Domingo
4 de marzo de 2012
59 AÑOS
DESPUES
EL
LIBRO VA A SER EDITADO
Fuente:
“La
Jornada” México
ARMANDO
G. TEJADA
2 de
marzo de 2012
.
Madrid,
1º de marzo. Claraboya, segunda novela del escritor José Saramago (1922-2010),
fue presentada en la Casa de América en sus versiones en español y catalán. En
el acto la periodista Pilar del Río, viuda y traductora del Nobel portugués,
manifestó: Más que una novela, es una puerta de entrada
La
edición de Alfaguara contiene las versiones en español y catalán de esa libro
inédito hasta hoy. Nunca releyó el manuscrito, pero estaba convencido de su
interés, indica su viuda y traductora
La
novela perdida de Saramago, publicada por Alfaguara, se inicia con una
advertencia: En todas las almas, como en todas las casas, además de fachada,
hay un interior escondido. El autor utilizó una figura que le sirvió de soporte
para la narración, pues el protagonista, encaramado a tragaluz en el techo de
un edificio –la claraboya– era testigo y narrador de las miserias, los devaneos
sexuales, la dominación y la mezquindad de unos vecinos atrapados en un
universo aún más asfixiante, el de la dictadura de Antonio Salazar en Portugal.
Se
trata de un texto que tras un sinfín de vicisitudes se ha convertido en un
libro perdido y hallado en el tiempo. Claraboya fue en realidad la primera obra
narrativa que empezó a escribir un joven Saramago. Era un proyecto complejo,
con muchos personajes conviviendo en un espacio cerrado, con mucha ironía y
situaciones de enredo, así que la escritura se fue postergando. De hecho,
mientras tenía inconclusa la novela empezó y acabó la que se convirtió en su
primera obra, Tierra de pecado (1947).
VICISITUDES
DE UN LIBRO
En
1953, José Saramago envió el manuscrito original de Claraboya a una editorial
portuguesa, la cual nunca respondió, quizá porque era un libro demasiado duro
para la época, con familias marcadas por la envidia y el odio; hay también
violaciones y amores lésbicos o situaciones difíciles de entender y de asumir
en aquella época, en la que la dictadura de Salazar y la Iglesia católica
marcaban el paso de la moral pública, según explicó Del Río.
Además,
el manuscrito nunca fue devuelto a su autor, quien entonces se ha había sumido
en un profundo desánimo ante el rechazo a esa obra. A pesar de que tenía una
parte del libro escrita a mano y otro manuscrito con un sinfín de anotaciones y
correcciones, Saramago optó por guardarlo, olvidarlo y mantenerse en silencio.
Así se mantuvo durante 30 años, entre decepcionado y viviendo su travesía por
el desierto, hasta que en 1982 publicó Memorial del convento, libro que lo
catapultó como escritor.
“Saramago
era una persona que siempre miraba para adelante, nunca hacia atrás. De
Claraboya no le gustaba hablar ni le importaba demasiado; lo único que dijo y
que dejó escrito fue que nunca se publicara con él en vida y que quienes
fuéramos sus depositarios decidiéramos qué hacer con ella. Y obviamente
nosotros hemos decidido publicarla”, explicó su traductora.
Claraboya
es el único libro que Saramago dedicó a su abuelo, Jerónimo Hilário, el mismo
hombre que estuvo muy presente en su discurso de recepción del Nobel, en
Estocolmo, en 1998, que comienza así: “El hombre más sabio que he conocido en
toda mi vida no sabía leer ni escribir.”
“En esa
novela están ya todos los personajes de la obra de Saramago; el doctor de Ensayo
sobre la ceguera, o sus conversaciones con Diderot, Fernando Pessoa,
Shakespeare, Eça de Queirós, Beethoven, en un contexto de dictadura en una
Lisboa mezquina, tacaña y cerrada”, explicó Del Río. Es ante todo una novela
transgresora. En el lenguaje y en sus historias, añadió.
Saramago
recuperó apenas en 1989 el manuscrito que envió a la editorial. Es decir, 35
años después. Fue un día que él, mientras se rasuraba, recibió una llamada de
una editorial que no era la suya. La voz del otro lado del teléfono le explicó
que en una mudanza se habían encontrado con el manuscrito original y que para
ellos sería un honor publicarlo.
Saramago
les contestó que no era necesario que se lo mandaran, pues él mismo lo iba a
recoger en persona en ese momento, explicó su compañera y presidenta de la
Fundación José Saramago. Nunca lo releyó ni lo revisó, pero lo recordaba muy
bien y estaba convencido de que tenía interés y estaba bien escrito.
En
Claraboya, como en la mayoría de los libros del escritor portugués, la música
es la que marca la cadencia narrativa y, en algunos casos, se convierte en un
personaje más. En este caso la figura de Beethoven es crucial, tanto por sus
composiciones como por su biografía y aquella máscara que vio con sus propios
ojos cuando estaba escribiendo el libro y fue a visitar su casa natal. La misma
máscara que compró 50 años después en una subasta y que Del Río mostró durante
el acto, visiblemente emocionada y destacando la coherencia de Saramago.
ANUNCIAN
TRADUCCIÓN AL ITALIANO
La editora
de Alfaguara, Pilar Reyes, adelantó que publicarán algunas obras más de
Saramago que no están en el catálogo en español, como Tierra de pecado y las
piezas de teatro. Además, informó que la intención era publicar Alabardas,
alabardas, espingardas, espingardas, las 40 páginas de la novela que dejó
inconclusa. Es interesante conocer lo que pensaba Saramago sobre las armas,
mucho más en una época como la que estamos viviendo. Pero haremos esa
publicación dentro de un proyecto más grande y hermoso, que va más allá de la
literatura, explicó Pilar del Río.
La
periodista finalizó la rueda de prensa con la lectura de una hoja amarillenta,
escrita hace más de 50 años de puño y letra de Saramago y que descubrió hace
unos días. El mensaje estaba en la primera frase: No dejemos que nuestros
muertos mueran. Claraboya, que se distribuye en librerías de México, España y
el resto de América Latina, también será traducida al italiano, cuya edición
saldrá en un mes.
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