Escribe
SILVANA MELO (*) Fuente ARGENPRESS.Info – Jueves, 28 de febrero de 2013
(*)
SILVANA MELO nació en Olavarría el 30 de agosto de 1961. Es periodista gráfica
y radial, escritora y militante social. Tiene a su cargo la Agencia de Noticias “Pelota de Trapo”
(APE). agenciapelota@pelotadetrapo.org.ar . que tiene su
campo de acción en áreas carenciadas y marginadas
La
basura es la misma basura. El futuro sin pies es el mismo. El mismo presente fétido que se descargó a toneladas sobre Diego
Duarte en marzo del 2004, en el páramo del CEAMSE, es ése que enterró a un niño
qom de 12 años el lunes en el vaciadero municipal de Formosa. La misma catarata
de desechos del mundo donde buscan de comer y de vivir los que están expulsados
del mundo. Echados con el mismo látigo sistémico en José León Suárez y
en Formosa. La diferencia entre los infiernos es que uno de ellos construye
supremacía e infinitud sobre la base filosófica del nuevo hombre. En una paráfrasis burda de la ética
guevarista que pondría al Che los pelos de punta ante la angélica sonrisa de
Gildo Insfran. El otro infierno, con ética y estética del conurbano, no tiene
ni siquiera esas pretensiones. Y se carga todos los días muertos a veneno y a
balazos. En los cerros del CEAMSE miles se agolpan diariamente cuando
se abren las puertas. Los protegidos por la policía entran antes y se llevan lo
mejor. El resto lucha por comida, objetos y material para vender. De la policía se escondió Diego Duarte,
debajo de un cartón, esa madrugada de marzo de 2004. De la policía que ordenó
que en ese punto exacto el camión descargara. Nunca más se supo de él.
El lunes a las cinco de la tarde el pibe qom, con una enorme bolsa atada a la
cintura, se subió al camión antes de que se detuviera, para llegar primero a la
basura nueva. Que parece ser parte
constitutiva del hombre nuevo formoseño que Gildo Insfran modela desde 1995 y
parece que hasta la eternidad. Nada cambió en el páramo del Ceamse ni
en el vaciadero municipal de Formosa. Esa misma noche volvió a dormir entre
ratas y víboras, el hombre parco. Un
enorme neumático de tractor y unos cartones encima le reparan medianamente el
cielo de caranchos.
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