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ROMPER EL HECHIZO
Escribe
DAVID
BROOKS (*)
Fuente:
“La Jornada” Mx
6 de
junio de 2012
(*) DAVID BROOKS (Toronto, 11 de agosto de
1961), periodista canadiense-estadounidense especializado en política.
Columnista del New York Times y PBS, NYT
entre otras Agencias.. Ha sido
redactor jefe del Weekly Standard y colaborador en Newsweek y Atlantic .Corresponsal en Estados Unidos de “La Jornada” de México. Entre
varios otros medios Autor del bestseller “The Social Animal” (“El animal
social”)
Gogol
Bordello invitó a romper el hechizo y miles brincaron con el puño en alto al
ritmo de la banda de punk gitano en su concierto más reciente. Aunque la
canción se trata de la discriminación contra el pueblo Roma (gitano) y a todos
les encanta su música, siempre y cuando se porten bien y sigan marginados, el
mensaje es que todos tenemos que romper el hechizo para poder bailar juntos.
Romper
ese hechizo que permite aceptar lo injusto, robarse lo que ofrecen los de
afuera para la fiesta, pero no para que se queden con la fiesta. La música de
Gogol Bordello es una invitación a que todos dejen de comportarse bien, a
burlarse de las convenciones y los poderes y las fronteras y crear un festival
furioso de acentos de todo el mundo; es una resortera (símbolo de la banda) de
los David contra todos los Goliat.
En
varios puntos de este país y del planeta, de repente miles, tal vez millones,
responden a invitaciones a romper el hechizo y hacer otra fiesta a la cual
todos están invitados. En Quebec, en Chile, en España, en Grecia, en el mundo
árabe, ahora en México, y hay informes de que también en Nigeria ha estallado
un movimiento estudiantil masivo, mientras aquí en Estados Unidos, aunque el
movimiento Ocupa Wall Street ya no domina los medios y es menos visible en las
calles, su mensaje continúa retumbando por todo el país.
Se está
rompiendo el hechizo de los magos que durante décadas han logrado crear el
traslado más grande de riqueza de pobres a ricos en casi un siglo y disfrazarlo
de progreso y prosperidad. Pero la realidad alcanzó a los falsos alquimistas
con sus doctorados y licenciaturas en estudios de la ilusión y el engaño y ahora
hay jóvenes brincando con el puño en alto, festejando la expresión de una ira
acumulada con un nuevo ritmo y lenguaje, que corean rompe el hechizo.
En
Washington y Wall Street esperan que todo esto sólo sea una fase de furia
adolescente, que el hechizo funcione de nuevo y todos se queden adormecidos
otra vez. Pero, por ahora, la realidad desnuda a todo el espectáculo de la
crisis neoliberal que afecta no sólo a los países del llamado tercer mundo,
sino a los más ricos, aquí en Estados Unidos y ahora por toda Europa.
La
fiesta del 1 por ciento se está aguando, y ahora cada vez menos quieren bailar
al ritmo de la música oficial. Cada día está más clara la cruda neoliberal en
este y otros países; sólo se tiene que revisar el panorama económico y social de
la crisis en Europa y Estados Unidos. Peor aún, las cúpulas insisten en
continuar con lo mismo, lo cual implica recortes en salud, educación y más
desempleo, y sí, más concentración de riqueza.
Eso no
es nada menos que intentar otro hechizo, según dos economistas premios Nobel
estadunidenses que ahora advierten que las cúpulas políticas y económicas hacen
justo lo opuesto a lo necesario para enfrentar la peor crisis desde la gran
depresión.
Paul
Krugman recuerda que el gran economista John Maynard Keynes declaró que los
tiempos de auge, no de recesión, son los indicados para la austeridad,
entendiendo que reducir gasto público cuando una economía está deprimida es una
estrategia autodestructiva, porque sólo profundiza la depresión. En su columna
del New York Times, Krugman argumenta que cuando gobiernos como el de Gran
Bretaña y el de Estados Unidos promueven una agenda de austeridad, no tiene que
ver con reducir deuda y déficit, sino con usar el pánico del déficit como
pretexto para desmantelar programas sociales. Acusa que la recuperación
económica nunca fue el propósito de estas políticas; la promoción de las
austeridad tiene que ver con utilizar la crisis, no resolverla. Aún es así.
Por su
parte, el economista Joseph Stiglitz afirma, en su artículo en Vanity Fair, que
la desigualdad económica que se ha ampliado durante décadas en Estados Unidos
es lo que está devastando las perspectivas económicas del país. Indica que “la
brecha entre el 1 y el 99 por ciento es vasta al evaluarla en términos de ingreso
anual, y es aún más vasta en términos de riqueza… Consideren la familia Walton:
los seis herederos al imperio Walmart poseen una riqueza combinada de unos 90
mil millones de dólares, lo cual es equivalente a la riqueza de todo el 30 por
ciento más bajo de la sociedad estadunidense”.
Stiglitz
afirma que Warren Buffett, uno de los hombres más ricos del país, estaba en lo
correcto cuando declaró que ha habido una guerra de clases durante los últimos
20 años, y mi clase ha triunfado.
Pero
Stiglitz advierte que para los plutócratas la desigualdad debería ser una
preocupación, no por generosidad, sino por su propio interés. Los ricos
necesitan una sociedad funcional a su alrededor para sostener su posición.
Sociedades ampliamente desiguales no funcionan de manera eficiente y sus
economías no son ni estables ni sustentables. La evidencia de la historia y de
alrededor del mundo moderno es inequívoca: llega un punto en que la desigualdad
es una espiral que lleva a la disfunción económica para toda la sociedad, y cuando
eso sucede aun los ricos pagan un precio alto.
Stiglitz
explica que al concentrarse más dinero arriba, la demanda agregada se desploma
y si no hay una intervención para cambiarlo, la demanda total de una economía,
será inferior a lo que esa economía es capaz de producir, y eso acaba en mayor
desempleo y deprime aún más la demanda. Hoy, la única opción, en medio de una
recesión profunda, es gasto gubernamental, justo lo que aquellos en la cima
intentan limitar.
Ante
todo esto, hoy más que nunca es necesario que se rompa el hechizo. Una estrofa
de una canción de Gogol Bordello afirma que su objetivo es construir un faro
para aquellos que temen la oscuridad (y, por cierto, en su escenario aparece un
pequeño faro). Ese faro lo están construyendo los jóvenes en diversas partes
del mundo. Tal vez todos necesitamos ser gitanos antes de que los dueños de la
fiesta apaguen todas las luces.
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