MEXICO: IMPACTO DE
LAS
MINERAS CANADIENSES
Escribe
VÍCTOR
MARTÍN GÓMEZ
Publicó:
“Rebelión”
22 de
marzo 2012
(SACADO
de CONTEXTO)
http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2012/03/16/104132928
La
industria de la minería está muy presente en México dado que es un país con un
terreno rico en minerales y perfecto para ser explotado. Desde 1994, año en que
entró en vigor el TLC con Estados Unidos y Canadá, las empresas norteamericanas
han entrado de lleno en el territorio mexicano para hacerse con los recursos
que aquí habitan.
Mención
especial merecen las mineras canadienses. Éstas cuentan con el apoyo y el
permiso del gobierno federal y de las autoridades estatales para explotar la
tierra mexicana, lo cual hace muy fácil su estancia. Al permiso hay que añadir
los bajos impuestos que pagan por establecerse en estas tierras.
Los
autóctonos se quejan dado que la producción minera no deja ni recursos ni beneficios
en tierra local. Todo se marcha fuera, de vuelta al Norte. Raúl Delgado Wise,
investigador del Centro de Estudios del Desarrollo de la Universidad Autónoma
de Zacatecas, habla sobre la situación en el municipio de Mazapil (en el
desierto del Estado de Zacatecas) con la mina Peñasquito, propiedad de la
compañía canadiense Gold Corp Inc., una empresa que “no significa gran cosa
para Zacatecas, porque realmente no repercute en el desarrollo de la entidad”.
Además, añade, “ha significado una fuga de recursos para la entidad, porque los
impuestos no se quedan, sólo deja una secuela de destrucción ecológica
tremenda”.
Efectivamente,
lo que dejan las mineras es una mala y precaria situación de sus trabajadores y
un impacto devastador en la ecología de la zona. La contaminación no es sólo
presente; cuando la mina deja de funcionar, la región es imposible de ser
recuperada tiempo después, pues la devastación ya se ha producido. Esto ha
ocurrido, por ejemplo, con la mina Real de Ángeles en el municipio Noria de
Ángeles (Zacatecas), de la empresa Frisco. Se da el caso de que los mayores
proyectos de exploración se dan en las zonas más pobres del país. Las ganancias
que tienen estas compañías no repercuten en la riqueza de dichas zonas, que
siguen siendo las más pobres.
En San
Luís Potosí el caso más notorio es el de la mina New Gold-Minera San Xavier,
uno de los proyectos que más conflicto ha generado con los vecinos locales
dadas las consecuencias que tiene el proyecto (contaminación de tierras y agua,
aumento de enfermedades, destrucción ambiental, etc.). Las protestas
antimineras se desatan por todo el país. Recurrimos de nuevo al diario La
Jornada: "Son importantes las luchas de Chicomuselo, Chiapas; la de los
opositores a la mina Caballo Blanco, en Veracruz; la de San José del Progreso y
Capulalpan, en Oaxaca; la que se desarrolla en la región Costa-Montaña, en
Guerrero; la de los huicholes en Jalisco, y varios municipios de Chihuahua,
Sonora y Baja California, en el norte del país. Son la luchas antimineras más
visibles, las que han trascendido el espacio local y sus voces inconformes son
escuchadas mas allá de su localidad; la mayoría de ellas inclusive participan
en la Red Mexicana de Afectados por la Minería (Rema) y la Asamblea Nacional de
Afectados Ambientales".
En
total, son más de 200 las empresas canadienses instaladas en todo el país.
Salvador García, vicepresidente de Gold Corp Inc, reconoció en una entrevista
que su compañía prevé duplicar su capacidad productiva en los próximos tres
años, de modo que México le podría aportar hasta 50 por ciento del oro que
produce. Su próximo proyecto es Camino Rojo. “No sabemos si Camino Rojo puede
ser otro Peñasquito, pero las expectativas nos señalan que así puede ser”
afirma este directivo canadiense que reconoce que hoy Peñasquito es la mina más
importante de la compañía. Como leemos en El Porvenir, “En 2011, Goldcorp
produjo 691 mil onzas de oro en las tres minas que tiene en México, un avance
de 6.6 por ciento comparado con el año previo, cuando fueron 648 mil onzas”.
Queda
claro que la explotación de estos recursos, su disfrute y sus beneficios no van
destinados a la población local y ni siquiera nacional. Las cifras de las que
hablamos son las que inflan ese notable crecimiento económico que tiene este
país y que tanto gusta remarcar a los políticos. Desgraciadamente, la riqueza
que se obtiene de esta situación ni se reparte ni se queda en casa. Los
propietarios de estas empresas se enriquecen, no así los trabajadores de las
minas ni los vecinos de las cercanías.
Como se
lee en La Jornada, "el ejemplo más claro es que Germán Larrea Mota
Velasco, el principal accionista del consorcio minero Grupo México –el dueño de
la mina Pasta de Conchos, colapsada por una explosión en febrero de 2006–,
ocupa el cuarto lugar entre los multimillonarios mexicanos, y el 48 en el
mundo, con una fortuna de 14 mil 200 millones de dólares". México, así
como muchos países de América Latina, es sólo el campo de explotación para que
los países del Norte puedan mantener el nivel de vida y de producción que
tienen hoy en día. Se cumple así la premisa capitalista que viene a justificar,
a modo desarrollista, que para que unos vivan bien, otros tienen que vivir mal.
Los países del Sur siempre ocupan ese segundo lugar en beneficio de los norteños.
México
no es el único, desde luego. Gold Corp Inc. tiene proyectos en Argentina (Cerro
Negro), Chile (El Morro) y Quebec-Canadá (Eleonor). En Perú, por ejemplo, el
caso de la mina Conga, en la región de Cajamarca, causó mucho revuelo y
protestas por el peligro que suponía al vaciar cuatro lagunas. En Brasil o
Panamá hay más proyectos. Estos son sólo unos pocos casos. América Latina está
llena de ellos.
Resulta
obvia la incidencia que tiene la llegada de empresas internacionales a estos
territorios. Desestabilizan la economía local, trastocan la vida de los
lugareños (en todos sus ámbitos), ejercen su dominio sobre el territorio,
acaban con los ecosistemas y con la diversidad ecológica del lugar y se lucran
con la sobre explotación de unos recursos naturales limitados. La colonización
del siglo XXI no viene en carabelas ni trae espejos. No obstante, a pesar de la
represión que se ejerce, a pesar del poder que tienen estas grandes compañías,
los grupos locales se organizan y se enfrentan a esta injusticia que tienen que
sufrir día tras día. Nunca van a dejarse ser sometidos. Este conflicto presente
lleva años vivo y así seguirá durante años.
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