REFLEXIONES
de LEONARDO BOFF
EN LA RÍO+20
AUSENCIA DE
UN RELATO NUEVO
Escribe
LEONARDO
BOFF (*)
Viernes
8 de junio de 2012
El
vacío básico del documento de la ONU para la Río 20 reside en una completa
ausencia de un relato o de una cosmología nuevos que pudieran garantizar la
esperanza del «futuro que queremos», lema del gran encuentro. Tal como está,
niega cualquier futuro prometedor.
Para
sus formuladores, el futuro depende de la economía, poco importa el adjetivo
que se le agregue: sostenible o verde. Especialmente la economía verde realiza
el gran asalto al último reducto de la naturaleza: transformar en mercancía y
poner precio a aquello que es común, natural, vital e insustituible para la
vida como el agua, los suelos, la fertilidad, las selvas, los genes etcétera.
Lo que pertenece a la vida es sagrado y no puede ir al mercado de los negocios.
Pero está yendo, bajo este imperativo categórico: aprópiate de todo, haz
comercio con todo, especialmente con la naturaleza y con sus bienes y servicios.
He aquí
el supremo egocentrismo y arrogancia de los seres humanos, llamado también
antropocentrismo. Éstos ven a la Tierra como un almacén de recursos sólo para
ellos, sin darse cuenta de que no somos los únicos que habitamos la Tierra ni
somos sus propietarios; no nos sentimos parte de la naturaleza, sino fuera y
por encima de ella como sus «dueños y señores».
Olvidamos,
sin embargo, que existe toda la comunidad de vida visible (5% de la biosfera) y
cuatrillones de cuatrillones de microorganismos invisibles (95%) que garantizan
la vitalidad y la fecundidad de la Tierra. Todos ellos pertenecen al condominio
Tierra y tienen derecho a vivir y convivir con nosotros. Sin relaciones de
interdependencia con ellos, ni siquiera podríamos existir. El documento no
tiene en cuenta nada de esto. Podemos decir entonces que con él no hay
salvación. Abre un camino hacia el abismo. Mientras tengamos tiempo, urge
evitarlo.
Nuestro
actual relato o cosmología es el de la conquista del mundo con vistas al
crecimiento ilimitado. Se caracteriza por ser mecanicista, determinista,
atomizada y reduccionista. Según ese relato, el 20% de la población mundial
controla y consume el 80% de todos los recursos naturales, la mitad de las
grandes selvas han sido destruidas, el 65% de las tierras agrícolas
cultivables, perdidas, de 27,000 a 100,000 especies de seres vivos desaparecen
cada año (Wilson) y más de 1000 agentes químicos sintéticos, la mayoría
tóxicos, son lanzados a la naturaleza.
Construimos
armas de destrucción masiva, capaces de eliminar toda la vida humana. El efecto
final es el desequilibrio del sistema-Tierra que se expresa por el
calentamiento global. Con los gases ya acumulados, hacia 2035 llegaremos
fatalmente a un incremento de 3-4° C, lo que hará la vida, tal como la
conocemos, prácticamente imposible.
La
actual crisis económico-financiera, que está sumergiendo a naciones enteras en
la miseria, nos hace perder la percepción del peligro y conspira contra
cualquier cambio necesario de rumbo.
En
contraposición, surge el relato o la cosmología del cuidado y de la
responsabilidad universal, potencialmente salvadora. Consiguió su mejor
expresión en la Carta de la Tierra. Sitúa nuestra realidad dentro de la
cosmogénesis, aquel inmenso proceso evolutivo que se inició hace 13.7 miles de
millones de años. El universo está expandiéndose, auto-organizándose y
auto-creándose continua mente.
En él
todo es relación en redes y nada existe fuera de esta relación. Por eso todos
los seres son interdependientes y colaboran entre sí para garantizar el
equilibrio de todos los factores. La misión humana reside en cuidar y mantener
esa armonía sinfónica. Necesitamos producir no para la acumulación y el
enriquecimiento privado sino lo suficiente y decente para todos, respetando los
límites y los ciclos de la naturaleza.
Por
detrás de todos los seres actúa la Energía de fondo que dio origen y sustenta
el universo permitiendo nuevas emergencias. La más espectacular de ellas es la
Tierra viva y los humanos, la porción consciente de ella, con la misión de
cuidarla y de responsabilizarse por ella.
Este
nuevo relato garantiza «el futuro que queremos». De lo contrario seremos
empujados fatalmente a un caos colectivo con consecuencias funestas. Ella se
revela inspiradora. En vez de hacer negocios con la naturaleza nos situamos en
el seno de ella en profunda sintonía y sinergia, respetando sus límites y
buscando el «vivir bien», que es la armonía con todos y con la Madre Tierra.
La
característica de esta nueva cosmología es el cuidado en lugar de la dominación,
el reconocimiento del valor intrínseco de cada ser y no su mera utilización por
el hombre, el respeto por toda la vida y por los derechos de la naturaleza y no
su explotación, y la articulación de la justicia ecológica con la justicia
social.
Este
relato está más de acuerdo con las necesidades reales humanas y con la lógica
del propio universo. Si el documento Río +20 la adoptase como telón de fondo,
se crearía la oportunidad de una civilización planetaria en la cual el cuidado,
la cooperación, el amor, el respeto, la alegría y la espiritualidad serían
centrales. Tal opción apuntaría no hacia el abismo sino hacia el futuro que
queremos: una biocivilización de la buena esperanza.
.
(*)LEONARDO
BOFF es un teólogo, filósofo y escritor nacido en Concordia, Estado de Santa
Catarina, Brasil Es uno de los fundadores de la Teología de la Liberación,
junto con Gustavo Gutiérrez Merino. En 1985, la Congregación para la Doctrina
de la Fe, dirigida por el ya cardenal Ratzinger (hoy Papa Benedicto XVI) le
silenció por un año por su libro La Iglesia, Carisma y Poder, que estaba en
contra de la Doctrina de la Iglesia Católica. Ha trabajado como profesor en los
campos de teología, ética y filosofía en Brasil, además de dar conferencias en
muchas universidades en el extranjero, como Heidelberg, Harvard, Salamanca,
Barcelona, Lund, Lovaina, París, Oslo, Turín. Ha escrito más de 100 libros,
traducidos a muchas lenguas. En 1997, el Parlamento Sueco le otorgó el premio
Right Livelihood
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