Sabado
11 de febrero de 2012
ANIVERSARIOS
DE LA “NOHISTORIA”
Escribe
NOAM
CHOMSKY (*)
Fuente NYT/Truthout
Tradujo
para “Rebelion”
German
Leyens
10 de
febrero de 2012
.
(*) AVRAM NOAM
CHOMSKY (928) lingüista, filósofo, activista, autor y analista político
judío estadounidense. Es profesor emérito de Lingüística en el MIT y una de las
figuras más destacadas de la lingüística del siglo XX, es sumamente reconocido
en la comunidad científica y académica por sus importantes trabajos en teoría
lingüística y ciencia cognitiva. A lo largo de su vida, ha ganado popularidad
también por su acercamiento al estudio de la política, siendo hoy reconocido
como un activista e intelectual político que se caracteriza por una visión
fuertemente crítica de las sociedades capitalistas.(Wikipedia)
.
George
Orwell acuñó el útil término “nopersona” para personas a las que se niega el
estatuto de personas porque no acatan la
doctrina estatal. Podemos agregar el término “nohistoria” para referirnos a la
suerte de nopersonas, expurgadas de la historia por motivos semejantes.
La
nohistoria de las nopersonas se recuerda a lo largo de los los aniversarios.
Los importantes generalmente se conmemoran con la debida solemnidad cuando
resulta apropiado, como por ejemplo Pearl Harbor. Pero otros no se conmemoran y
podríamos aprender mucho de nosotros si los sacamos de la nohistoria.
Ahora
mismo no conmemoramos un evento de gran significación humana: el 50 aniversario
de la decisión del presidente Kennedy de lanzar la invasión directa de Vietnam
del Sur, que pronto se convirtió en el crimen más extremo de agresión desde la
Segunda Guerra Mundial.
Kennedy
ordenó que la Fuerza Aérea de EE.UU. bombardeara Vietnam del Sur (en febrero de
1952, se habían realizado cientos de misiones); autorizó la guerra química para
destruir cultivos con el fin de hambrear hasta la sumisión a la población
rebelde; y activó programas que acabaron llevando a millones de aldeanos a
tugurios urbanos y a campos virtuales de concentración, o “Aldeas
Estratégicas”. Allí los aldeanos serían “protegidos” contra las guerrillas
indígenas a las cuales, como sabía el gobierno, apoyaban voluntariamente.
Los
esfuerzos oficiales para justificar los ataques eran escasos y la mayor parte
fantasiosos. Uno típico fue el apasionado discurso del presidente ante la
Asociación Estadounidense de Editores de Periódicos el 27 de abril de 1961,
cuando señaló que “en todo el mundo se nos opone una conspiración monolítica e
implacable que se basa primordialmente en medios clandestinos para expandir su
esfera de influencia”. En las Naciones Unidas, el 25 de septiembre de 1961,
Kennedy dijo que si esa conspiración lograba sus objetivos en Laos y Vietnam
“las puertas quedarán abiertas”.
Los
efectos a corto plazo fueron mencionados por el altamente respetado
especialista en Indochina e historiador militar Bernard Fall, que no era
pacifista, pero se preocupaba por la gente de los países atormentados.
A
principios de 1965 calculó que unos 66.000 sudvietnamitas murieron entre 1957 y
1961; y otros 89.000 entre 1961 y abril de 1965, en su mayoría víctimas del
régimen cliente de EE.UU. o “del peso aplastante de los blindados, napalm,
bombarderos jet y finalmente gases vomitivos estadounidenses”.
Las
decisiones se mantuvieron ocultas, así como las espantosas consecuencias que
persisten. Para mencionar solo una ilustración: Scorched Earth de Fred Wilcox,
el primer estudio serio del horripilante y continuo impacto de la guerra
química en los vietnamitas, apareció hace algunos meses –y probablemente se
sumará a otras obras de la nohistoria. El núcleo de la historia es lo que
sucedió. El núcleo de la nohistoria es “borrar" lo que sucedió.
En 1967,
la oposición a los crímenes en Vietnam del Sur había llegado a un grado
importante. Cientos de miles de soldados de EE.UU. causaban estragos en Vietnam
del Sur y se sometían las áreas pobladas a intensos bombardeos. La invasión se
había propagado al resto de Indochina.
Las
consecuencias habían llegado a ser tan horrendas que Bernard Fall predijo que
“Vietnam como entidad cultural e histórica… está amenazado de extinción…
(mientras)… el campo literalmente muere bajo los golpes de la mayor maquinaria
militar jamás desatada contra un área de ese tamaño”.
Cuando
la guerra terminó ocho devastadores años más tarde, la opinión dominante estaba
dividida entre los que la llamaban una “causa noble” que podría haberse ganado
con más dedicación y en el otro extremo, los críticos, para quienes había sido
“un error” que resultó demasiado costoso.
Faltaban
todavía los bombardeos de la remota sociedad campesina del norte de Laos, con
tal magnitud que las víctimas vivieron en cuevas durante años para tratar de
sobrevivir; y poco después el bombardeo de Camboya rural, sobrepasando el nivel
de todos los bombardeos aliados en el escenario del Pacífico durante la Segunda
Guerra Mundial.
En
1970, el consejero nacional de seguridad de EE.UU., Henry Kissinger, ordenó
“una masiva campaña de bombardeo en Camboya. Cualquier cosa que vuele sobre
cualquier cosa que se mueva” –un llamado al genocidio de un tipo raramente
encontrado en los archivos conocidos.
Laos y
Camboya fueron “guerras secretas”, porque la información fue poca y los hechos
todavía son poco conocidos por el público en general o incluso por elites
educadas, quienes sin embargo pueden recitar de memoria cada crimen real o
supuesto de los enemigos oficiales.
Otro
capítulo en los anales desbordantes de la nohistoria
Dentro
de tres años podremos –o no podremos– conmemorar otro evento de gran relevancia
contemporánea: el octavo centenario de la Carta Magna.
La
Carta Magna declara que “ningún hombre libre” será privado de derechos “excepto
por el juicio legal de sus pares y por la ley del país”. Los principios se
ampliaron posteriormente para aplicarlos a todas las personas en general.
Cruzaron el Atlántico y entraron en la Constitución y en la Declaración de
Derechos de EE.UU., señalando que no se puede privar de derechos a ninguna
"persona" sin el debido proceso y un juicio rápido.
Los
fundadores, claro está, no querían que el término “persona” se aplicara a todas
las personas. Los americanos nativos no eran personas. Tampoco los esclavos.
Las mujeres apenas eran personas. Sin embargo, concentrémonos en la noción
central de la presunción de inocencia, que se ha arrojado al olvido de la
nohistoria.
Otro
paso del debilitamiento de los principios de la Carta Magna fue cuando el
presidente Obama firmó la Ley de Autorización de la Defensa Nacional, que
define la práctica Bush-Obama de detención indefinida sin juicio bajo custodia
militar.
En la
actualidad ese tipo de tratamiento es obligatorio en el caso de los acusados de
ayudar a fuerzas enemigas durante la “guerra contra el terror”, u opcional si
los acusados son ciudadanos estadounidenses.
El
alcance es ilustrado por el primer caso de Guantánamo que llegó a proceso bajo
el presidente Obama: el de Omar Khadr, un ex niño soldado acusado del horrendo
crimen de tratar de defender su aldea afgana cuando fue atacada por fuerzas de
EE.UU. Capturado a los 15 años, Khadr fue encarcelado durante ocho años en
Bagram y Guantánamo, luego llevado ante un tribunal militar en octubre de 2010,
donde se le dio la alternativa de declararse inocente y permanecer en
Guantánamo para siempre, o de declararse culpable y permanecer solo 8 años más.
Khadr prefirió esto último.
Muchos
otros casos iluminan el concepto de “terrorista”. Uno es Nelson Mandela, sacado
de la lista de terroristas solo en 2008. Otro fue Sadam Hussein. En 1982 Irán
salió de la lista de Estados que apoyaban el terrorismo para que el gobierno de
Reagan pudiera suministrar ayuda a Hussein después de que invadió Irán.
La
acusación es caprichosa, sin revisión o recurso, y refleja comúnmente objetivos
políticos, en el caso de Mandela para justificar el apoyo del presidente Reagan
a los crímenes del Estado del apartheid en su defensa contra uno de los “grupos
terroristas más notorios” del mundo: el Congreso Nacional Africano de Mandela.
Lo más
importante está consignado en la nohistoria.
Fuente:
http://www.truthout.org/anniversaries-unhistory/1328369965
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