fundamental para acciones a corto, mediano y largo plazo para ganar esta batalla. Para construir esas políticas.

La inseguridad, es un problema grave e importante, pero es un síntoma, es parte de un problema más profundo que afectará la convivencia de los uruguayos en muchos aspectos, que nos cambiará a todos, para peor: la desintegración social de una parte importante de los uruguayos.

¿Cuánto tiempo será necesario para que conjuguemos todas esas fuerzas, las más potentes que tiene una sociedad para una nueva y más profunda etapa de integración social de los uruguayos?

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