ESCLAVITUD…¿UNA HISTORIA DEL PASADO?
Escribe
LAURA
VILLADIEGO (*)
Publico
“OTRAMERICA”
1º setiembre 2012
(*) LAURA VILLADIEGO, periodista
española que trabaja para varios medios desde Camboya, en el Sudeste Asiático - Bruselas - Madrid -
Valladolid - Paris - Phnom Penh - Universidad Carlos III de Madrid - UNED.
Edita el Blog “Un mundo desacatado” en que recoge realidades de Asia. Trabaja
en el proyecto
Carro de Combate (contra el trabajo esclavo) de donde es esta nota.
Jueves
23 de agosto de 2012 Hoy es uno de esos días extraños. Se celebra el Día
Internacional del Recuerdo de la Trata de Esclavos y de su Abolición, pero en
2012 hay más esclavos que en cualquier otro momento de la historia. Abre los
ojos y sigue leyendo.
La
noche del 22 de agosto de 1791, un grupo de esclavos de la isla de Quisqueya
-renombrada por los colonizadores como La Española o Santo Domingo (actualmente
compartida por Haití y República Dominicana)- iniciaron una revolución que
haría tambalear el sistema económico imperante durante los tres siglos
precedentes.
Su
metrópoli, Francia, inmersa en su revolución liberal, se había olvidado de
llevar a sus colonias los ideales de “Igualdad, Libertad y Fraternidad”, pero
éstos no tardaron en llegar a todos los rincones. Los esclavos ganaron la
partida y consiguieron su libertad económica pero también política, con la
independencia de la actual Haiti.
Esta
revuelta fue la fecha simbólica que escogió la ONU en 1998 para conmemorar el
Día Internacional del Recuerdo de la Trata de Esclavos y de su Abolición cada
23 de agosto. Una irónica celebración cuando se calcula que en la actualidad
hay más esclavos que en ninguna otra época de la historia.
La
esclavitud lleva siglos oficialmente abolida en la mayor parte de los países
occidentales. Las independencias alcanzadas a finales del siglo XVIII y
principios del XIX en América supusieron los primeros casos de prohibición
‘formal’ del comercio de personas. Especialmente importante fue la abolición en
el imperio británico en 1834, en cuya metrópoli la propiedad de las personas se
había convertido en un negocio poco rentable en comparación a las hordas de
proletarios creadas por el nuevo sistema capitalista que estaban dispuestas a
trabajar largas jornadas por sueldos ridículos. Luego llegarían Francia,
Holanda y Estados Unidos, este último con una cruenta guerra civil de por medio
que tuvo en su eje precisamente este asunto.
La
abolición internacional tardó, sin embargo, mucho más en llegar y no fue
plasmada en un documento hasta la Declaración de Derechos Humanos de la ONU de
1948. Una prohibición que, más de 60 años después, sigue siendo pura anécdota,
ya que el número total de personas sometidas a condiciones de esclavitud no ha
dejado de aumentar.
Un
informe de la Organización Internacional del Trabajo recién publicado cifra en
cerca de 21 millones el número de personas sometidas a condiciones trabazo
forzado en el mundo. Eso supone casi el doble de los 12,3 millones que la misma
organización estimó en 2005 y un número total mucho más elevado que el de los
periodos en los que la esclavitud estaba institucionalizada como sistema
económico.
En
América Latina la OIT calcula que hay 1,8 millones de víctimas, aunque Asia es
el principal “generador” de esclavos, con 11,7 millones (56% por ciento del
total). En el continente se encuentran además tres de los gobiernos acusados de
utilizar trabajo forzado: Corea del Norte, China y Birmania.
En este
último país, inmerso en un proceso de apertura política, aún no ha habido una
investigación clara para determinar si las prácticas laborales utilizadas por
los militares durante décadas han sido eliminadas, mientras que algunas
organizaciones aseguran que siguen siendo corrientes.
África
es el segundo continente con un mayor número de esclavos, con 3,7 millones
(18%). Este continente acoge además el caso más grave de pervivencia de la
esclavitud como sistema económico: Mauritania , donde, a pesar de la abolición
en 1981 (último país del mundo en hacerlo), el sistema sigue estando
ampliamente extendido.
¿QUÉ ES
LA ESCLAVITUD MODERNA?
La
esclavitud actual tiene algunos rasgos diferentes a los de la esclavitud
tradicional. Antes, uno de los componentes más importantes era el de la
propiedad de la persona, incluida su propia vida. Ahora, el precio de una
persona se ha reducido de tal manera que este elemento ha quedado en un segundo
plano, escribe Kevin Bales en su libro Disposable People (Gente de usar y
tirar).
Según
Bales, presidente de Free the Slaves y uno de los principales teóricos sobre
este problema, en 1809, el valor medio de un esclavo (una vez ajustado a su
valor actual) era de unos 40.000 dólares. En la actualidad, el precio ha
descendido a 90 y en algunos lugares, como Costa de Marfil, un esclavo cuesta
poco más de 30 dólares.
Según
Antislavery Internacional, las características comunes que permiten distinguir
la esclavitud de otras violaciones de derechos humanos son:
el trabajo forzado, que se aplica a través
de amenazas físicas o psicológicas
el control por parte del “empleador”, que
utiliza esos mismos métodos para ejercerlo
la deshumanización; la persona es tratada
como un objeto que se puede comprar y vender restricciones a la libertad de movimientos
La forma
más extendida de esclavitud en la actualidad es la relacionada con el pago de
deudas. Estos esclavos pierden su libertad debido al impago de una deuda y el
acreedor establece el trabajo como compensación. El principal problema
relacionado es que no se suele establecer la cantidad de trabajo necesario para
cumplir con el pago y la deuda puede ser incluso transmitida a las generaciones
siguientes.
La esclavitud se utiliza además en la
producción de muchas de las cosas que consumimos diariamente. Desde el cacao al
algodón, pasando por la manufactura en fábricas, muchos trabajadores se ven
obligados a trabajar en condiciones pésimas, en algunos casos para pagar deudas
o como consecuencia de amenazas y abusos. Otros, por simple supervivencia.
El
tráfico de personas es, sin embargo, la forma de esclavitud que crece más
rápidamente. El tráfico implica el transporte o comercialización de una persona
de un lugar a otro con el objetivo de forzarla a trabajar en condiciones de
esclavitud. Es la tercera industria ilegal más lucrativa, con unos 9.000
millones de dólares anuales de ingresos, y se espera que en breve sobrepase a
los beneficios obtenidos con el comercio de armas.
Una
forma especialmente preocupante de esclavitud es la que afecta a los menores de
edad. Según la Organización Internacional del Trabajo, 5 millones de niños
están atrapados en el trabajo forzoso y un total de 125 millones realizan las
“peores formas de trabajo”. Muchos de estos niños esclavos, especialmente
niñas, trabajan como servicio doméstico, una de las formas de explotación más
difíciles de detectar, ya que queda en la “intimidad” del hogar. Según la OIT,
el trabajo doméstico es la principal fuente de empleo para niñas de menos de 16
años en el mundo.
La
esclavitud se utiliza además en la producción de muchas de las cosas que
consumimos diariamente. Desde el cacao al algodón, pasando por la manufactura
en fábricas, muchos trabajadores se ven obligados a trabajar en condiciones
pésimas, en algunos casos para pagar deudas o como consecuencia de amenazas y
abusos. Otros, por simple supervivencia.
Los
optimistas aseguran que, a pesar de las cifras brutas, el porcentaje de
esclavos en relación a la población total es el menor de la historia. Sin
embargo, el rápido crecimiento al que apuntan las cifras de la OIT son el
testimonio de una tendencia inversa; el siglo XXI no está dejando atrás la
esclavitud, se está aferrando cada vez más a ella.
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