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SILVANA MELO (*) Fuente ARGENPRESS Info - Agencia APE 21 de marzo 2013
(*) SILVANA MELO nació en Olavarría el 30 de
agosto de 1961. Es periodista gráfica y radial, escritora y militante social. Tiene a su cargo la Agencia de
Noticias “Pelota de Trapo” (APE).
agenciapelota@pelotadetrapo.org.ar .
que tiene su campo de
acción en areas carenciadas y marginadas recibiendo
el Primer Premio Infancia 2005 en la categoría Medio de Comunicación,
instituido por la Comunidad de Madrid, España.
El
ardor pro papal, profundizado por la convicción umbilical argentina, ha puesto
en marcha su parafernalia de la fe, la emoción y la misericordia. Y habilitó otro capítulo de la mitología
de los individualismos locales en el mundo, en contraste brutal con la
imposibilidad de construir en colectivo. Francisco ya es remera como Diego o el
Che. Ya es pin, bandera, afiche en la 9 de Julio. Ya es peronista,
revolucionario, impulsor de la Patria Grande. De “entregador” o “genocida” a
piadoso salvador. El amor frenético, abonado por los virajes eclécticos
del kirchnerismo y la adulatoria grosera e intencionada del resto, ha iniciado
el camino de la peligrosa intangibilidad de Jorge Bergoglio. Y ha generado en el imaginario una
sensación de bendición generalizada que está a punto de absolver a los
pecadores más intensos, aquellos que deberían arder en los incendios
infernales. Pero que suelen tener el poder adquisitivo necesario como para
reservar un par de parcelas bien ubicadas en un barrio privado del Cielo. Como
un manto suavecito y piadoso la sotana blanca de Francisco –que es Bergoglio,
el de siempre, el que no se jugó más ni menos que tantos de sus pares púrpuras-
ha cubierto a las marías a las que se les mueren los hijos en brazos y el
estado las juzga y las encarcela. A
las madres de niños muertos por el glifosato, el endosulfán o el agente naranja
en las vecindades de la soja o los tomatales, cubre el manto a los vecinos
judicializados de Famatina y al padre Quinteros, también procesado por batir
campanas a la hora de salir a la calle. Habrá que desmantar la vida
dura y árida otra vez, después de la efervescencia. Habrá que descubrir lo
cubierto, desocultar lo ocultado. Y
volver a recordarnos, todos, que las revoluciones nacen en la baldosa que pisa
el pie. Que las luchas y las victorias son de este mundo y en este mundo. Que a
la miseria se le opone la justa distribución de los recursos, que a la
desigualdad se le opone la transformación, que al hambre se le opone la
Justicia. Y no una colecta de polenta y arroz y la promesa del paraíso los
domingos por la mañana.
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