jueves, 6 de septiembre de 2012

LAS CONTRADICCIONES ENTRE LOS ESTADOS UNIDOS Y CUBA SE ORIGINARON EN EL SIGLO XVIII




UNA PRIORIDAD RELEGADA

Escribe
JORGE
GÓMEZ BARATA (*)
Fuente:
ARGENPRESS.info
6 de setiembre de2012

 (*) JORGE GÓMEZ BARATA- Profesor, escritor, historiador, investigador y periodista cubano- Vive en La Habana- autor de numerosos estudios sobre EEUU.  Especializado en temas de política internacional. Colaborador habitual en los principales medios de prensa, latinoamericanos y extranjeros. Hadicho que “En todas las esferas del saber y de la práctica social, incluyendo la economía, la verdad es siempre sencilla, ...”

Paradójicamente, la normalización de las relaciones con Estados Unidos que debería ser el tema de mayor prioridad en la agenda política cubana, salvo esporádicas referencias del presidente Raúl Castro, apenas se menciona. Tal vez se debe a que como Cuba no inició el diferendo no cree que le corresponda tomar la iniciativa para intentar avanzar en su solución y, debido a que el país funciona de arriba hacia abajo cuando las altas esferas no lo aluden, tampoco lo hace la prensa.

Las contradicciones entre los Estados Unidos y Cuba se originaron en el siglo XVIII y, desde el lado norteamericano tienen una naturaleza obviamente geopolítica. La isla es el territorio más importante al sur de los Estados Unidos de cuyas costas lo separan unos 150 kilómetros y en la época en que la anexión fue considerada era estratégica y económicamente significativa para Norteamérica. Visto desde el lado de Cuba el conflicto tiene un perfil nacional. No se inició con la Revolución, no es ideológico ni producto de la Guerra Fría.

En materia de relaciones entre Cuba y los Estados Unidos parecen haber dos verdades evidentes: (1) Para avanzar en la solución de ese conflicto (que nunca será completa ni integral) faltan ideas, audacia e imaginación. (2) Cuba no puede esperar por el imperio y, a la vez que resiste y refuerza sus blindajes, está obligada una y otra vez a presentar iniciativas. Se trata de una solución que debe ser encabezada por la dirección histórica de la Revolución. Un problema de tamaña envergadura no debe constituirse en legado.

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