REINVENTANDO
LA EDUCACIÓN
Escribe
LEONARDO
BOFF (*)
Viernes
1º de junio de 2012
Muniz
Sodré, profesor titular de la Universidad Federal de Río de Janeiro, es una
persona que sabe mucho, pero lo singular de él es que piensa, como pocos, lo
que sabe. El fruto de su pensar es un libro notable que acaba de salir:
Reinventando la educación: diversidad, descolonización y redes (Vozes 2012).
En ese
libro procura enfrentarse a los desafíos planteados a la pedagogía y a la
educación que se derivan de los distintos tipos de saberes, de las nuevas
tecnologías y de las transformaciones promovidas por el capitalismo. Todo esto
a partir de nuestro lugar social que es el hemisferio sur, un día colonizado,
que está pasando por un interesante proceso de neodescolonización y por un enfrentamiento
con el debilitado neoeurocentrismo, hoy devastado por la crisis del euro.
Muniz Sodré |
Muniz
Sodré analiza las distintas corrientes de la pedagogía y de la educación desde
la paideia griega hasta el mercado mundial de la educación, que representa una
burda concepción de la educación utilitarista, al transformar la escuela en una
empresa y en una plaza de mercado al servicio de la dominación mundial.
Desenmascara
los mecanismos de poder económico y político que se esconden detrás de
expresiones que están en la boca de todos, como «sociedad del conocimiento o de
la información». En otras palabras, el capitalismo-informacional-cognitivo
constituye la nueva base de la acumulación del capital. Todo se ha vuelto
capital: capital natural, capital humano, capital cultural, capital
intelectual, capital social, capital simbólico, capital religioso… capital y
más capital. Por detrás se oculta una monocultura del saber maquinal, expresado
por la «economía del conocimiento» al servicio del mercado.
Hoy en
día se ha planeado un tipo de educación que busca la formación de cuadros que
prestan «servicios simbólico-analíticos»,
cuadros dotados de alta capacidad de inventar, de identificar problemas y
de resolverlos. Esta educación distribuye conocimientos de la misma forma que
una fábrica instala componentes en la línea de montaje.
De esta
manera la educación pierde su carácter de formación. Cae bajo la crítica de
Hannah Arendt que decía: se puede seguir aprendiendo hasta el fin de la vida
sin educarse jamás. Educar implica aprender a conocer y hacer, pero sobre todo
aprender a ser, a convivir y a cuidar. Implica construir sentidos de vida,
saber tratar con la compleja condition humaine y definirse frente a los rumbos
de la historia.
Lo que
agrava todo el proceso educativo es el predominio del pensamiento único. Los
norteamericanos viven de un mito y del «destino manifiesto». Imaginan que Dios
les reservó un destino, el de ser el «nuevo pueblo escogido» para llevar al
mundo su estilo, su modo de producir y consumir ilimitadamente, su tipo de
democracia y sus valores del libre mercado. En nombre de esta excepcionalidad
intervienen en el mundo entero, con guerras incluso, para garantizar su
hegemonía imperial sobre todo el mundo.
Europa todavía no ha renunciado a su arrogancia. La Declaración
de Bolonia de 1999 que reunió a 29 ministros de educación de toda Europa
afirmaba que sólo ella podría producir un conocimiento universal, capaz de ofrecer a los
ciudadanos las competencias necesarias para responder a los desafíos del nuevo
milenio. Antes, la imaginada universalidad secundaba los derechos humanos y
estaba presente en el propio cristianismo con su pretensión de ser la única
religión verdadera.
Ahora, la visión es de menor alcance, sólo
Europa garantiza eficacia empresarial, competencias, habilidades y destrezas
que realizarán la globalización de los negocios. La crisis económico financiera
actual está volviendo ridícula esta pretensión. La mayoría de los países no
saben cómo salir de la crisis que han creado. Prefieren lanzar a sociedades
enteras al desempleo y la miseria para salvar el sistema financiero
especulativo, cruel y sin piedad.
Muniz
Sodré plantea en su libro estas cuestiones para la realidad brasileña con el
fin de mostrar qué desafíos debe afrontar nuestra educación en los próximos
años. Ha llegado el momento de asumirnos como pueblo libre y creativo y no un
mero eco de la voz de los otros. Rescata los nombres de educadores que pensaron
una educación adecuada a nuestras virtualidades, como Joaquim Nabuco, Anísio
Teixeira y particularmente Paulo Freire. Darcy Ribeiro hablaba con entusiasmo
de la reinvención de Brasil a partir de la riqueza del mestizaje entre todos
los representantes de los 60 pueblos que vinieron a nuestro país.
La
educación reinventada nos debe ayudar en la descolonización y la superación del
pensamiento único, aprendiendo con las diversidades culturales y sacando
provecho de las redes sociales. De este esfuerzo podrán nacer entre nosotros
los primeros brotes de otro paradigma de civilización que tendrá como
centralidad la vida, la humanidad y la Tierra, la que algunos llaman también
civilización biocentrada.
(*)LEONARDO
BOFF es un teólogo, filósofo y escritor nacido en Concordia, Estado de Santa
Catarina, Brasil Es uno de los fundadores de la Teología de la Liberación,
junto con Gustavo Gutiérrez Merino. En 1985, la Congregación para la Doctrina
de la Fe, dirigida por el ya cardenal Ratzinger (hoy Papa Benedicto XVI) le
silenció por un año por su libro La Iglesia, Carisma y Poder, que estaba en
contra de la Doctrina de la Iglesia Católica. Ha trabajado como profesor en los
campos de teología, ética y filosofía en Brasil, además de dar conferencias en
muchas universidades en el extranjero, como Heidelberg, Harvard, Salamanca,
Barcelona, Lund, Lovaina, París, Oslo, Turín. Ha escrito más de 100 libros,
traducidos a muchas lenguas. En 1997, el Parlamento Sueco le otorgó el premio
Right Livelihood
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