¿SOMOS
SÓLO UN ENVASE?
Escribe
ANDREA
DUFOURNEL
(*)
26 de
marzo, 2012
.
(*)
ANDREA DUFOURNEL. (Chile, Temuco) Columnista del diario electrónico El Temucano
y colaboradora de otros medios en la Red.
Autodidacta en este noble oficio de opinar, luchadora sin pausas y con
algo de prisa por la libertad, la defensa de los menos favorecidos en este
sistema tan desigual. Instalada en la trinchera de lucha contra el
neoliberalismo, donde la atenta observación de esta sociedad y de sus luchas,
le ha dado la oportunidad de aportar con las letras a esta dura batalla por ese
otro mundo que es necesario sea posible. ..
.
Antiguamente
se nos educaba solamente para buscar un buen marido, cocinar, lavar, limpiar,
remendar y parir. Aparte, la iglesia nos catalogaba como seres sin alma, por lo
que no nos reconocía ningún derecho.
Con el
avance de la sociedad, las mujeres logramos que se nos reconociera el derecho a
votar, luego accedimos a una formación académica, logramos ser profesionales y
entramos al mundo laboral. Avanzamos en la adquisición, no sin luchar, de
derechos fundamentales.
Hoy, en
el siglo veintiuno hay derechos que, sectores fundamentalistas, no nos dejan
ejercer. Sectores conservadores han pretendido que, según lo manifestó la
ultraconservadora y designada senadora oficialista Ena Von Baer, las mujeres
“prestamos el cuerpo” cual envase desechable al momento de concebir un hijo. No
nos reconoce el derecho a decidir si queremos o no tenerlo.
La
realidad de nuestra sociedad es que, cada cierto tiempo se producen discusiones
bizantinas acerca de si se legisla o no sobre el derecho de las mujeres a
abortar de manera segura. Quiéranlo o no el aborto es una realidad, con o sin
ley que lo apruebe: quienes tienen dinero lo hacen en una clínica, quienes no,
buscan solución con alguna partera del barrio que se “aplique” y le “solucione el
problema”, con el riesgo latente de perder la vida.
Lo que molesta no es que, los adoradores del
Opus Dei y los conservadores, tengan tantos hijos como Dios les manda, sino que
pretendan imponer sus convicciones a todas las mujeres del país. Sin embargo
estos “defensores” y defensoras de la vida
que tanto dicen amparar, nada
dijeron cuando en Chile se asesinaba y se hacía desaparecer a quienes se
oponían a la dictadura, ni tampoco dicen nada cuando mueren mujeres con cáncer
de mamas por falta de medicamentos; es que para ellos la vida tiene distinto
valor, dependiendo de qué lado seas.
Tampoco
dicen nada, al contrario, justifican la represión ejercida por la policía
militarizada que más de alguna muerte nos ha traído. Parece que su objetivo es
convertir su verdad personal en verdad universal y, para colmo, son estos personajes quienes
tienen la facultad de disponer en el parlamento sobre lo que podemos y debemos
hacer.
Los
sectores conservadores, la Iglesia y quienes no quieren salirse de libreto, no
reconocen que las mujeres tenemos y debemos tener derechos sexuales y
reproductivos.
No se
trata de tirar hijos por el inodoro antojadizamente, pero no se puede permitir
que se prohíba el aborto en el caso de embarazos que pongan en riesgo nuestra
vida o si son producto de una violación; peor aún en embarazos que no llegarán a buen término porque el feto no
sobrevivirá, y se le obligue a la mujer a esperar nueve meses para terminar con
el calvario de tener la certeza de que no podrá amamantar ni abrazar a su hijo,
es por decir lo menos, macabro.
En
Chile se producen alrededor de 160.000 abortos al año, si abortas y te
descubren puedes pasar hasta cinco años en la cárcel. Nacen miles de niños no
deseados que al final vienen a engrosar las estadísticas de niños abandonados.
Con la
penalización del aborto están asegurando la reproducción y producción de mano
de obra barata a la cual, el estado, educará deficientemente, asegurando así un
subsidio a través del empleo, para quienes pagan sueldos miserables.
Quienes
tienen en sus manos la posibilidad de decidir, deben hacerlo sin poner por
delante sus convicciones, sino pensando en que las mujeres no somos ni un envase, ni alguien a quien la naturaleza
le dio la tarea de ser reproductora y obligadamente debe, según la “designada”
prestar el cuerpo.
ANDREA DUFOURNEL
TEMUCO. CHILE
No hay comentarios:
Publicar un comentario