Jueves
16 de febrero de 2012
LA
MUERTE DE LOS OCÉANOS
Escriben
MORT
ROSENBLUM (*)
y MAR
CABRA
Fuente:
“El Puercoespín”
Publicó
“Rebelión”
.
(*) MORT ROSENBLUM (EE UU 1944) Escritor. Catedrático de la Universidad de Arizona y
trabaja junto con MAR CABRA en un
proyecto en internet para defender los océanos de la depredación. Ambos
integran el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación en
colaboración con IDL. Rosemblum es un legendario periodista de de la
agencia The Associated Press. También fue corresponsal de guerra. Ha cubierto
eventos e investigaciones en todos los continentes. Especialista en temas
marinos.
.
Eric
Pineda se asomó a la bodega del Achernar y sólo vio diez míseras toneladas de
jurel después de haber estado faenando durante cuatro días. Hace un par de
décadas, las aguas del Pacífico Sur eran tan ricas en pescado que se podía
llenar ese barco de casi 18 metros de eslora en apenas unas horas.
Mar Cabra |
Este
agente marítimo, como cualquier otro habitante de esta vieja ciudad portuaria
de Talcahuano, situada al sur de Santiago, creció conviviendo con ese pescado
lleno de espinas y de tonos bronce llamado jurel chileno, una especie que
deambula agrupado en bancos por las aguas del Pacífico Sur.
“Se
está acabando muy rápido”, admitió Pineda, “tenemos que pescar lo más posible
antes de que se agote todo”. Cuando se le pregunta qué le dejará a su hijo, se
encoge de hombros: “Tendrá que buscar otra cosa”.
PERO,
¿QUEDA ALGO POR BUSCAR?
El
jurel, rico en ácidos grasos, es un verdadero maná para un planeta hambriento,
un producto de primera necesidad en África. En otros lugares, la gente lo come
sin darse cuenta, ya que la mayoría del jurel capturado se transforma en harina
de pescado para ser consumido en la acuicultura y en las granjas de cerdos. Se
necesitan alrededor de cinco kilos de jurel para producir un kilo de salmón de
criadero.
En tan
sólo dos décadas, el stock de jurel ha caído en picada: de unas 30 millones de
toneladas a menos de tres millones en la actualidad. Los barcos arrastreros más
grandes del mundo, después de haber esquilmado otros océanos, ahora ponen rumbo
hacia las aguas cercanas a la Antártida para disputarse lo poco que queda.
Un
trabajo realizado en ocho países por el Consorcio Internacional de Periodistas
de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés) sobre la industria pesquera
en el Pacífico Sur revela por qué el estado crítico en el que se encuentra el
humilde jurel presagia de forma clara el alarmante y progresivo deterioro de
las especies marinas en todos los océanos.
Daniel
Pauly, eminente oceanógrafo de la Universidad de Columbia Británica, ve en la
grave situación del jurel del Pacífico Sur una señal de alarma. “Éste es como
el último de los búfalos” contó al ICIJ en referencia a la época de la
colonización de Norteamérica. “Cuando se haya ido, entonces todo lo demás habrá
desaparecido con él… Marcará el final de los territorios conquistables”, añadió
Pauly. La pesca será una cosa del pasado.
GRANDES
FLOTAS PESCAN SIN CONTROL
Delegados
de al menos 20 países se reunirán en Santiago la próxima semana, 30 de enero
[de 2012, quince días antes de la publicación de este texto], para intentar
avanzar en el difícil objetivo de frenar el saqueo de los recursos del Pacífico
Sur.
La
Organización Regional de Ordenación Pesquera del Pacífico Sur (más conocida por
sus siglas en inglés, SPRFMO) se fundó en 2006 gracias a la iniciativa conjunta
de Australia, Nueva Zelanda y Chile, un país éste último que suele evitar su
participación en los organismos internacionales de pesca.
Entretanto,
las flotas industriales, sólo sujetas a restricciones voluntarias, se afanan
por pescar lo más posible en los confines del mundo.
Los
científicos calculan que entre 2006 y 2011 la población de jurel disminuyó un
63 por ciento.
La
convención de la SPRFMO necesita ocho firmas para ser vinculante, incluida la
de un Estado costero sudamericano. Chile, que en un primer momento fue
determinante para constituir el grupo, aún no la ha ratificado.
En sus
comienzos, la SPRFMO decidió que en el futuro asignaría cuotas anuales para los
Estados miembros en función del tonelaje de arqueo bruto de los barcos
desplegados por cada uno de los países entre 2007 y 2009.
Con el
fin de aprovecharse de esa decisión, varias flotas pesqueras se dirigieron a
toda máquina hacia las aguas del Pacífico Sur. Los barcos de arrastre chinos
llegaron en masa, así como lo hicieron otros procedentes de Asia, Europa y
Latinoamérica.
Uno de
los primeros en llegar fue el que por aquel entonces era el mayor barco
pesquero del mundo, el Atlantic Dawn, un buque de 14.000 toneladas construido
para armadores irlandeses. La empresa holandesa Parlevliet & Van der Plas
lo compró y le dio el nombre de Annelies Ilena. Este tipo de “Super
arrastreros” capturan jurel con redes que al desplegarse superan los 25 metros
de anchura por 80 de longitud. Cuando las redes son recogidas, el pescado es
introducido en la bodega mediante tubos succionadores similares a aspiradoras
gigantes.
Gerard
van Balsfoort, presidente de la Asociación de Grandes Arrastreros Congeladores
de Pelágicos (PFA, por sus siglas en inglés), con sede en Holanda y que
representa los intereses de nueve compañías y 25 barcos de bandera europea,
confirmó algo obvio: los holandeses, al igual que el resto, fueron a marcar
territorio. “Era una de las pocas zonas a las que podías acceder libremente”,
admitió Van Balsfoort. A lo que añadió: “Parecía evidente que una gran cantidad
de barcos iba a tomar rumbo sur, pero no había otra opción. Si te retrasabas en
tomar la decisión de ir allí, te podían cerrar la puerta”.
En
2010, la SPFRMO contabilizó 75 barcos faenando en el área de su
competencia.
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HASTA AQUÍ
LA PARTE INICIAL
DE UN EXTENSO Y MUY
BUEN INFORME.
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completa la encuentra aquí:
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