UNA FEA COSTUMBRE
Escribe
JERONIMO
AGUADO (*)
“EL MERCURIO”
on line
30 de
agosto de 2012
.
(*)
REVISTA SOBERANÍA ALIMENTARIA, BIODIVERSIDAD Y CULTURAS
Se está
convirtiendo en una inaceptable rutina. Cada dos años más menos nos sacude una
crisis alimentaria por la fuerte subida del precio de los cereales. Dicen los
indicadores que nuevamente nos viene una encima y que promete ser tormentosa.
El ojo del huracán se sitúa esta vez en las malas cosechas de los Estados
Unidos, en concreto apuntan que su cosecha de maíz puede caer un 17% sobre lo
previsto y un 8% la cosecha de soja.
Leyendo
la información que se publica al respecto, y desde nuestra ingenuidad, pensamos
que serán muchas las toneladas que se dejarán de producir para que el precio
promedio de los cereales, en poco menos de un mes, haya subido más de un 25%.
Que tendremos muchos mercados desabastecidos. Pero no, para nada, aún teniendo
en cuenta que hablamos de previsiones, el factor que dicen provoca la subida de
precios es un descenso total de 23 millones de toneladas de cereales, que
situarán la cosecha final en 2.396 millones de toneladas. Es decir un 1% menos
para lo que será una nueva cosecha record a escala mundial.
Pero,
efectivamente, un pequeño traspiés de las previsiones -que desde un sencillo
análisis de oferta y demanda no debería de ser significativo- nos lleva al
vendaval de la subida del precio de los alimentos, porque su precio se decide
en las bolsas de la especulación. Ahí es donde con esmero se tejen falsos
argumentos para generar la escalada de precios. Es ahí donde de un pinchazo se
hace un reventón.
En
realidad un fracaso más a añadir a la lista de los desatinos del sistema
alimentario agroindustrial en un marco de libre mercado que tenemos. Porque la
agroindustria que tantos parabienes recibe, en su andadura desplaza a millones
de personas campesinas de sus medios de vida y así tenemos que la gran mayoría
de población mundial que pasa hambre lo hace en zonas rurales; en el proceso de producción, transformación y
distribución de los alimentos, el modelo sin parangón, pierde la mitad de lo
producido; mientras que ha generado un
cantidad tan enorme de gases de efecto invernadero que sumandos es responsable
del 50% del total que tan preocupantemente calientan nuestro Planeta; cambio
climático que se convertirá, vaya por Dios, en un limitante para el propio
modelo agroindustrial; e igual que lo es
su dependencia del petróleo, de los fertilizantes sintéticos y del agua de
riego, tres elementos que por su consumo abusivo y mala gestión ya escasean, lo
convertirán en un modelo inservible en pocos años después de su nacimiento.
Y su
supuesta gran bondad, la gran capacidad de producción de alimentos, de nada nos
sirve si, como hemos visto, de los más de dos millones de cereales que nos han
dicho se producirán este año, solo la mitad se usarán directamente para el
consumo humano. La otra mitad se dedica, aproximadamente en un 70% a la
alimentación de la ganadería estabulada y el otro 30% a la alimentación de los
motores que caminan con agrocombustibles. Sin políticas regulatorias y sin la
participación de las comunidades en las decisiones agrarias, las empresas que
controlan la comercialización del grano sólo miran donde encontrar más
beneficios.
Tendremos
los mercados con grano más que suficiente para la alimentación de la población
pero a un precio tal que [mucha] población no podrá adquirir. Ese es el drama.
*
Revista Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas
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