CAVAR BUSCANDO LA AURORA
Manuel Cañada |
Escribe
MANUEL
CAÑADA
Periodista,
Escritor
Fuente
“Extremadura
Progresista”
Publicó
“Rebelión”
28 de
mayo 2012
.
(*)JAVIER MESTRE – (España-Madrid 1967) Escritor, periodista
y profesor de secundaria. Trabajó para medios de prensa como Cadena Ser o Levante, entre otro, antes de dedicarse a la enseñanza. Su primera
novela, LA ESPINA ROJA: "KOMATSU PC-340", (Caballo de Troya 2011) ha
recibido una muy favorable acogida de crítica y público. Es muy original y actual su enfoque sobre la realidad social de estos tiempos de crisis en que anda este mundo nuestro.
El
nombre de una excavadora de 34 toneladas es el título de la primera novela de
Javier Mestre. “Un automóvil rugiente, que parece correr sobre la ráfaga, es
más bello que la Victoria de Samotracia”, escribió el futurista Marinetti.
También aquí, en la narración que nos ocupa, entre el trajín y el estruendo de
las tuneladoras, podremos encontrar más verdad y más belleza que en las
socorridas novelas de la clase media. Porque Komatsu no es un relato de
escritores para escritores, ni otra novela más de progres cultivados y
escépticos.
Javier Mestre. |
Es una
novela, magníficamente enhebrada, sobre la dominación del trabajo en nuestros
días y sobre las posibilidades redentoras del amor y la lucha social. El libro
cuenta la historia de amor entre Victoria, ingeniera en las obras de la M-30 y
Santiago, el conductor de uno de los inmensos ingenios de la perforación a los
que se alude en el título. La inusual relación nace a raíz de la muerte en
accidente laboral de Gumersindo, un trabajador inmigrante sin papeles. En el
relato se van anudando los meandros de lo social y lo íntimo, el crimen
ordinario donde se amasan las fortunas y el amor como fundamental escapatoria.
A
través de estampas comunes, el autor nos va desvelando la minuciosa red de
sometimientos, trampas y rendiciones que explican el estado de nuestro mundo.
Las conversaciones a la hora del bocadillo, el bálsamo de las confidencias en
los bares amigos, el paripé de la visita de los representantes institucionales
y sindicales a las obras, la trama de subcontratas, encargados y competitividad
inducida que convierten los centros de trabajo en transparentes panópticos para
los que mandan…
Todo
parece visto para sentencia: el capital y sus negocios, inexpugnables; los
inmigrantes, invisibles; las vidas de la clase media, arruinadas en la
mediocridad; las vidas de todos, condenadas a dar vueltas en la interminable
noria de los trepadores. Casi todo conspira para que nos rindamos. Y, sin
embargo, algo se escapa a los meticulosos planes del poder, algo se resiste a
la rutina del dominio. Entre los pliegues de lo cotidiano, se alzan la
resistencia social y el amor como últimas trincheras. Y a partir de ahí, la
novela nos irá relatando la posibilidad de que estas dos incautas esperanzas
puedan enfrentarse a la férrea urdimbre de determinaciones o si, por el
contrario, como ocurre habitualmente, la barca del amor se estrellará contra la
vida cotidiana…
(…..) Incondicionalidad de la lucha, rescate
de los muertos, distorsión de la lengua “De los muchos caminos con que un
hombre cuenta para escapar al apaciguamiento, estos son seguramente los tres
más importantes: la incondicionalidad de la lucha, el rescate de los muertos y
la distorsión de la lengua” (…..) Luchar es conspirar con otros, conocer con
otros, evaluar con otros las fuerzas propias y las del enemigo, buscar aliados,
elegir las estrategias y cuñas...
Pero
luchar es, a menudo en primer lugar, combatir contra uno mismo: “Ahí estaba
Viqui muriendo, Victoria naciendo, cuando soltó de pronto, secamente, sin
miramientos, sin introducciones, por sorpresa, su aparente sentencia de muerte
como ingeniera de la UTE, la expresión definitiva de su compromiso con todo lo
demás, lo accesorio, lo colateral, lo de debajo”.
Como el
de Victoria-Manuela, el de Javier Mestre es un sólido compromiso con “lo
colateral, lo de debajo”. Komatsu no es una novela escrita para el Mercado ni
para la Academia -que es con quienes están comprometidas a sangre y fuego la
inmensa mayoría de las novelas convencionales, presuntamente “apolíticas”. En
sus páginas, hay un permanente esfuerzo por acoger a los otros sujetos sociales
y políticos, a los actores colectivos que cuestionan el ruido y el silencio
dominantes.
Militantes
y afanes del sindicalismo no vendido, la izquierda anticapitalista, la cultura
crítica o el ecologismo social pueblan la narración de debates, preocupaciones
y rebeldías actuales. Frente a la milonga de la “novela sin sujeto”, Komatsu es
una novela con sujetos reconocidos y reconocibles. Las reuniones o actividades
de Ecologistas en Acción, las Oficinas de Derechos Sociales, Ferrocarril
Clandestino, la CGT, los críticos de CCOO, la agrupación Marx Madera del PCE,
la Plataforma Vecinal contra la M-30 o las asociaciones de la memoria
histórica, aparecen en el relato componiendo un fresco del activismo social y
político de nuestra época.
Javier
Mestre entronca con esa corriente literaria, arrinconada en los desvanes del
consenso. Otra literatura es necesaria, una literatura realista, es decir que
revele realidad, que se atreva a inmiscuirse en los blindados muros de los
Centros de Internamiento de Inmigrantes, o en los entresijos de la asesina siniestralidad
laboral, o en el exquisito tejido del ostracismo social y político
contemporáneo. Costumbrismo y solipsismo de la experiencia, y falta literatura
de la conciencia y de la resistencia.
(….) Pero
para que esa literatura sea incisiva ha de ser buena literatura, hecha, como
escribió Maiakovski, con “palabras nuevas, expresivas y comprensibles para
todos”. No basta con que sea plenamente consciente de su circunstancia social,
política y económica, además ha de iluminarla con palabras frescas y significativas.
No simple discurso o reflejo estático de la realidad, sino distorsión artística
que alumbre, capacidad dialéctica para articular determinaciones y
contradicciones, construcción de personajes en transformación.
Komatsu
es un buen ejemplo de esa combinación de literatura civil e ingenio narrativo.
El relato nos presenta de una forma novedosa la relación compleja entre
derrotas cotidianas y militancia política. En modo alguno resulta una ingenua
exaltación del activismo, sino una trama que nos invita a reflexionar sobre la
sinceridad, los obstáculos y los límites del antagonismo político. El segundo y
último capítulo es una magnífica muestra de esta habilidad para esquivar la
simplificación y el maniqueísmo. Han pasado algunos años y nuestros protagonistas,
Victoria y Santiago, tras la dura experiencia en las obras de la M-30 que ha
fundado su relación, han acabado recalando en el pueblo de los padres de él.
Victoria
es ahora la arquitecta de la mancomunidad de municipios y Santiago sigue
trabajando con una máquina excavadora, aunque en condiciones más precarias.
Victoria “tiene que lograr que su marido la acompañe en la aventura de dejarse
llevar por el sueño y tratar de criar al niño con la felicidad que es posible
aquí y ahora“(…).
(…..) Casi
todo conspira para que nos rindamos. Rodeados por las reconvenciones
familiares, la atmósfera del corporativismo o los múltiples mecanismos de
control social, tan bien descritos en el relato, estamos a punto de asumir la
imposibilidad o improcedencia de seguir luchando.… El cacique o el encargado,
tan atento a nuestras flaquezas, a nuestros cotidianos talones de Aquiles, nos
aliviará el tránsito en la adaptación a otra actitud más sensata y responsable:
(….)“Es sano tener aspiraciones
revolucionarias cuando se está descubriendo el mundo”, le dice Rocabruna, un
amigo de la familia, a Victoria, en el momento de las primeras dudas. Sí, ya se
sabe, el que no es comunista a los veinte años no tiene corazón, el que lo
sigue siendo a los cuarenta, no tiene cabeza… El autor nos muestra con maestría
la complejidad del sistema de dominación, su capacidad de atracción y
persuasión.
(….) Cabría
objetar que la resolución de la novela parece muy deudora de la necesidad de un
bello final militante. La realidad no se deja agujerear fácilmente, y menos aún
excavar. Pero quizás es únicamente ahí, en la fidelidad al acontecimiento
militante, en el excedente utópico no integrable por el sistema, en la
renovación del vínculo de lucha con otros, en la pugna frente al poder y frente
a nuestra propia rutina, donde pueden abrirse las grietas de la esperanza.
SACADO de CONTEXTO –
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