miércoles, 21 de noviembre de 2012

OCURRE QUE ES NECESARIO CONSTRUIR CENTRALES ATÓMICAS QUE PRODUZCAN ELECTRICIDAD PARA DESPUÉS PODER FABRICAR BOMBAS.

ESTA, NUESTRA ÚNICA TIERRA

LOS SUEÑOS DEL RATÓN ATÓMICO

Escribe  ANTONIO ELIO BRAILOVSKY (*) Fuente: Eco Portal – Miercoles 21 de noviembre 2012

(*) ANTONIO ELIO BRAILOVSKY (Argentina 1946) Escritor y economista argentino especializado en historia ambiental. Es licenciado en Economía Política de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. Especialista en medio ambiente y ecología. Es autor del libro  “El medio ambiente sigue siendo el ‘patito feo’ de los derechos humanos” entre otras obras sobre su especialidad.

Hace años, una revista infantil publicaba  “El Ratón Atómico”. El protagonista era un humilde roedor. Cada vez que tenía una situación difícil, tomaba una pastilla y se transformaba en el Superman de los ratones. Le bastaba con sacar de su cinturón su mágica pastilla de uranio para hacer frente a hordas de gatos hambrientos. Nosotros, que aún sabíamos lo que era ser pequeños e indefensos, seguíamos las aventuras de este personaje que había logrado ir más allá de su frágilidad. La energía nuclear para usos pacíficos era la gran promesa para el final del siglo XX. Grandes canales excavados con bombas atómicas, centrales productoras de electricidad a precios ridículamente bajos, inmensas zanahorias irradiadas que no serían atacadas por ningún insecto ni bacteria. El átomo, se nos prometía, iba a entrar profundamente en nuestras vidas. Mientras tanto, en todas partes nos prometían el átomo pacífico. Nosotros, los niños del Tercer Mundo, íbamos a ser como ese Ratón Atómico. Bastaba con tener confianza en los usos pacíficos de la energía atómica. En ese momento no nos preguntábamos por los riesgos de tener a mano ciertas radiaciones y ninguno de nosotros imaginó la triste suerte de ese ratón obligado a ingerir uranio. Fue así que se descubrió que en energía atómica no hay umbral de seguridad.

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