jueves, 29 de marzo de 2012

Viernes 30 de marzo, 2012 - UN SATÉLITE PUEDE TRASPORTAR BOMBAS ATÓMICAS


  ILUSIONES RECICLADAS  

Escribe
JORGE
GÓMEZ BARATA (*)
Fuente:
ARGENPRESS.info
30 de marzo de 2012
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(*) JORGE GÓMEZ BARATA- Profesor, escritor, historiador, investigador y periodista cubano- Vive en La Habana- autor de numerosos estudios sobre EEUU.  Especializado en temas de política internacional. Colaborador habitual en los principales medios de prensa, latinoamericanos y extranjeros. Hadicho que “En todas las esferas del saber y de la práctica social, incluyendo la economía, la verdad es siempre sencilla, ...”
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Para no variar en la II Conferencia de Seguridad Nuclear efectuada en Seúl, con la presencia de los países poseedores de armas nucleares, otros capaces de enriquecer uranio y fabricar tecnologías asociadas, excepto Corea del Norte e Irán, se levantaron nuevos fantasmas: el satélite y los cohetes norcoreanos.

La omisión reitera un vicio de la diplomacia multilateral de estilo imperial dada a examinar complicados problemas en grandes foros a los que asisten muchos representantes, excepto los directamente implicados y aquellos cuya participación sería determinante para encontrar soluciones. Se habla y se juzga a Irán sin convocarlo, se reflexiona sobre Corea del Norte sin su presencia y se efectúa una reunión de “Amigos de Siria” sin el gobierno sirio. El proceder recuerda el estéril esfuerzo de predicar a los conversos.

 Hace unos diez años Irán es eje de un peligrosos contencioso nuclear derivado de sospechas que los fabulosos servicios de inteligencia de Estados Unidos y la OTAN y decenas de inspecciones de la Organización Internacional de Energía Atómica no han conseguido probar, mientras Corea del Norte que recién dio pasos creíbles para, a cambio de promesas y de alimentos, establecer una moratoria en su programa nuclear, regresa a los primeros planos, esta vez no por la bomba atómica sino por un satélite y sobre todo por el cohete que puede impulsarlo al espacio.

Desde 1957 se han colocado en órbita más de 4000 satélites pertenecientes a unos 50 países. Ninguno ha provocado tensiones ni temores como los generados por el anuncio de Corea del Norte de que en abril lanzará su primer artefacto espacial con lo cual ingresará en un selecto club capaz, no sólo de fabricar los más emblemáticos aparatos de la tecnología avanzada, sino de elevarlos a alturas siderales, cosa que hasta ahora sólo Rusia, Estados Unidos, Francia, Japón, China, Reino Unido, India, Israel e Irán podían hacer.

Cuarenta de los 50 países poseedores de satélites de uso civil los han encargado a otros estados que en muchos casos cooperan con sus clientes en el lanzamiento. En el caso de Corea del Norte la manzana de la discordia no es el satélite, sino el cohete, una de las tecnologías llamadas de “doble propósito”. El mismo cohete que pone en órbita un satélite puede trasportar bombas convencionales o atómicas y batir blancos a distancias inalcanzables para la artillería y la aviación. Según Estados Unidos, Corea del Sur y la OTAN, aunque el satélite fuera de uso civil, pudiera tratarse de una prueba balística encubierta.

 Los satélites artificiales fueron los primeros artefactos de la carrera espacial iniciada por la Unión Soviética que en rápida sucesión puso en órbita el primer Sputnik (1957), un mes después envió al espacio extraterrestre a la perra “Laika” primera criatura viva en salir del planeta y en 1961 lanzó al cosmos a Yuri Gagarin, el primer astronauta.

La lucha por la supremacía espacial fue parte esencial de la Guerra Fría, no sólo por el poderío que supone la capacidad para colocar un vehículo fuera de la atmosfera terrestre, sino por la posibilidad de disponer de proyectiles balísticos capaces de viajar más allá del horizonte, superar el obstáculo que representa la curvatura de la tierra y alcanzar blancos colocados no sólo a grandes distancias, sino también en las antípodas.

Con la carrera espacial apareció también la era de la cohetería estratégica o intercontinental y no fueron los coreanos sino los soviéticos y los norteamericanos quienes realizaron las primera pruebas de cohetes balísticos y teledirigidos encubriéndolos con el lanzamiento de diferentes tipos de satélites. Por cada cohete destinado a usos pacíficos o experimentales se fabrican cierto número con destino militar.

El primer autor científicamente acreditado que reflexionó sobre el desafío científico y tecnológico que representaba lanzar un proyectil a altura y velocidad apropiada para realizar una parábola suficientemente extensa como para alcanzar blancos situados más allá del horizonte fue Julio Verne, que en su obra: “Los 500 Millones de la Begún (1879) en la cual alude a un cañón habilitado para lanzar proyectiles a velocidad y altura suficiente como para convertirlo en satélites de la tierra.

Los cohetes impulsados por combustible sólido (una mezcla parecida a la pólvora) cuya versión más antigua y popular son los utilizados en espectáculos pirotécnicos, se emplean como mínimo desde el siglo XIII. Los misiles de combustible líquido tuvieron que esperar por el desarrollo de las técnicas para fabricar gasolina y keroseno y más adelante otras mezclas químicas. El científico que exploró la posibilidad de utilizar los misiles para viajar por el espacio fue el sabio ruso Konstantín Tsiolkovsky (1857) y sus compatriotas soviéticos fueron los primeros en lograrlo.

Debido a la falta de transparencia característica de la sociedad coreana, al acoso de que es objeto y a lo sorprendente de algunos de sus proyectos, es difícil saber de qué se trata exactamente el experimento que planea realizar en el próximo mes de abril. En cualquier caso, probablemente disponer de proyectiles de alcance intercontinental no los haga más fuertes ni más seguros.

 Evidentemente se trata de una manifestación de las tensiones características de las relaciones internacionales: cuando todavía ninguna de las dos crisis nucleares del momento, ambas con potencial para provocar un conflicto global e incluso poner en peligro a la especie, se han solucionado, aparece otra. Ayer fueron las luchas por la reunificación que llevaron a la Guerra de Corea (1950-1953), luego el diferendo por la posesión de la bomba; ahora se trata de satélites y cohetes: ¿Y luego qué?.

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