ES IMPOSIBLE VER
UNA OBRA SUYA
SIN CUESTIONARSE
Fuente
AGENCIA
VENEZOLANA
DE NOTICIAS
15 de
agosto de 2012
BERTOLT
BRECHT NACIÓ EL 10 DE FEBRERO DE 1898 EN LA CIUDAD ALEMANA DE AUGSBURGO Y
MURIÓ, EN BERLÍN, A CAUSA DE UNA INFLAMACIÓN EN EL PULMÓN, EL 14 DE AGOSTO DE
1956, A LOS 58 AÑOS DE EDAD. EN LAS AFUERAS DEL TEATRO BERLINER ENSEMBLE,
FUNDADO POR ÉL, SE LEVANTA UNA ESCULTURA DE CUERPO COMPLETO CON SU IMAGEN.
Entender
la obra del dramaturgo alemán Bertolt Brecht es un ejercicio que requiere de
mucha digestión, tanto para el espectador como para quien asume la dirección de
uno de sus textos, sea porque en todos está presente el hombre desprotegido por
su raza o condición social o sea porque sigue siendo incómodo confrontar a
sectores de la sociedad para quienes el teatro es sinónimo de banalización y
consumo.
En su
narrativa se encuentra la temática aún vigente del obrero excluido; de quien
amamanta a un niño sin ser suyo y luego es apartado de él y de situaciones que
se creen lejos de esta realidad y sin embargo suceden en la sociedad.
Aunque
Brecht abandonó físicamente la tierra el 14 de agosto de 1956, en su Alemania
natal, "su teatro sigue vigente porque cada vez es más frecuente que los
medios privados apuesten porque pensemos menos, quieren darnos una pastillita
con el resultado y que nosotros solo consumamos sin detenernos a analizar lo
que estamos consumiendo. El teatro de Brecht va en contra de esas piezas que no
te dejan nada, que después de 15 minutos de salir, el mensaje está
olvidado", explica el investigador teatral Vladimir Castillo.
La Comuna de Paris |
Sucede
que en la capital venezolana son más comunes las funciones teatrales que
apuntan al mero entretenimiento, que sugieren sentimentalismos y que proponen
lágrimas al espectador, como resultado más sublime del mensaje divulgado. A
estos asuntos el joven Brecht les huyó desde corta edad, pues a sus 20 años
escribió el texto Tambores de la noche para denunciar asesinatos impunes en su
ciudad de nacimiento, Augsburgo.
"Todo
esto no es más que puro teatro. Simples tablas y una luna de cartón. Pero los
mataderos que se encuentran detrás, ésos sí que son reales" fue el mensaje
último de la función teatral que sacudió al auditorio y propuso las bases
primarias de la estética histórico-política que acompañaría a sus dramaturgias
hasta sus días póstumos.
Al
recordar el hecho, Castillo se detiene y señala: "Para representar a
Brecht es necesario asumir una línea de investigación profunda porque para
reinterpretarlo hay que hacerlo con el signo de estos tiempos, no es posible
montar algo como en los 50. Él también fue médico, sentía preocupación por la
bioética y por todo aquello que significara un atropello al conocimiento",
reflexiona el también docente de la Universidad Nacional Experimental de las
Artes (Unearte).
Sus
estudios de medicina comenzaron a los 19 años y se vieron interrumpidos porque
tuvo que prestar servicio militar durante el la Primera Guerra Mundial, cerca
de 1918; este hecho acrecentó su visión crítica e intimista de la vida y los
años siguientes profesó el marxismo como forma de vida y denunció los abusos de
la sociedad burguesa contra el desprotegido.
Sin
embargo, "su teatro no puede analizarse sólo desde la militancia, el suyo
es un teatro necesario porque plantea una narrativa donde se propone una línea
de acción dirigida al pensar. Él (Brecht) pedía un distanciamiento entre
actor-texto y entre obra-público para no sufrir un catarsis o enajenamiento,
para él era necesario pensar, analizar y entender...", resume Castillo.
Sobre
el distanciamiento, fue la técnica utilizada por el dramaturgo para alcanzar
sus fines estéticos mediante sus actores. Consistía en exigir a los intérpretes
leer y estudiar el texto desde afuera, lejos de la alienación supuesta de esos
dramas clásicos en que los sentimientos perturban al personaje y lo encaminan a
identificarse con él.
"Cuando
tu aceptas el sentimiento del otro, te desvías del sentido del texto y eres
susceptible de manipulación. En Brecht se asume desde otra mirada, él te hacer
ir al teatro a pensar, no a sentir. Es imposible ver una obra suya sin
cuestionarse", advierte el docente.
Castillo
puntualiza que la estética propuesta por el alemán tiene dos ejes centrales: el
primero lo hizo acercándose a lo cotidiano a través de su teatro con obreros
como actores, quienes comprendían el texto y podían proyectarlo de manera más
natural al espectador, y, un segundo eje en que el cartel tenía un lugar
privilegiado durante la escenificación. "Mientras la obra sucedía,
aparecían anuncios que explicaban la situación", comenta el investigador.
Madre Coraje |
Este
rasgo le añadió a su obra carácter pedagógico, por tanto sus textos no eran
individualistas; en contradicción aportaban nuevas perspectivas a la sociedad y
desdibujaban las estructuras clásicas concebidas por las grandes instituciones
como la Iglesia y el Estado, a las que también denunció.
En
1928, la escenificación de La ópera de los tres centavos predijo lo que más
tarde tomaría forma de exilio. El texto desafía las convenciones clásicas de la
propiedad y de la dramaturgia en sí misma, por cuestionar "¿Quién es un
criminal mayor?¿El que roba un banco o quien funda uno?", con la irrupción
musical en escena apuntada a una crítica sobre el mundo capitalista. La obra se
tradujo a más de 18 idiomas y se representó unas 10.000 veces sobre tablas
europeas.
Cinco
años más tarde, cuando Adolf Hitler llega al poder, Brecht y su familia se ven
obligados a emigrar a Dinamarca tras la acusación de alta traición, no
obstante, la partida no significó un receso artístico. Clásicos como La vida de
Galileo, El círculo de tiza caucasiano, El señor Puntila y su criado Matti
fueron escritos en este periodo.
En
Caracas se han hecho algunos intentos. Por ejemplo, en 2010, el director
venezolano Miguel Issa llevó a las tablas de Unearte el texto El eco de los
ciruelos y en mayo de este año se representó en la misma sala Mackie, una
versión musical de La ópera de los tres centavos dirigida por Delbis Cardona.
Para
Castillo no ha sido suficiente. "Es necesario hacer un festival o
retrospectiva de la obra de Brecht, donde se toquen lo social, histórico,
científico y político (...) y sobre todo donde se recupere su forma de hacer el
teatro tal como lo hizo en su momento César Rengifo. Se trata de construir y
deconstruir la historia", argumenta.
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