EL CAMINO MÁS CORTO
HACIA EL FRACASO
LEONARDO
BOFF (*)
BOFF (*)
lboff@leonardoboff.com
Viernes 24 de abril, 2009
.
De las muchas reflexiones acerca del colapso
del sistema neoliberal, tres despuntan con claridad. La primera es que para
salvar el Titanic que se hunde no bastan correcciones y regulaciones del
sistema que naufraga. Se necesita otra ruta que evite el choque con el iceberg:
una producción que no se rija solamente por la ganancia ni por un consumo
ilimitado y excluyente.
La segunda, no
valen rupturas bruscas con la ilusión de que nos transportarían a otro mundo
posible, pues seguramente implicarían el colapso total del sistema de
convivencia con incontables víctimas, sin tener la seguridad de que de las
ruinas fuera a nacer un orden mejor. La tercera, la categoría sostenibilidad es
el eje de cualquier intento de solución.
Esto significa: el
desarrollo necesario para el mantenimiento de la vida humana y para la
preservación de la vitalidad de la Tierra no puede seguir las pautas de
crecimiento hasta ahora vigentes (ojo al PAC de Dilma Rouseff). Es demasiado
depredador del capital natural y parco en solidaridad generacional presente y
futura.
Es necesario
encontrar un equilibrio sutil entre la capacidad de aguante y de regeneración
de la Tierra con sus diferentes ecosistemas y el pretendido desarrollo
necesario para asegurar el buen vivir humano y la continuidad del proyecto
planetario en curso, equilibrio que representa la nueva e irreversible fase de
la historia.
Esta diligencia
necesita acoger la estrategia de la transición desde el paradigma actual, que
no garantiza un futuro sostenible, a un nuevo paradigma, construido por la
cooperación intercultural, que signifique un nuevo ajuste entre economía y
ecología en la perspectiva del mantenimiento de la vida en la Tierra.
¿Dónde veo el gran
cuello de botella? En la cuestión ecológica. Apenas está siendo citada en
passant en las agendas políticas que buscan la superación de la crisis. En la
reunión del G-20 el día 2 de abril en Londres, el tema no influyó en la
formulación de los instrumentos para ordenar el caos sistémico.
No se trata
solamente del calentamiento global, el más grave de todos, sino también del
deshielo, de la acidez de los océanos, de la desertización creciente, de la
deforestación de grandes zonas tropicales y de la aparición del planeta-favela,
a causa de la urbanización salvaje y del desempleo estructural. Y más todavía:
la revelación de los datos que muestran la insostenibilidad general de la
propia Tierra, cuyo consumo humano ha sobrepasado en un 30% su capacidad de
reposición.
Una naturaleza
devastada y un tejido social mundial dilacerado*desgarrado por el hambre y por
la exclusión anulan las condiciones para reproducir el proyecto del capital
dentro de un nuevo ciclo. Todo indica que los límites de la Tierra son los límites
terminales de este sistema que ha imperado durante varios siglos.
El camino más corto
hacia el fracaso de todas las iniciativas que buscan salir de la crisis sistémica
es esta desconsideración del factor ecológico. No es una «externalidad» que se
pueda tolerar por ser inevitable.
O lo situamos en el
centro de cualquier solución posible o tendremos que aceptar el eventual
fracaso de la especie humana. La bomba ecológica es más peligrosa que todas las
bombas letales ya construidas y almacenadas.
Esta vez tenemos
que ser colectivamente humildes y escuchar lo que la propia naturaleza, a
gritos, nos está pidiendo: renunciar a la agresión que el actual modelo de
producción y consumo implica. No somos dioses ni dueños de la Tierra sino sus
criaturas y sus inquilinos. Bellamente termina Rose Marie Muraro un libro que
será publicado en breve por la Editorial Vozes: Queriendo ser Dios, ¿por qué?: «Cuando
hayamos desistido de ser dioses podremos ser plenamente humanos, que aun no
sabemos qué es, pero que intuíamos desde siempre».
.
(*) LEONARDO BOFF es un teólogo, filósofo y
escritor nacido en Concordia, Estado de Santa Catarina, Brasil Es uno de los
fundadores de la Teología de la Liberación, junto con Gustavo Gutiérrez Merino.
En 1985, la Congregación para la Doctrina de la Fe, dirigida por el ya cardenal
Ratzinger (hoy Papa Benedicto XVI) le silenció por un año por su libro La
Iglesia, Carisma y Poder, que estaba en contra de la Doctrina de la Iglesia Católica.
Ha trabajado como profesor en los campos de teología, ética y filosofía en
Brasil, además de dar conferencias en muchas universidades en el extranjero,
como Heidelberg, Harvard, Salamanca, Barcelona, Lund, Lovaina, París, Oslo, Turín.
Ha escrito más de 100 libros, traducidos a muchas lenguas. En 1997, el
Parlamento Sueco le otorgó el premio Right Livelihood
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