EL
RESCATE BIPARTIDISTA
DE LA ENERGÍA NUCLEAR
Escribe
AMY
GOODMAN (*)
Democracy
Now!
Publico "Rebelion"
9 de
marzo de 20121
.
(*) AMY GOODMAN (1957-EE UU) Locutora, periodista y
escritora progresista estadounidense. Egresada de Harvard University en 1984,
Fundo”Democracy Now” catalogada como "quizá la más significativa y
progresiva institución noticiera que ha existido por algún tiempo" por el
profesor y crítico de medios Robert McChesney. Directora de WBAI-FM en Nueva
Yorkco-presentadora de Democracy Now!, un noticiero de lunes a viernes que se
puede escuchar en más de 225 emisoras de radio en los EE.UU. y Canadá. Traducido
por Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español
.
El
“Súper martes”, día en que se celebraron elecciones primarias en diez
importantes estados esta semana, demostró la encarnizada batalla que reina en
las filas republicanas. Los cuatro principales candidatos que quedan en carrera
se pelean por ver quién está más a la derecha del Presidente Barack Obama. Si
bien lo atacan constantemente por el alto precio de los combustibles, ambos
partidos recorren el mismo peligroso camino de apoyar la energía nuclear. Es
increíble que esto suceda a un año del desastre nuclear de Fukushima y luego de
que el presidente de la Comisión Reguladora de Energía Nuclear de Estados
Unidos (NRC, por sus siglas en inglés) advirtiera que el país no ha aprendido la
lección que dejó Fukushima. Sin embargo, demócratas y republicanos coinciden en
algo: van a introducir la energía nuclear en la opinión pública por la fuerza,
a pesar de los inmensos riesgos económicos y ambientales que implica.
Hace un
año, el 11 de marzo de 2011, un terremoto y tsunami azotaron la costa del
noreste de Japón, lo que dejó un saldo de 15.000 muertos, 3.000 desaparecidos y
miles de heridos. Japón aún intenta salir de la devastación ambiental,
económica, social y política. El entonces Primer Ministro japonés Naoto Kan
declaró en julio del año pasado: “Intentaremos desarrollar una sociedad que
pueda existir sin energía nuclear”. Kan renunció en agosto luego de cerrar
varias plantas de energía nuclear. Afirmó que una catástrofe similar podría forzar
una evacuación masiva de Tokio e incluso pondría en riesgo la “propia
existencia de Japón”. Tan solo dos de las 54 plantas nucleares que estaban en
funcionamiento en el momento en que se produjo el desastre de Fukushima
continúan produciendo energía. El sucesor de Kan, el Primer Ministro Yoshihiko
Noda, apoya la energía nuclear pero se enfrenta a la creciente oposición
pública a la misma.
Muy
distinto de lo que sucede en Estados Unidos, donde apenas un año antes de
Fukushima el Presidente Obama anunció que entregaría 8.000 millones de dólares
en garantías de préstamo a la empresa Southern Company, la mayor productora de
energía del sureste de Estados Unidos, para la construcción de dos nuevos
reactores en la central nuclear Vogtle en Waynesboro, Georgia, en el límite con
Carolina del Sur. Desde que se produjo el accidente nuclear de Three Mile
Island en 1979 en Pensilvania y luego de la catástrofe de Chernobil en 1986 no
se han construido nuevas plantas nucleares en Estados Unidos. Las 104 plantas
existentes están cada vez más viejas y muchas de ellas se acercan al fin de su
expectativa de vida de 40 años.
En su
campaña presidencial de 2008, Barack Obama prometió que la energía nuclear
seguiría siendo parte de la “combinación energética” de Estados Unidos. Su
principal asesor, David Axelrod, había sido consultor de la empresa energética
de Illinois ComEd, empresa subsidiaria de Exelon, una de las principales
generadoras de energía nuclear. El ex jefe de Gabinete de Obama, Rahm Emanuel,
desempeñó un papel fundamental en la creación de Exelon. En los últimos cuatro
años, los ejecutivos y empleados de Exelon aportaron más de 244.000 dólares a
la campaña de Obama, sin contar aportes más pequeños a Comités de acción
política (PAC, por sus siglas en inglés) o aportes directos de la empresa a los
nuevos y cuestionados “súper PAC”. Mientras muchos lamentan que Obama haya roto
promesas importantes de su campaña (como cerrar Guantánamo o no aceptar dinero
de los súper PAC), el Presidente está cumpliendo la promesa de promover la
energía nuclear.
Por
este motivo varios grupos presentaron una demanda contra la Comisión Reguladora
de Energía Nuclear el mes pasado. La Comisión otorgó la aprobación a la empresa
Southern Company para la construcción de los nuevos reactores en la planta de
Vogtle a pesar de que el presidente de ese organismo, Gregory Jaczko, votó en
contra. Jaczko se opuso al otorgamiento de la licencia por falta de garantías
para aplicar las recomendaciones realizadas tras el desastre en Japón. Jaczko
afirmó: “Se han recomendado mejoras considerables a la seguridad como
consecuencia de las lecciones que aprendimos de Fukushima y aún queda mucho
trabajo por hacer. Al estar en conocimiento de esta situación, no puedo apoyar
la emisión de este permiso como si Fukushima nunca hubiera sucedido”.
Stephen
Smith, director ejecutivo de la Alianza del Sur para la Energía Limpia, uno de
los actores en el juicio contra la NRC explicó cómo los defensores de la
energía nuclear “distorsionan las fuerzas del mercado”, ya que los inversores
privados simplemente no quieren tocar el tema nuclear: “La energía nuclear no
sería viable si no fuera por todas las subvenciones y el financiamiento que
tiene y el gobierno federal desempeña un papel fundamental en ello. Le han
pedido garantías de préstamo al gobierno para que apoye su proyecto y no han
revelado las condiciones de esa garantía de préstamo. Básicamente equivale a
socializar el riesgo y privatizar las ganancias”.
El
Servicio de Recursos e Información Nuclear comparó el préstamo otorgado a
Southern Company con el ataque de los republicanos contra la garantía de
préstamo que el Presidente Obama otorgó a Solyndra, una empresa de energía
solar que se declaró en quiebra: “Este préstamo podría significar pérdidas tan
grandes para los contribuyentes que eclipsaría la debacle de Solyndra. Sería 15
veces más grande que el préstamo a Solyndra y probablemente 50 veces más
riesgoso”, afirmó.
Mientras
nuestros políticos bailen al ritmo de sus donantes, la amenaza de un desastre
nuclear continuará acechando.
Denis
Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
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