domingo, 10 de marzo de 2013

ES BASTANTE LA DIFERENCIA POLÍTICA ENTRE OBISPOS QUE ABRAZAN LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN O, EN EL OTRO EXTREMO, AQUELLOS QUE ABRAZAN LOS PUNTOS DE VISTA DEL OPUS DEI O, AÚN MÁS A LA DERECHA, LOS DE LA SOCIEDAD DE SAN PÍO X.

¿DEBE IMPORTAR A LOS NO CATÓLICOS 
QUIÉN ES NOMBRADO PAPA?

Escribe IMMANUEL WALLERSTEIN (*) Fuente “La Jornada” México - Traducción: Ramón Vera Herrera- Publica “Rebelion” 10 de marzo 2013

(*)IMMANUEL WALLERSTEIN (1930) sociólogo y científico social histórico de EE UU.   Principal teórico del análisis de sistema-mundo. Estudio en Columbia con doctorado en 1959. De 1976 a 1999 Profesor de Sociología en Binghamton. Director del Centro Braudel de estudios económicos. ocupó varios puestos al ser profesor visitante en diferentes universidades alrededor del mundo, fue premiado con múltiples títulos honoríficos. Es presidente de la Comisión Gulbenkian.

Por supuesto. El Vaticano es un importante actor geopolítico. Así como todo mundo puede sentir que le concierne quién arriba como líder de Estados Unidos, Alemania, Rusia, China o Brasil, así también nos concierne quién se vuelve papa. Se dice que Stalin preguntó alguna vez: "¿Cuántas tropas tiene el papa?" Pero la fuerza geopolítica es más que la fuerza militar. Es cierto que el papa está constreñido por los intereses de largo plazo de la Iglesia católica y por su trayectoria histórica. Pero también están así de constreñidos los líderes designados de cualquier Estado importante. También es cierto que sí hace diferencia quién es el líder particular. Dentro de estas limitaciones, el líder puede inclinar las políticas en una u otra dirección. En el caso del Vaticano, desde 1945 se han electo cinco papas. Los electos se apegaron más o menos a las expectativas –excepto uno. Se suponía que Juan XXIII, de edad avanzada, haría poco, siendo un papa interino en tanto se dirimían las diferencias entre los puntos de vista de los cardenales. No obstante, en su relativamente corta carrera lanzó un viraje importante de las políticas del Vaticano (tanto teológicas como mundanas) en lo que se conoció como un aggiornamento (una actualización) de la Iglesia en el Concilio Vaticano segundo. Su impacto fue tan grande que uno podría decir que el objetivo primordial de sus sucesores ha sido deshacer lo que él hizo, o por lo menos limitar lo que consideraban era el daño causado por él.

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