AMUAY FUE UNA CATÁSTROFE POLÍTICA
PARA LA OPOSICIÓN
VENEZOLANA
Escribe
MIGUEL ÁNGEL
PEREZ PIRELA (*)
Fuente “Aporrea” (“Rebelión”)
(*)(*)
MIGUEL ÁNGEL PÉREZ PIRELA Ensayista, filósofo y
escritor venezolano, es conocido por su colaboración habitual tanto
en prensa escrita como en radio. Presentador de un exitoso y popular programa, que se emite porla cadena venezolana VTV..
Amuay pudo ser el evento catastrófico y extraordinario que
esperaban la Embajada de Estados Unidos y la oposición venezolana. Amuay
hubiera podido convertirse en el talón de Aquiles de la campaña chavista. Amuay
tenía todo para ser la bandera, signo y símbolo de la derecha. Amuay hubiera
sido todo eso y más, solamente si el gobierno no hubiese actuado como lo hizo.
Me explico: más allá del resultado que arrojen las
investigaciones sobre lo ocurrido, el Estado venezolano, habitado por el
gobierno bolivariano y liderado por el presidente Hugo Chávez, dio muestra de
ser fuerte y eficaz. En menos de cien horas, logró detener lo que hubiera
podido convertirse en la tragedia industrial más grande de este siglo XXI. El
Estado fue capaz no sólo de confinar el fuego y limitar su expansión, sino que
además respondió a los sobrevivientes y familiares de víctimas con la entrega
de pensiones y viviendas en tiempo récord.
Amuay, además, fue sólo uno de los eslabones de una trágica
semana para las venezolanas y venezolanos. Eventos naturales ocurrían en el
mismo instante en Cumanacoa, estado Sucre. También en ese caso fue efectiva la
respuesta del gobierno, para bien de las víctimas y mal de la oposición.
El presidente Chávez tenía todos los elementos parar desatar
una polémica interminable sobre el caso. Pudo hablar de sabotaje, fustigar a la
oposición necrofílica, culpar sin más a Estados Unidos por la explosión. Pero,
contrario a todo esto, escogió hablar con acciones efectivas para aliviar los
daños humanos y materiales.
No podemos decir lo mismo de una oposición venezolana que,
justo instantes después del incidente, comenzó a esgrimir las más alocadas
hipótesis que iban desde un supuesto olor a gas hasta que la culpa era de
Chávez por "despido" de quienes pararon Petróleos de Venezuela en el
año 2002.
Las encuestadoras dirán la última palabra, pero en lo que a
mí concierne y desde una perspectiva politológica, no tengo duda en afirmar que
una vez más la oposición quedó como la mejor amiga de catástrofes y muertes y
Hugo Chávez como quien asume su responsabilidad y encara las dificultades.
Ello, evidentemente, tendrá un inminente efecto electoral.
Los venezolanos ven muy mal a quienes celebran las tragedias
y en este caso vimos cómo se festejó hasta más no poder lo ocurrido, a través
de una infeliz rueda de prensa de Capriles Radonski, quien interpretó el caso
como una fuente inagotable de votos a su favor: la avaricia le brotó por los
ojos, pero también a través de la alcaldesa de Maracaibo, quien, sin tapujos,
expresó a los medios: "les tengo una buena noticia, explotó el tercer
tanque en Amuay". Tampoco se quedó atrás Enrique Mendoza, quien, cual
pitoniso, a través de su cuenta en Twitter, vaticinó que "vendrán nuevos
accidentes".
Amuay le enfrió la campaña a Henrique Capriles y lo colocó
como un muchacho criticón y pasivo, al tiempo que posicionó a Chávez como un
líder que resuelve y sabe cómo y cuándo dejar la campaña de un lado y centrarse
en lo esencial: las víctimas de la tragedia.
Amuay no fue, pues, el evento extraordinario que revertiría
el triunfo de Chávez. Todo lo contrario. Amuay le enfrió la campaña a Capriles
y esto el candidato opositor no lo podrá revertir ni siquiera porque llame
"jalabolas" a los trabajadores venezolanos.
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