TIEMPOS DIFÍCILES...
“EL SALARIO DEL MIEDO”
Escribe
JUAN
ANTONIO MOLINA,
Columnista
y Periodista
Fuente:
“Diarioprogresista”
www.diarioprogresista.es/
4 de
julio de 2012.
Luz
acharolada de las farolas espejeando en los adoquines brillantes y húmedos
mientras Montand canta como en un susurro: "Les jours de la vie sont bien
monotones...". El mismo Yves Montand que valseaba al borde de los
acantilados con el camión cargado de dinamita en "El salario del
miedo." La monotonía de lo dramático. La normalidad de lo extraordinario.
También
lo extravagante de los conceptos ideológicos que travestidos de teorías
científicas quieren imponer una perversa racionalidad para la implantación de
una sociedad injusta y retardataria. Todo ello macerado por una economía
neoliberal que es como la teología en los siglos XVI y XVII, con sus
inquisidores, su santo tribunal y su sentido paranoico del dogma y su
tostadero.
No hay
lugar para el dolor humano, para la necesidad, para la dignidad de las
personas. La ciudadanía es degradada a mercancía donde las libertades y los
derechos cívicos se convierten en una mera cuestión de recursos. La sociedad no
existe, sólo individuos enfrentados entre sí, donde los débiles son víctimas
del darwinismo social. De los malos negocios de los banqueros se hace cargo el
Estado que por ese motivo no puede atender a los enfermos, a los ancianos, a
los parados y a todas las víctimas de los especuladores que se convierten en
culpables.
La
democracia es una caricatura si no garantiza la igualdad y la solidaridad sin
las cuales la justicia y las libertades públicas son una fantasmagoría.
Mientras tanto la izquierda se ha convertido en un kitsch, que es lo que no
admite homogeneización a su pesar. Es una estética de restos en lo que se
refiere al arte, y una ideología de restos en lo que se refiere a la política
económica. Y no habrá solución si la razón sigue sin ideología, sólo las ideas
pueden derribar los muros de la irracionalidad y la injusticia.
Para
Pierre Bourdieu, el liberalismo radical es evidentemente la muerte de la
producción cultural libre, porque la censura se ejerce a través del dinero.
Describir las cosas como fatales es algo deliberado. Apunta a destruir
barreras, incluso intelectuales. Si se destruyen barreras, cada vez se
encontrarán menos resistencias. Es un pensamiento sin metafísica el que ha
privatizado al Estado para entregarlo a intereses organizados, mientras una
izquierda sin pensamiento se adapta a la irracionalidad de la gestión de un
ámbito que la niega. Un tortuoso camino emprendido por la socialdemocracia
después de concluir que su propia ideología ya no sirve para cambiar el mundo y
ni tan siquiera como agente explicativo de la realidad histórica y social.
Es
lógico que la derecha pretenda ahormar el Estado y la misma democracia a los
intereses muy minoritarios de los poderes financieros y económicos. Pero, ¿y la
posición del socialismo democrático ante el pensamiento neoliberal? La razón de
ser de las fuerzas progresistas se fundamentaba en la ambición de cambiar la
situación general de la producción, transformando las condiciones de trabajo y
sustrayendo del beneficio capitalista la salud de las personas, su marco de vida,
educación y cultura. Mientras que la Revolución de 1789 creó el ciudadano libre
en un Estado arrancado de la tiranía del absolutismo, el socialismo democrático
tiene por finalidad crear ciudadanos responsables en el seno de una democracia
económica. R.H.S. Crossmann escribió en sus Nuevos ensayos fabianos: “Después
de todo, el objetivo final del socialismo no es la consecución de la felicidad
sino la ampliación de la libertad.”
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