ESPAÑA: OTRAS CACERÍAS
Escribe
JORGE
GÓMEZ
BARATA (*)
Fuente:
ARGENPRESS.info
19 de
abril de 2012
.
(*)
JORGE GÓMEZ BARATA- Profesor, escritor, historiador, investigador y periodista
cubano- Vive en La Habana- autor de numerosos estudios sobre EEUU. Especializado en temas de política
internacional. Colaborador habitual en los principales medios de prensa,
latinoamericanos y extranjeros. Hadicho que “En todas
las esferas del saber y de la práctica social, incluyendo la economía, la
verdad es siempre sencilla, ...”
Cazar
fue para el hombre originario una actividad de subsistencia ampliada con la
creación de tecnologías arrojadizas (flechas, lanzas y más tarde escopetas y
rifles. La caza y la pesca fueron las fuentes de proteína animal que unido al
dominio del fuego permitió la cocción de los alimentos y sumó la carne a la
alimentación, hecho que tuvo un enorme impacto en la conformación anatómica y
sobre todo en el desarrollo del cerebro humano.
Estas
actividades aportaron pieles, huesos, espinas y plumas para vestidos,
herramientas y objetos de culto. Así el hombre descubrió que en lugar de
recolectar frutas y vegetales podía cultivarlos y en vez de cazar podía criar
aves y animales. Así surgieron la agricultura y la ganadería. La domesticación
introdujo la selección artificial y dio lugar a variedades y razas que se
cultivan y se crían exclusivamente para comer.
Cuando
ya no necesitó matar animales salvajes para sobrevivir el hombre cambió la
actitud hacia ellos y, excepto donde todavía existen esas necesidades, dejó de
cazar para comer. La caza se convirtió en un deporte, que confrontaba los
instintos y la fuerza de ciertos animales con habilidades humanas, cosa que
implicaba esfuerzos y riesgos.
En la
medida en que las armas colocaron a los animales y las aves en situación
obviamente desventajosa la lid perdió sentido. Abatir a un león a 800 metros de
distancia con un fusil de asalto dotado de mira telescópica o un elefante a
kilometro y medio con balas explosivas no plantea desafío alguno y difícilmente
pueda constituir un placer.
El
debate generado por un rey que por placer mata animales salvajes en Africa me
ha hecho recordar una de la más grande de las cacerías de todos los tiempos:
los bisontes norteamericanos.
Cuando
en 1865 se inició la construcción del ferrocarril para unir el este con el
oeste de los Estados Unidos, en las inmensas llanuras pastaban unos 36 millones
de búfalos; cuatro años después quedaban menos de 100. La cuenta está al
alcance de un niño de 11 años y quinto grado. 9x4=36. Se trata de matar nueve
millones de bisontes cada año durante cuatro años.
Esta
matanza fue posible por la existencia del rifle Winchester y de dos millones de
fusiles de avancarga (armas que se cargan por la boca del cañón), de los cuales
al concluir la Guerra Civil quedaron disponibles unos dos millones. Los
soldados y las armas desmovilizados de aquella contienda fratricida nutrieron
las filas de los cazadores de los bisontes del oeste.
A lomos
de caballo un “piel roja” debía acercarse a menos de 30 metros del animal y
lograr unos 15 impactos de flechas en una dilatada y peligrosa persecución. Con
un Winchester desde 180 metros un tirador liquidaba uno de aquellos animales en
segundos.
No
discuto ahora si para tender el ferrocarril y realizar la conquista del oeste
era necesaria semejante matanza, pero lo cierto es que no se realizó por
placer, cada animal representaba unos tres dólares, por lo cual la cacería
arrojo un ingreso de alrededor de 108 millones de dólares. Los cazadores los
llamaban “pepitas de oro andantes.”
He
visto en las noticias circunstancias en las que una comunidad y los bomberos se
movilizan para salvar un gato en situación de riesgo. Imagínese que pensarán de
un sofisticado monarca europeo que paga para matar elefantes.
Anoche
le expliqué al más pequeño de mis nietos: “El elefante es el mamífero terrestre
de mayor tamaño, vive en estado silvestre en Africa y Asia, por ser herbívoro
no amenaza a ninguna otra criatura y por su tamaño y su fuerza, ningún otro
animal se le enfrenta ni lo provoca. Domesticado se utiliza como eficaz bestia
de trabajo, es actor en espectáculos de circo y se exhiben en los zoológicos de
todo el mundo. El elefante no es una fiera ni un depredador, sino una noble
criatura.
—Abuelo:
¿Por qué los matan?
—Por
placer hijo, por placer
Cada
cual sacará sus conclusiones y, a solas con su conciencia, su majestad decidirá
si le cuenta a su confesor o se disculpa. Allá nos vemos.
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