MEGA–MINERÍA:
EL
DESPOJO CAPITALISTA
Y LA
RESISTENCIA POPULAR
.
Escribe
FRANCISCO
LÓPEZ
BÁRCENAS (*)
Fuente:
“SIN PERMISO”
19 de
marzo 2012
.
(*) FRANCISCO LÓPEZ BÁRCENAS. Abogado.
Escritor. Periodista. Uno de los más
destacados teóricos del derecho indígena, asesor agrario y comprometido con las
causas sociales en la Mixteca. Ensayos, artículos, libros “El
Mineral o la Vida” “La legislación minera en México” “Muerte sin fin” “Crónicas de
represión en la Región Mixteca oaxaqueña”. Escribe columnas de análisis político en el diario
mexicano de “La Jornada.”
.
Hace 11
años, en el municipio de Cerro de San Pedro, San Luis Potosí, comenzó la
resistencia popular contra el despojo a la nación y los mexicanos por la gran
industria minera. En 2001 los opositores a la minería a cielo abierto
comenzaron la resistencia con un festival cultural y unas mesas de análisis
sobre los problemas que la presencia de la minera New Gold-Minera San Xavier
generaba entre ellos.
Tal vez
los organizadores de la resistencia ni lo imaginaron, pero al paso del tiempo
terminaron convirtiéndose en uno de los referentes imprescindibles de la
oposición a la actividad minera a gran escala, por los efectos tan negativos
que deja entre la población de los alrededores donde se establece. Ahora, con
la legitimidad que les da una década de lucha, se preparan para la realización
del undécimo festival de la resistencia contra la actividad minera a gran
escala y al cual, además de comunidades de la región,
esperan asistan opositores de otras latitudes del país.
Once
años después de las primeras resistencias las condiciones son diferentes. En
principio ya los efectos de la minería se dejan ver con más claridad. Uno de
ellos es que los dueños de las minas se vuelven ricos a costa de la vida de los
trabajadores. El ejemplo más claro es que Germán Larrea Mota Velasco, el
principal accionista del consorcio minero Grupo México –el dueño de la mina
Pasta de Conchos, colapsada por una explosión en febrero de 2006–, ocupa el
cuarto lugar entre los multimillonarios mexicanos, y el 48 en el mundo, con una
fortuna de 14 mil 200 millones de dólares.
Esa es
la cara bonita, la de los resultados alegres de la minería; la otra enseña los
muertos por oponerse a esta actividad –Óscar Loredo, en Cerro de San Pedro, San
Luis Potosí; Mariano Abarca Roblero, en Chicomuselo, Chiapas, y Bernardo
Méndez, en San José del Progreso, Oaxaca, son casos emblemáticos–. Pero también
están las muertes por enfermedades, la contaminación de las tierras y aguas,
privándolos de los medios de subsistencia, devastación ambiental, afectación de
la salud de las personas y la destrucción del entorno cultural.
No son
los únicos que resisten, naturalmente. Por muchos puntos del territorio
nacional la lucha antiminera crece y se fortalece. Son importantes las luchas
de Chicomuselo, Chiapas; la de los opositores a la mina Caballo Blanco, en
Veracruz; la de San José del Progreso y Capulalpan, en Oaxaca; la que se
desarrolla en la región Costa-Montaña, en Guerrero; la de los huicholes en
Jalisco, y varios municipios de Chihuahua, Sonora y Baja California, en el
norte del país.
Entre
los objetivos que los organizadores del encuentro se han fijado está propiciar
la coordinación de los diversos movimientos que se oponen a los efectos nocivos
de la gran minería, que es al mismo tiempo una lucha en defensa de la vida y el
ambiente; también buscan que entre todos los asistentes se genere un diálogo en
torno a las posibilidades de establecer lazos de apoyo y unidad entre todos
aquellos que se oponen a la gran minería tóxica, para compartir conocimientos,
recursos y experiencias que permitan que sus esfuerzos arrojen mejores
resultados.
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