jueves, 19 de abril de 2012

Viernes 20 de abril, 2012 - ABUELO: ¿POR QUÉ LOS MATAN? – POR PLACER HIJO…


ESPAÑA: OTRAS CACERÍAS

Escribe
JORGE
GÓMEZ BARATA (*)
Fuente:
ARGENPRESS.info
19 de abril de 2012
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(*) JORGE GÓMEZ BARATA- Profesor, escritor, historiador, investigador y periodista cubano- Vive en La Habana- autor de numerosos estudios sobre EEUU.  Especializado en temas de política internacional. Colaborador habitual en los principales medios de prensa, latinoamericanos y extranjeros. Hadicho que “En todas las esferas del saber y de la práctica social, incluyendo la economía, la verdad es siempre sencilla, ...”

Cazar fue para el hombre originario una actividad de subsistencia ampliada con la creación de tecnologías arrojadizas (flechas, lanzas y más tarde escopetas y rifles. La caza y la pesca fueron las fuentes de proteína animal que unido al dominio del fuego permitió la cocción de los alimentos y sumó la carne a la alimentación, hecho que tuvo un enorme impacto en la conformación anatómica y sobre todo en el desarrollo del cerebro humano.

Estas actividades aportaron pieles, huesos, espinas y plumas para vestidos, herramientas y objetos de culto. Así el hombre descubrió que en lugar de recolectar frutas y vegetales podía cultivarlos y en vez de cazar podía criar aves y animales. Así surgieron la agricultura y la ganadería. La domesticación introdujo la selección artificial y dio lugar a variedades y razas que se cultivan y se crían exclusivamente para comer.

Cuando ya no necesitó matar animales salvajes para sobrevivir el hombre cambió la actitud hacia ellos y, excepto donde todavía existen esas necesidades, dejó de cazar para comer. La caza se convirtió en un deporte, que confrontaba los instintos y la fuerza de ciertos animales con habilidades humanas, cosa que implicaba esfuerzos y riesgos.

En la medida en que las armas colocaron a los animales y las aves en situación obviamente desventajosa la lid perdió sentido. Abatir a un león a 800 metros de distancia con un fusil de asalto dotado de mira telescópica o un elefante a kilometro y medio con balas explosivas no plantea desafío alguno y difícilmente pueda constituir un placer.

El debate generado por un rey que por placer mata animales salvajes en Africa me ha hecho recordar una de la más grande de las cacerías de todos los tiempos: los bisontes norteamericanos.

Cuando en 1865 se inició la construcción del ferrocarril para unir el este con el oeste de los Estados Unidos, en las inmensas llanuras pastaban unos 36 millones de búfalos; cuatro años después quedaban menos de 100. La cuenta está al alcance de un niño de 11 años y quinto grado. 9x4=36. Se trata de matar nueve millones de bisontes cada año durante cuatro años.

Esta matanza fue posible por la existencia del rifle Winchester y de dos millones de fusiles de avancarga (armas que se cargan por la boca del cañón), de los cuales al concluir la Guerra Civil quedaron disponibles unos dos millones. Los soldados y las armas desmovilizados de aquella contienda fratricida nutrieron las filas de los cazadores de los bisontes del oeste.

A lomos de caballo un “piel roja” debía acercarse a menos de 30 metros del animal y lograr unos 15 impactos de flechas en una dilatada y peligrosa persecución. Con un Winchester desde 180 metros un tirador liquidaba uno de aquellos animales en segundos.

No discuto ahora si para tender el ferrocarril y realizar la conquista del oeste era necesaria semejante matanza, pero lo cierto es que no se realizó por placer, cada animal representaba unos tres dólares, por lo cual la cacería arrojo un ingreso de alrededor de 108 millones de dólares. Los cazadores los llamaban “pepitas de oro andantes.”

He visto en las noticias circunstancias en las que una comunidad y los bomberos se movilizan para salvar un gato en situación de riesgo. Imagínese que pensarán de un sofisticado monarca europeo que paga para matar elefantes.

Anoche le expliqué al más pequeño de mis nietos: “El elefante es el mamífero terrestre de mayor tamaño, vive en estado silvestre en Africa y Asia, por ser herbívoro no amenaza a ninguna otra criatura y por su tamaño y su fuerza, ningún otro animal se le enfrenta ni lo provoca. Domesticado se utiliza como eficaz bestia de trabajo, es actor en espectáculos de circo y se exhiben en los zoológicos de todo el mundo. El elefante no es una fiera ni un depredador, sino una noble criatura.

—Abuelo: ¿Por qué los matan?
—Por placer hijo, por placer

Cada cual sacará sus conclusiones y, a solas con su conciencia, su majestad decidirá si le cuenta a su confesor o se disculpa. Allá nos vemos.

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