UNA
NUEVA SOCIEDAD
¿O UN
TSUNAMI SOCIAL Y ECOLÓGICO?
Escribe
LEONARDO
BOFF (*)
Viernes
1º de julio, 2011
.
En mi último artículo lancé la idea,
sustentada por minorías, de que estamos ante una crisis sistémica y terminal
del capitalismo, y no es una crisis cíclica. Dicho en otras palabras: las
condiciones para su reproducción han sido destrozadas, sea porque los bienes y
servicios que puede ofrecer han llegado al límite por la devastación de la naturaleza,
sea por la desorganización radical de las relaciones sociales, dominadas por
una economía de mercado en la que predomina el capital financiero. La tendencia
dominante es pensar que se puede salir de la crisis, volviendo a lo que había
antes, con pequeñas correcciones, garantizando el crecimiento, recuperando
empleo y asegurando ganancias. Por lo tanto, los negocios continuarán as usual.
Las mil
millonarias intervenciones de los Estados industriales salvaron los bancos y
evitaron el derrumbe del sistema, pero no han transformado el sistema
económico. Peor aún, las inyecciones estatales facilitaron el triunfo de la
economía especulativa sobre la economía real. La primera es considerada el
principal desencadenador de la crisis, al estar comandada por verdaderos
ladrones que ponen su enriquecimiento por encima del destino de los pueblos,
como se ha visto ahora en Grecia. La lógica del enriquecimiento máximo está
corrompiendo a los individuos, destruyendo las relaciones sociales y castigando
a los pobres, acusados de dificultar la implantación del capital. Se mantiene
la bomba con su espoleta. El problema es que cualquiera podría encender la
espoleta. Muchos analistas se preguntan con miedo: ¿el orden mundial
sobreviviría a otra crisis como la que hemos tenido?
El
sociólogo francés Alain Touraine asegura en su reciente libro Después de la
crisis (Paidós 2011): la crisis o acelera la formación de una nueva sociedad o
se vuelve un tsunami, que podrá arrasar todo lo que encuentre a su paso,
poniendo en peligro mortal nuestra propia existencia en el planeta Tierra (p.
49.115). Razón de más para sostener la tesis de que estamos ante una situación
terminal de este tipo de capital. Se impone con urgencia pensar en valores y
principios que puedan fundar un nuevo modo de habitar la Tierra, organizar la
producción y la distribución de los bienes, no sólo para nosotros (hay que
superar el antropocentrismo) sino para toda la comunidad de vida. Este fue el
objetivo al elaborar la Carta de la Tierra, animada por M. Gorbachov que, como
ex-jefe de Estado de la Unión Soviética, conocía los instrumentos letales
disponibles para destruir hasta la última vida humana como afirmó en varias
reuniones.
Aprobada
por la UNESCO en 2003, la Carta de la Tierra contiene efectivamente «principios
y valores para un modo de vida sostenible, como criterio común para individuos,
organizaciones, empresas y gobiernos». Urge estudiarla y dejarse inspirar por
ella, sobre todo ahora, en la preparación de la Río+20.
Nadie
puede prever lo que vendrá después de la crisis. Solo se presentan
insinuaciones. Todavía estamos en la fase de diagnóstico de sus causas
profundas. Lamentablemente son sobre todo los economistas quienes hacen los
análisis de la crisis y menos los sociólogos, antropólogos, filósofos y
estudiosos de las culturas. Lo que va quedando claro es lo siguiente: ha habido
una triple separación: el capital financiero se desenganchó de la economía
real; la economía en su conjunto, de la sociedad; y la sociedad en general, de
la naturaleza. Y esta separación ha creado tal polvareda que ya no vemos los
caminos a seguir.
Los
“indignados” que llenan las plazas de algunos países europeos y del mundo
árabe, están poniendo el sistema en jaque. Es un sistema malo para la mayoría
de la humanidad. Hasta ahora eran víctimas silenciosas, pero ahora gritan
fuerte. No sólo buscan empleo, reclaman principalmente derechos humanos
fundamentales. Quieren ser sujetos, es decir, actores de otro tipo de sociedad
en la que la economía esté al servicio de la política y la política al servicio
del bien vivir, de las personas entre sí y con la naturaleza. Seguramente no
basta querer. Se impone una articulación mundial, la creación de organismos que
hagan viable otro modo de convivir, y una representación política ligada a los
anhelos generales y no a los intereses del mercado. Hay que reconstruir la vida
social.
Por mi
parte veo indicios en muchas partes del surgimiento de una sociedad mundial eco
centrada y biocentrada. Su eje será el sistema-vida, el sistema-Tierra y la
Humanidad. Todo debe centrarse en esto. De no ser así, difícilmente evitaremos
un posible tsunami ecológico-social.
.
(*)LEONARDO
BOFF es un teólogo, filósofo y escritor nacido en Concordia, Estado de Santa
Catarina, Brasil Es uno de los fundadores de la Teología de la Liberación,
junto con Gustavo Gutiérrez Merino. En 1985, la Congregación para la Doctrina
de la Fe, dirigida por el ya cardenal Ratzinger (hoy Papa Benedicto XVI) le
silenció por un año por su libro La Iglesia, Carisma y Poder, que estaba en
contra de la Doctrina de la Iglesia Católica. Ha trabajado como profesor en los
campos de teología, ética y filosofía en Brasil, además de dar conferencias en
muchas universidades en el extranjero, como Heidelberg, Harvard, Salamanca,
Barcelona, Lund, Lovaina, París, Oslo, Turín. Ha escrito más de 100 libros,
traducidos a muchas lenguas. En 1997, el Parlamento Sueco le otorgó el premio
Right Livelihood
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