LA REALIDAD
Y LA CONTRA REALIDAD
Escribe
EDGAR
BORGES (*)
(Desde
España.Especial para
ARGENPRESS CULTURAL)
26 de
mayo 2012
(*) EDGAR BORGES
(Caracas, 1966) es autor de novelas, relatos, crónicas y obras de teatro. La
literatura de Edgar Borges, que según el propio escritor "observa los
detalles invisibles que acompañan lo cotidiano", ha originado diversos
estudios. La publicación de sus libros ha despertado la atención de importantes
intelectuales. Edita desde 1992 en América Latina y Europa. Colabora en
importantes medios.
No
puedo evitar, ante una concepción del mundo que se está (inevitablemente)
cayendo, hacerme preguntas sobre las formas contrarias con las que hoy
(sostenida y frenéticamente) se pretende enfrentar la realidad del poder. Y
siempre llego a la conclusión de que la contra realidad sólo alimenta la
realidad. La realidad se construye, esto sigue sin asumirlo, en la práctica, la
izquierda y cualquier intento de alternativa social visible en el panorama. El
siglo XXI ha nacido atrapado entre las redes de una realidad maltrecha y
enferma. Mientras las diversas sociedades diluyen sus angustias en formas
repetitivas de protestas, el gran poder global es el único factor capaz de
reinventar su mecanismo de dominio. “Batallen miserables de la tierra”, parece
pensar la bestia, “batallen por defender lo básico que nosotros administraremos
el todo”.
Ya no
es como antes, ya no me llena (ni la existencia ni el pensamiento) la crítica
que los grupos de las esquinas le hacen al poder. Me aturde el carnaval de
mensajes cuestionadores (de la realidad político económica) que circulan en las
redes sociales. Sospecho que el poder nos dejó hasta el último punto y coma del
guión de la crítica. El tiempo está pasando y, por más que la indignación y la
utopía formen parte de esas modas que se repiten como esperanzas que van y
vienen, cada vez bajamos más los escalones hacia el sótano del submundo.
En
estos días un amigo me preguntaba, en el marco de mis interpretaciones, ¿qué
papel juegan los gobiernos de América Latina en el escenario del derrumbe
global? (Europa cada vez es menos Europa; China dejó atrás los sueños chinos;
los países árabes batallan, hasta en pesadillas, por continuar siendo árabes;
África no tiene tiempo de ser África; la máscara se ha convertido en la cara)
En un momento, le dije, se convirtieron en un nuevo punto de luz para quienes
desde siempre hemos anhelado el mundo posible. Hoy, creo, esa luz se está
quedando estampada en las paredes ante la falta de una nueva realidad.
Necesaria (y urgente) es la construcción de otro modelo de Estado realmente
alternativo al modelo del desarrollismo en desplome. Y a mi que me perdonen los
muchos amigos no dispuestos al cuestionamiento interno, pero lo que observo, de
parte de los Estados, es la reiteración de una forma de poder capitalista,
grupal y en algunos casos hasta miserable.
Hoy,
después de tanto desgaste, atacar la realidad desde la contra realidad carece
de sentido. Desde ese ángulo de la batalla sólo logramos reproducir la misma
realidad (que nos esclaviza). No me interesa que Brasil se convierta en la
economía emergente del capitalismo; tampoco me importa que Venezuela pretenda
ser una potencia del mundo (¿para cuándo dejaremos el desmontaje de la noción
de imperio como doctrina exclusiva de la relación Yo y los otros?). Algunas
cuestiones me recuerdan a la señora que entre gritos le pide a su hijo que no
grite. La realidad que pretenda un revolucionario no puede ser convertirse en
relevo de la realidad que cuestiona. En todo caso, lo coherente sería formar
parte (en forma y fondo) de otra realidad (¿dónde está el modelo alternativo a
la actual realidad?).
Ya no requerimos contra información ni contra
educación (como tampoco contra cultura ni contra economía); la contra realidad
(de tanto pelear contra las cuerdas) terminó formando parte del mismo pulso del
combate que diseñó la realidad. El sistema hoy es un todo que sabe ser derecha
e izquierda pero también sabe no ser país ni individuo cuando le conviene jugar
a que todas las formas sean útiles a sus intereses (millones de seres humanos
participan en la defensa del juego de las nacionalidades y siempre ganan los
dueños de la casa global del mercado). Aprender a no ser (emergente) futuro
sostén del modelo devora personas; crear la ecología de una nueva realidad que
sea capaz de devolverle el sentido a las situaciones (y las relaciones)
cotidianas de los seres humanos (y que fluya el nuevo modelo en la ruta de su
propia dinámica). Aprender a no correr la falsa carrera; asumir que esta
respiración no es mi respiración, ser uno en otro sentido (el sentido) y
regresar al camino de los tiempos. Nuestro tiempo. He ahí el mundo por hacer.
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