CAPITALISMO A CIELO ABIERTO
Escribe
GUSTAVO
DUCH GUILLOT (*)
Fuente “La Jornada”Mx.
17 de marzo de 2012
.
(*) GUSTAVO DUCH GUILLOT (1965, Barcelona) licenciado en Veterinaria y
Postgrado en Dirección de Empresas. Coordinador de la revista Soberanía
Alimentaria, Biodiversidad y Culturas. Ha sido director de Veterinarios Sin Fronteras.
Integra Consejo Científico de ATTAC. Escribe en importantes medios alternativos
del continente. Columnista en”La Jornada”
.
Se oyen los primeros rugidos. Las aves parten en vuelos
urgentes sin ruta planificada. Los mamíferos corren en círculos muy
desorientados. Los topos y topillos se entierran lo más hondo que pueden, y se
llevan las manos a unos ojos llorosos que nunca vieron (son casi ciegos) nada
igual.
Las gentes del lugar se abrazan a los árboles. Un par de
jóvenes se han encadenado a dos de ellos. No importa, el primer bocado llega
puntual, y la excavadora traga media tonelada de bosque, fauna y flora. Así,
bocados de excavadoras y explosiones de dinamita hasta cavar en el mismo
ombligo del planeta Tierra una fosa de casi dos kilómetros de diámetro y por lo
menos 800 metros de profundidad.
¿Por qué un bombazo así a nuestro globo terráqueo? ¿Qué
pretenden enterrar? ¿No temen que de su interior emane el fuego del averno y
les carbonice? ¿Cavan su tumba? ¿No les asusta poder ser tragados en un pliegue
del terreno?
No, el interés del capital y su necesidad de multiplicarse
es tan intrépido como insensato y repugnante.
No, no hay barreras. Para la mina de cielo abierta El
Mirador, el gobierno de Rafael Correa ha encontrado capital chino para la
succión del cobre durante los próximos 25 años. Para el hambre campesina nunca
se encuentra solución.
No, no les preocupan los problemas técnicos ni ecológicos
para depositar las 26 mil toneladas de escombros que se producirán a diario,
pues de entre ellas rescatarán 600 toneladas del cobre deseado. En total una
montaña de material igual a 405 años de recolección de basura de Guayaquil, la
ciudad más grande de Ecuador, para obtener unas 5 mil millones de libras de
cobre.
No, no habrá sequías para que brote su metal. De los ríos
del pueblo Shuar tomarán 120 litros de agua por segundo y la devolverán
ácidamente contaminada; y los peces morirán; y la población enfermará.
No, sus corazones metálicos y fríos como el cobre, no sabrán
nada de sequías río abajo. Sus camiones cargados del metal circularán entre la
miseria recién nacida en el territorio.
Y 25 años después, cuando el cobre esté agotado (y el
planeta anémico por la herida) entonces, como monumento a la codicia, la
empresa minera hará del gran socavón un lago turístico donde los enriquecidos
navegarán en sus lanchas fuera de borda. Y presumirán fachendas de una gran
vista. Desde El Mirador otearán lo que fue la fabulosa Cordillera del Cóndor
con sus árboles endémicos y su diversidad animal y vegetal. Pero no verán nada;
será tan sólo y para siempre –gris e intoxicada– la Cordillera del Cobre.
Y este proyecto es apenas el primero de una larga lista de
violentas acciones megamineras en contra de la naturaleza, impulsadas por el
gobierno nacional de ese pequeño país andino, que se precia del ser el primero
en el mundo por haber entendido constitucionalmente que la naturaleza es sujeto
de derechos.
El pueblo ecuatoriano está en la calle, y clama que el agua
vale más que el oro.
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