COSTOS POLÍTICOS DEL DESASTRE
Escribe
JORGE
GÓMEZ
BARATA (*)
Fuente:
ARGENPRESS.info
19 de
junio de 2012
(*) JORGE GÓMEZ BARATA- Profesor, escritor,
historiador, investigador y periodista cubano- Vive en La Habana- autor de
numerosos estudios sobre EEUU.
Especializado en temas de política internacional. Colaborador habitual
en los principales medios de prensa, latinoamericanos y extranjeros. Hadicho
que “En todas las esferas del saber y de la práctica
social, incluyendo la economía, la verdad es siempre sencilla, ...”
El
triunfo de la derecha en las elecciones en España y Grecia evidencia algunas de
las consecuencias del atraso político originado por las monarquías y las
dictaduras que gobernaron esos países hasta bien entrado el siglo XX y, aunque
no pueden considerarse como un botón de muestra de la cultura política de
Europa occidental, son datos de la realidad que no pueden ser desestimados.
Por
otra parte se trata de un aviso para quienes, siguiendo una línea de deseos,
exageran el significado de las movilizaciones y protestas espontaneas e
inorgánicas. Consignas y alegorías aparte, la indignación de una parte de la
población europea no significa que la mayoría confíe en la izquierda y mucho
menos que rechace al sistema.
En
Grecia y España, lo mismo que en Chile y Panamá, la derecha no tiene mejores
programas ni líderes más creíbles que la izquierda, pero se beneficia porque
las elecciones no son definidas por la calidad de los argumentos sino por los
temores.
No se
trata del miedo atávico que una vez inspiró el anticomunismo cavernario, sino
de una especie de temor al cambio de sistema que suele asociarse con la
izquierda. Tal vez lo que, por ahora, lo que las masas desean no es sustituir
al capitalismo sino hacerlo tan eficiente como años atrás cuando en lugar de
austeridad promovía el gasto, edificaba estados de bienestar y convertía a
países pobres en sociedades de consumo.
Existen
razones para creer que la zaga del fracaso y la crisis del modelo político de
Europa Oriental y el dramático final de la Unión Soviética están integradas no
sólo por profundas decepciones, sino también por la proliferación exponencial
de prejuicios y reservas frente al socialismo y el comunismo. Se necesitará
mucho tiempo y concluyentes resultados políticos para que aquel legado pierda
vigencia y deje de pasar la factura.
Tal vez
en ese campo, no como modelo porque se trata de realidades absolutamente
diferentes sino como referente, sirva la experiencia latinoamericana donde la
izquierda se refunda sobre bases completamente diferentes, dejando atrás las
doctrinas e ideologías, superando la partidocracia y ampliando los espacios a
la sociedad civil y a los movimientos sociales.
La mala
noticia es que para hacerlo se necesita llegar al poder y disfrutar de consenso
para aplicar el convincente estilo de Kirchner, Lula, Evo o Correa, que no sólo
conquistan a las masas sino que ofrecen un patrón de enfrentamiento al
imperialismo y los centros hegemónicos de poder con riesgos moderados.
Ahora
las grandes economías latinoamericanas dependen menos que los europeos de los
centros financieros internacionales y son más soberanos que sus antiguas
metrópolis.
De
hecho, explotando de modo subliminal los prejuicios contra la izquierda y sus
opciones, incluyendo las versiones “light” del reformismo socialdemócrata, la
derecha europea, que ha creado una crisis cuyos efectos, sumados a las
desgarraduras y los temores de que pueda implantarse algo parecido al
socialismo real, ha logrado que la izquierda no sea considerada como parte de
la solución.
Son
hechos y realidades que es preciso cambiar pero, mientras ello no ocurra es
imposible disminuir sus efectos. La retorica que en nombre de afanes
movilizadores omite los hechos políticos relevantes, daña más que ayudar. Allá
nos vemos.
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