LA SOSTENIBILIDAD DE LA TIERRA,
PREMISA PARA SUPERAR LA CRISIS
Discurso
proferido en la ONU
Por LEONARDO
BOFF
En
representación de Brasil.
(de la
Comisión de la Carta de la Tierra)
22 de Abril 2009
En el
año 2000 la Carta de la Tierra nos hacía esta seria advertencia: «Estamos en un
momento crítico de la historia de la Tierra, en el cual la humanidad debe
elegir su futuro… La elección es nuestra: o formamos una alianza global para
cuidar la Tierra y cuidarnos unos a otros o nos arriesgamos a nuestra propia
destrucción y a la devastación de la diversidad de la vida».
Si la
crisis económico-financiera es preocupante, la crisis de la no-sosteniblidad de
la Tierra se presenta amenazadora. Los científicos que siguen el estado del
Planeta, especialmente la Global Foot Print Network, habian hablado del Earth
Overshoot Day, del día que se sobrepasaron los límites de la Tierra. Y
exactamente el 23 de septiembre de 2008 la Tierra sobrepasó en un 30% su
capacidad de reposición de los recursos necesarios para las demandas humanas.
En este momento necesitamos más de una Tierra para atender a nuestra
subsistencia.
¿Cómo
garantizar la sostenibilidad de la Tierra ya que es la premisa para resolver
las demás crisis: la social, la alimentaria, la energética y la climática?
Ahora ya no tenemos un arca de Noé que salve a algunos y deje perecer a todos
los demás.
Como
aseveró recientemente con mucha propiedad el Secretario General de esta casa,
Ban Ki-Moon: «no podemos dejar que lo urgente comprometa lo esencial». Lo urgente
es resolver el caos económico, pero lo esencial es garantizar la vitalidad y la
integridad de la Tierra.
Es
importante superar la crisis financiera, pero lo imprescindible y esencial es:
¿cómo vamos a salvar la Casa Común y la humanidad que es parte de ella? Esta ha
sido la razón para adoptar la resolución sobre el Dia Internacional de la Madre
Tierra (International Mother Earth Day) que se celbrará el 22 de abril de cada
año.
Dado el
agravamiento de la situación ambiental de la Tierra, especialmente bajo el
calentamiento global, tenemos que actuar juntos y rápido. Caso contrario, hay
el riesgo de que la Tierra pueda continuar pero sin nosotros.
En
nombre de la Tierra, nuestra Madre, de sus hijos e hijas sufrientes, y de los
demás miembros de la comunidad de vida, quiero agradecer a la Asamblea por
haber aprobado esta resolución. A este
propósito, quisiera hacer una breve presentación del fundamento de la Tierra
como nuestra Madre.
Desde
la más alta ancestralidad, las culturas y las religiones testimonian la
creencia de la Tierra como Gran Madre, Inana, Terra Mater, Magna Mater y
Pachamama.
Los
pueblos originarios de ayer y de hoy tenían y tienen clara conciencia de que la
Tierra es generadora de todos los vivientes. Solamente un ser vivo puede producir
vida en sus más diferentes formas. La Tierra es, pues, la Madre universal.
Durante
siglos y siglos predominó esta visión hasta la emergencia del espíritu
científico en el siglo XVI. A partir de entonces la Tierra ya no es vista como
Madre sino, como una realidad sin espíritu, entregada al ser humano para ser
sometida, incluso con violencia. La madre-naturaleza que debía ser respetada,
se transformó en naturaleza-salvaje que debe ser dominada. La Tierra fué
convertida en un baúl lleno de recursos, disponibles para la acumulación y el
consumo de los seres humanos.
En este
paradigma no se plantea la cuestión de los límites de aguante del
sistema-Tierra ni de los recursos naturales escasos. Se presupone que los
recursos son infinitos y que podemos ir creciendo ilimitadamente en dirección
al futuro. Lo que efectivamente es una ilusión. La
preocupación principal es: ¿cómo ganar más? Y en razón de ganar cada vez más se
ha creado un archipiélago de riqueza rodeado de un mar de miseria.
El PNUD
del año pasado lo confirma: el 20% de los más ricos absorbe el 82,4% de las
riquezas mundiales mientras que el 20% de los más pobres tiene que contentarse
solamente con el 1,6%. Es decir, una ínfima minoria monopoliza el consumo y
controla los procesos económicos que implican devastación de la naturaleza y
gran injusticia social.
Pero
desde los tardíos años 70 del siglo pasado se ha constatado que un planeta
pequeño, viejo y limitado como la Tierra ya no puede soportar un proyecto
ilimitado. Se necesita otro modelo que tenga como eje la Tierra, la vida y el
bien vivir planetario dentro de un espíritu de colaboración y de cuidado. La
preocupación central es: ¿cómo vivir y producir en armonía con los ciclos de la
Tierra y con los seres humanos distribuyendo equitativamente los beneficios
entre todos? ¿Cómo vivir más con menos?
En este
contexto es donde se ha rescatado la visión de la Tierra como Madre. Ya no es
la percepción de los antiguos sino una constatación empírica y científica. Ha
sido mérito de los científicos James E. Lovelock, Lynn Margulis y José
Lutzenberger en los años 70 del siglo pasado, haber mostrado que la Tierra es
un superorganismo vivo. Ella articula permanentemente lo físico, lo químico y
lo biológico de forma tan sutil y equilibrada que, bajo la luz del sol, está
siempre propicia a producir y mantener la vida.
Por
millones y millones de años el nível de oxígeno, esencial para la vida, se
mantiene en 21%, el nitrogeno, importante para el crecimiento, es de 79% y el
nível de sal en los mares es del orden de 3,4% y asi todos los demás elementos
necesarios para la vida. No es que sobre la Tierra haya vida, la Tierra misma
está viva y es llamada Gaia, la diosa griega para la Tierra viviente.
Que
toda la Tierra es viviente, lo comprueba el conocido biólogo Edward O. Wilson.
Escribe: «en un solo gramo de tierra, o sea, en menos de un puñado, viven cerca
de diez mil millones de bacterias, pertenecientes hasta a seis mil especies
diferentes». Efectivamente la Tierra es Madre fecunda.
La Tierra vista desde la luna |
La
Tierra existe desde hace 4,4 mil millones de años. En un momento avanzado de su
evolución y de su complejidad empezó a sentir, a pensar y a amar. Es la
emergencia del ser humano. Con razón en las lenguas occidentales homo/hombre
viene de humus, tierra fecunda y Adam se deriva de adamah, tierra cultivable.
Por eso el ser humano es la Tierra que anda, que piensa, que siente y que ama,
como decía el poeta indígena y cantor argentino Atahualpa Yupanqui.
La
visión de los astronautas confirma la simbiosis entre Tierra y humanidad. Desde
sus naves espaciales testimoniaban: desde aquí, mirando ese resplandeciente
planeta azul-blanco, no se percibe ninguna diferencia entre Tierra y humanidad.
Forman una única entidad. Más que como pueblos, naciones y razas debemos
entendernos como criaturas de la Tierra, como hijos e hijas de la Madre común.
ESTA ES
LAPRIMERA PARTE. DISCURSO COMPLETO AQUÍ:
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