ILUSIONES
RECICLADAS
Escribe
JORGE
GÓMEZ
BARATA (*)
Fuente:
ARGENPRESS.info
30 de
marzo de 2012
.
(*)
JORGE GÓMEZ BARATA- Profesor, escritor, historiador, investigador y periodista
cubano- Vive en La Habana- autor de numerosos estudios sobre EEUU. Especializado en temas de política
internacional. Colaborador habitual en los principales medios de prensa,
latinoamericanos y extranjeros. Hadicho que “En todas
las esferas del saber y de la práctica social, incluyendo la economía, la
verdad es siempre sencilla, ...”
.
Para no
variar en la II Conferencia de Seguridad Nuclear efectuada en Seúl, con la
presencia de los países poseedores de armas nucleares, otros capaces de
enriquecer uranio y fabricar tecnologías asociadas, excepto Corea del Norte e
Irán, se levantaron nuevos fantasmas: el satélite y los cohetes norcoreanos.
La
omisión reitera un vicio de la diplomacia multilateral de estilo imperial dada
a examinar complicados problemas en grandes foros a los que asisten muchos
representantes, excepto los directamente implicados y aquellos cuya
participación sería determinante para encontrar soluciones. Se habla y se juzga
a Irán sin convocarlo, se reflexiona sobre Corea del Norte sin su presencia y
se efectúa una reunión de “Amigos de Siria” sin el gobierno sirio. El proceder
recuerda el estéril esfuerzo de predicar a los conversos.
Desde
1957 se han colocado en órbita más de 4000 satélites pertenecientes a unos 50
países. Ninguno ha provocado tensiones ni temores como los generados por el
anuncio de Corea del Norte de que en abril lanzará su primer artefacto espacial
con lo cual ingresará en un selecto club capaz, no sólo de fabricar los más
emblemáticos aparatos de la tecnología avanzada, sino de elevarlos a alturas
siderales, cosa que hasta ahora sólo Rusia, Estados Unidos, Francia, Japón,
China, Reino Unido, India, Israel e Irán podían hacer.
Cuarenta
de los 50 países poseedores de satélites de uso civil los han encargado a otros
estados que en muchos casos cooperan con sus clientes en el lanzamiento. En el
caso de Corea del Norte la manzana de la discordia no es el satélite, sino el
cohete, una de las tecnologías llamadas de “doble propósito”. El mismo cohete
que pone en órbita un satélite puede trasportar bombas convencionales o
atómicas y batir blancos a distancias inalcanzables para la artillería y la
aviación. Según Estados Unidos, Corea del Sur y la OTAN, aunque el satélite
fuera de uso civil, pudiera tratarse de una prueba balística encubierta.
La
lucha por la supremacía espacial fue parte esencial de la Guerra Fría, no sólo
por el poderío que supone la capacidad para colocar un vehículo fuera de la
atmosfera terrestre, sino por la posibilidad de disponer de proyectiles
balísticos capaces de viajar más allá del horizonte, superar el obstáculo que
representa la curvatura de la tierra y alcanzar blancos colocados no sólo a
grandes distancias, sino también en las antípodas.
Con la
carrera espacial apareció también la era de la cohetería estratégica o
intercontinental y no fueron los coreanos sino los soviéticos y los
norteamericanos quienes realizaron las primera pruebas de cohetes balísticos y
teledirigidos encubriéndolos con el lanzamiento de diferentes tipos de
satélites. Por cada cohete destinado a usos pacíficos o experimentales se
fabrican cierto número con destino militar.
El
primer autor científicamente acreditado que reflexionó sobre el desafío
científico y tecnológico que representaba lanzar un proyectil a altura y
velocidad apropiada para realizar una parábola suficientemente extensa como
para alcanzar blancos situados más allá del horizonte fue Julio Verne, que en
su obra: “Los 500 Millones de la Begún (1879) en la cual alude a un cañón
habilitado para lanzar proyectiles a velocidad y altura suficiente como para
convertirlo en satélites de la tierra.
Los
cohetes impulsados por combustible sólido (una mezcla parecida a la pólvora)
cuya versión más antigua y popular son los utilizados en espectáculos
pirotécnicos, se emplean como mínimo desde el siglo XIII. Los misiles de combustible
líquido tuvieron que esperar por el desarrollo de las técnicas para fabricar
gasolina y keroseno y más adelante otras mezclas químicas. El científico que
exploró la posibilidad de utilizar los misiles para viajar por el espacio fue
el sabio ruso Konstantín Tsiolkovsky (1857) y sus compatriotas soviéticos
fueron los primeros en lograrlo.
Debido
a la falta de transparencia característica de la sociedad coreana, al acoso de
que es objeto y a lo sorprendente de algunos de sus proyectos, es difícil saber
de qué se trata exactamente el experimento que planea realizar en el próximo
mes de abril. En cualquier caso, probablemente disponer de proyectiles de
alcance intercontinental no los haga más fuertes ni más seguros.
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