Jueves
16 de febrero de 2012
FANTASÍAS
DE LA CRISIS
Escribe
IGNASI
FRANCH (*)
Semanario
“Diagonal”
14 de
febrero de 2012
.
(*) IGNASI
FRANCH – (Barcelona). ignasi@filmconductor.eu .Periodista
cultural, crítico cinematográfico
miembro de la ACECC. Habitual colaborador en diferentes medios de la
prensa en España y otros países europeos.
El
filme ‘In time’ y la serie de televisión ‘Torchwood: el día del milagro’ son
ficciones en clave fantástica que remiten claramente a un presente de recortes
del gasto social y concentración de capitales.
Quizá
la futura obra de Kathryn Bigelow sobre Bin Laden marque un fin de ciclo, pero
los atentados del 11S y la posterior gestión de la autodenominada guerra contra
el terrorismo han condicionado una década de cine estadounidense. El World
Trade Center, Iraq y Afganistán, el miedo al otro y el miedo al miedo, han
impactado en lo que Hollywood entiende como realismo, y también en multitud de
ficciones de fantasiosidad variable (de El mensajero del miedo a La tierra de
los muertos vivientes, pasando por Hostel).
Ahora
se diría que el cine del 11-S, si los intereses empresariales lo permiten,
debería ser sucedido por un audiovisual que aborde el crack financiero e
hipotecario. En este contexto, han surgido películas ambientadas en el mundo de
la especulación como la oportuna y oportunista Wall Street II, o Margin call,
una ingenua mirada a la quiebra de Lehman Brothers. No hace falta recordar la
repercusión del documental Inside job. E incluso ha surgido algún thriller
sobre banqueros malvados como The international.
UN
BLOCKBUSTER PARA EL 99%
El
pasado octubre, tres años después de que el presidente en funciones George W.
Bush firmase un gran rescate del sector financiero, llegaba a los multisalas
globales In time. El cuarto largometraje como director de Andrew Niccol
(Gattaca) es una producción de presupuesto medio con decidida vocación
comercial, que explora un mundo futuro en que el tiempo es la moneda de cambio.
La humanidad ha vencido al envejecimiento y los individuos pueden vivir
eternamente... si consiguen que su reloj, su cuenta corriente vital, no se
quede a cero.
No hay
que escarbar mucho en el planteamiento de Niccol para hallar comentarios sobre
la precarización de los trabajadores: éstos viven literalmente al día en esta
distopía, renunciando a gastos superfluos, corriendo para ir al trabajo y
recibir cuanto antes una soldada mediante la cual escapar de la muerte.
Pero la
película también parece apuntar a las masivas transferencias de capital del
conjunto de la ciudadanía hacia unos pocos oligarcas, hacia ese 1% al que
aluden las recientes movilizaciones en Wall Street. El protagonista es Will
Salas, un joven al que un diletante hastiado le regala decenas de años. La
dolce vita le seduce a pesar del resentimiento acumulado, pero la presión
policial (el regalo tiene lugar en circunstancias dudosas) imposibilita que
opte por el olvido.
En este
aspecto, el resultado puede recordar a aquella especie de cuento malévolo que
fue The box, de Richard Kelly (Donnie Darko).
Los
medios de producción de los que ha gozado Niccol comportan unos cuantos peajes:
aun con su barniz social, In time es una action movie entre lo chic y lo
macarra, que banaliza y glamouriza la violencia.
Y su
rebeldía, más bien adolescente, comporta la conversión de los protagonistas en
ladrones de bancos. La respuesta es, de nuevo, el gesto heroico-suicida que
puede estar apoyado por otros, pero que nace y se sostiene con decisiones
estrictamente individuales.
En todo
caso, el relato ofrece detalles ingeniosos. Y muestra un cierto potencial como
entretenimiento de consumo juvenil, a pesar de que sus responsables no parezcan
haber trabajado suficientemente para dotarlo de lógica interna.
¿TORCHWOOD
VS CAMERON?
Desde
El ejército de los muertos –un ácido ataque, en clave zombie, a la
instrumentalización del patriotismo por parte de la derecha neocon–, no han
surgido muchas ficciones fantásticas para la televisión tan insistentemente
orientadas a la izquierda como Torchwood: el día del milagro.
Este
spinoff de Doctor Who (una franquicia histórica de la ciencia ficción
británica) relata las aventuras de un grupo clandestino, de funcionamiento algo
anárquico, que protege el planeta de amenazas extraterrestes. En la cuarta
temporada, el proyecto conserva la mayoría de sus convenciones narrativas:
sigue el camino del thriller contemporáneo de acción, con elementos
sobrenaturales e interferencias a veces chocantes de humor y drama más o menos
cotidianos.
El día
del milagro, disponible en la plataforma Filmin y ahora emitida por Neox, parte
de una situación fantástica: los humanos dejan de morir, por muy envejecidos,
enfermos o heridos que estén. Las autoridades anticipan un colapso malthusiano,
y eso facilita que el lobby farmacológico-sanitario tome el control siguiendo
el manual de la doctrina del shock: una situación excepcional, a menudo
provocada, legitima decisiones terribles.
El
desarrollo de la ficción es algo repetitivo, pero el empeño resulta simpático
por cómo utiliza acontecimientos fantasiosos para criticar, una y otra vez, los
masivos recortes de gasto público emprendidos por la administración Cameron.
No es
el único apunte político, porque incluso aparece una voz mediática que se
antoja surgida del populista Tea Party y su elogio de la insolidaridad, en una
muestra más de la progresiva americanización de la serie (para esta última
entrega, la BBC se asoció con el canal estadounidense Starz).
Como es
habitual, no se muestran prolijas tramas de despachos sino que se apuesta por
la acción, por los héroes y villanos, y, en esta ocasión, por lucrativas
conspiraciones sin presencia extraterrestre.
‘SUPER
8’ EN LOS SUBURBIOS
De Gran
Bretaña proviene Attack the block, un Super 8 de barriada que se distancia del mundo
de feliz pleno empleo del filme de Abrams.
Este
último parecía asumir que EE UU y sus “otros” (¿el mundo musulmán?) sólo pueden
relacionarse bajo un modelo aislacionista, porque el dolor y la desconfianza
imposibilitan por el momento una convivencia civilizada.La propuesta de
Cornish, por su parte, remite más a Nuestros maravillosos aliados (y a
Critters) que a ET: su reivindicación de la solidaridad grupal en un
conflictivo barrio periférico enriquece este modesto espectáculo juvenil.
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