PARAÍSOS
FISCALES Y POBREZA
Escribe
CARLOS
MIGUÉLEZ
MONROY (*)
Fuente:
“Alainet”
1º
de abril de 2012.
.(*) CARLOS MIGUÉLEZ MONROY Analista y Periodista.
Publica en “Estrella Digital,· “Argenpress”, ALAINET, entre varios otros medios
de prensa. Coordinador del Centro de Colaboraciones Solidaria Source, que se
trata de una ONG formada por particulares
sensibles a las problematicas comunjtarias (crecimiento, demografía, ecologia,
sociedad)
Cada vez que un
terremoto sacude a un país “pobre”, que un Tsunami hunde a poblaciones costeras
o que desprendimientos de lodo entierran a centenares de personas, los medios
de comunicación despiertan compasión con imágenes de sufrimiento.
De tanto
repetirlas, amortiguan la sensibilidad de las personas, “convencidas” de que la
naturaleza se ensaña con los “pobres”, condenados a esa miseria. Esto permite
continuar con la cena después del telediario y retirarse a la cama con la
conciencia “tranquila”.
La clase política
tiene en sus manos las decisiones para amortiguar esos “desastres naturales” y
asistir a las poblaciones afectadas, así como hacer frente al hambre y la
pobreza. Pero la creciente sensación de que los políticos han dejado de
representar a los ciudadanos anula su participación, al tiempo que aumentan el
consumismo, el desprestigio de la política y la pasividad.
Estas
circunstancias impiden el resurgimiento de un necesario activismo político y
ciudadano para preguntar por qué más de 1.000 millones de personas padecen
hambre en el mundo, mientras más de 13,5 billones (trillions) de dólares se han
desviado a paraísos fiscales, según un informe del Parlamento Europeo.
La corrupción
política, el enriquecimiento de unas minorías a costa del grueso de la
población mundial, el negocio de traficar con armas, con drogas y con personas
deben su éxito financiero a los paraísos fiscales.
Esta “estructura”
económica somete al poder político con la excusa del “libre mercado”. Un poder
político sometido no garantiza la distinción de poderes y la primacía de la
ley, elementos que definen a un auténtico Estado de Derecho.
El entramado de los
paraísos fiscales fue creado con el fin de evadir impuestos para
infraestructuras y el funcionamiento de servicios públicos que garantizarían
derechos humanos fundamentales como la educación, la salud y las pensiones. El
enriquecimiento desmedido de pocos, que esta evasión permite, desemboca en
carencias que castigan a los más pobres.
No todo el dinero
que se encuentra en paraísos fiscales proviene de actividades delictivas. De
hecho, el fruto del trabajo de muchas personas acaba en esos territorios sin
ley para evitar que los políticos sigan esquilmando sus impuestos. Pero el
desvío a paraísos fiscales debilita aún más al Estado, fortalece la cultura del
“sálvese quien pueda” y la ley de la selva.
Proliferan las desigualdades
sociales, la corrupción, la delincuencia y la violencia, donde siempre pierden los
pobres. La democracia y el Estado de Derecho existen sólo de manera formal.
Los Gobiernos de
países empobrecidos recurren a préstamos millonarios del Banco Mundial y del
Fondo Monetario Internacional. A cambio, llevan a cabo ajustes estructurales
para privatizar sectores clave de la economía y se endeudan con altas tasas de
interés. Resultado: debilitación del sector público que garantiza las redes de
protección social para los pobres, crecimiento de la dependencia y permanencia
en la minoría de edad que supone ser llamado “país en vías de desarrollo”.
Con
medios y voluntad para luchar contra la corrupción, así como para fortalecer
sus sistemas de recaudación fiscal, se podría reducir también la dependencia a
una plausible pero insuficiente Ayuda Oficial al Desarrollo. Las medidas de
recaudación fiscal tienen un potencial que supera al de la ayuda, según
conclusiones de la ONG Red Justicia Fiscal.
Para alcanzar los
Objetivos de Desarrollo del Milenio de reducir la pobreza a la mitad para 2015,
los países se comprometieron a incrementar su ayuda al 0,7% de su PIB, cuando
la recaudación fiscal de algunos países alcanza el 30%.
En Brasil, las medidas
fiscales que ha impulsado el presidente Lula da Silva han hecho posible la
recaudación de cerca de 20 mil millones de dólares cada año, lo que ha
contribuido a la lucha contra la evasión fiscal y contra la corrupción.
En
Kenya se puso en marcha una campaña de recaudación con el eslogan “paga tus
impuestos y libera a tu país”.
De las reuniones de
jefes de Estado para acabar los paraísos fiscales han quedado unas listas de
colores que sólo han servido para lavar el nombre de algunos países. De la
participación ciudadana depende que los políticos pongan los medios para acabar
con un sistema que mantiene a tantos pueblos en una eterna adolescencia.
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