Martes
14 de febrero de 2012
ONU:
¿VETO O MAYORÍA MECÁNICA?
Escribe
JORGE
GÓMEZ
BARATA (*)
Fuente:
ARGENPRESS.info
13 de
febrero 2012
.
(*)
JORGE GÓMEZ BARATA- Profesor, escritor, historiador, investigador y periodista
cubano- Vive en La Habana- autor de numerosos estudios sobre EEUU. Especializado en temas de política
internacional. Colaborador habitual en los principales medios de prensa,
latinoamericanos y extranjeros. Hadicho que “En todas
las esferas del saber y de la práctica social, incluyendo la economía, la
verdad es siempre sencilla, ...”
.
Unas
veces para bien y otras para mal, aunque no se menciona en la Carta de la ONU,
el veto existe. De otro modo el Consejo de Seguridad habría sancionado a Siria
que con certeza será condenada en cualquier órgano de Naciones Unidas,
incluyendo la Asamblea General. En todos funciona una mayoría mecánica que
raras veces se distancia de Estados Unidos. ¿Entonces? ¿Qué hacer?.
La palabra
veto se asocia a poder y desde 1945 a derecho, en cualquier caso es una acción
negativa, utilizada no para promover algo sino para impedir que se haga,
literalmente, en latín significa: prohíbo y, aunque los redactores evadieron
semejante palabra, fue introducida para regular el uso de la fuerza y otros
asuntos más o menos sustantivos.
ORIGEN
DEL VETO
Aterrados
por la carnicería que significó la Primera Guerra Mundial, las potencias
vencedoras encabezadas por el presidente norteamericano Woodrow Wilson
diseñaron la Sociedad de Naciones, un sistema de seguridad colectiva destinado
a impedir la repetición de una tragedia semejante. El mecanismo fracasó al no
poder evitar la II Guerra Mundial, no sólo porque le faltara capacidad
negociadora sino porque sus acuerdos no eran vinculantes.
En 1941
el presidente Roosevelt retomó la idea y suscribió con Churchill la Carta del
Atlántico adoptada también por la Unión Soviética. En ese documento se esbozó
la idea de las Naciones Unidas, proyecto en el cual se trabajaría a partir de
entonces y que se instaló en 1945 mediante la Conferencia de San Francisco.
Cuando
se redactaba la Carta de la ONU surgieron varias interrogantes: ¿Cómo hacer
vinculantes los acuerdos? ¿De qué manera imponer la paz? ¿Cómo evitar lo ocurrido
en 1939 cuando la Unión Soviética fue expulsada de la Sociedad de Naciones?
Debido
a la falta de consenso al respecto, los redactores sometieron el texto a los
Tres Grandes: Roosevelt, Stalin y Churchill quienes en la Conferencia de Yalta
(febrero de 1945) dieron los toques finales al Capítulo VII que autoriza el uso
de la fuerza contra estados cuyo comportamiento representa un peligro para la
paz mundial. De paso aquellos poderes imperiales se aseguraron que ese recurso
no pudiera ser utilizado contra ninguno de ellos para lo cual adoptaron un
sistema de votación que sin mencionarlo estableció el veto:
Artículo
27: Cada miembro del consejo de seguridad tendrá un voto. Las decisiones del
Consejo de Seguridad sobre materias procesales serán tomadas por el voto
afirmativo de nueve miembros. Las decisiones del consejo de seguridad sobre el
resto de las materias serán tomadas por el voto afirmativo de nueve miembros,
incluyendo los votos de coincidencia de los miembros permanentes…
De ese
modo se dejó un pequeño resquicio que mediatiza la opulencia del veto: de no
poder conseguir el voto de 9 de los 15 miembros del Consejo, los países con
potestad de veto no pueden adoptar acuerdos, aun cuando ellos sean unánimes.
HISTORIA
DEL VETO
El
primer veto en el Consejo de Seguridad lo aplicó Gran Bretaña cuando en 1955
votó contra una resolución en torno al Medio Oriente, luego a lo largo de 67
años se han vetado acuerdos en cerca de 300 ocasiones. Quien más lo hizo fue la
Unión Soviética quien dijo: Niet en más de cien oportunidades, en muchas de las
cuales logró paralizar maniobras imperialistas.
Estados
Unidos lo ha hecho en más de 80 ocasiones, Gran Bretaña en unas veinte, Francia
en igual número y la República Popular China que ingresó al Consejo en 1971 tan
solo en unas cinco oportunidades. Existe cierto número de vetos, tal vez unos
50 que han sido adoptados en reuniones a puertas cerradas como es el caso de
los interpuestos en las propuestas para elegir a los secretarios generales cosa
que raras veces se difunde.
En
1950, encontrándose ausente voluntariamente la Unión Soviética se adoptó la
resolución que condenó a Corea del Norte y otorgó el mandato que dio lugar a la
Guerra de Corea. Desde entonces se debate si aquella decisión fue o no legal y
todavía hoy se discute qué hacer cuando un miembro permanente del Consejo se
abstiene y si bien no vota en contra, tampoco se obtiene el “voto de
coincidencia” de los Cinco Grandes.
En los
últimos años cuando desaparecida la Unión Soviética el veto había dejado de
tener sentido como mecanismo en la lucha contra la hegemonía imperialista, la
subsistencia de tal proceder perdió relevancia y se le asoció a la falta de
democracia en la ONU, incluso algunos países claman por su abolición.
Lo que
no se ha dicho es cómo funcionara entonces el Consejo de Seguridad. Adoptar
decisiones por el número de votos, significa someterse a la “mayoría mecánica”
y, por otra parte, renunciar a hacer vinculantes los acuerdos sobre temas
capitales convertiría a la ONU en un “club de discusión”. Tampoco parece viable
reunir a los de 200 integrantes de la Asamblea General para examinar
situaciones y adoptar decisiones de emergencia.
Tal vez
más que eliminar el veto lo pertinente sea suprimir el privilegio de que disfrutan
las grandes potencias, prerrogativas que se otorgaron ellas mismas por haber
sido vencedoras en la II Guerra Mundial.
El tema
está abierto, entre tanto como ocurrió en otras 117 ocasiones, esta vez,
cualquiera que fueran las motivaciones de Rusia y China, aquellos que se
aprestaban a despedazar a Siria como antes lo hicieron con Libia, fueron
temporalmente contenidos. A veces: “Donde las dan las toman”. Allá nos vemos.
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