Escribe
JORGE GÓMEZ BARATA (*) Fuente:
ARGENPRESS.info – 19 de abril 2013
(*) JORGE GÓMEZ BARATA- Profesor, escritor,
historiador, investigador y periodista cubano- Vive en La Habana- autor de
numerosos estudios sobre EEUU. Especializado
en temas de política internacional. Colaborador habitual en los principales
medios de prensa, latinoamericanos y extranjeros. Ha dicho que “En todas las
esferas del saber y de la práctica social, incluyendo la economía, la verdad es
siempre sencilla, ...”
Los
conservadores y con más razón la socialdemocracia europea, habituados a ganar y
perder elecciones frente a los socialistas desde finales del siglo XIX y estos
a asumir derrotas con altura, deben estar perplejos ante la reacción de la derecha
venezolana. Los muertos que en 15 años
no pudieron achacarse a la gestión del presidente Chávez, los ha cosechado la
oposición. En 48 horas ocurrieron en Venezuela más muertos que durante la
reversión del socialismo en la Unión Soviética y Europa Oriental. Al
margen de que la legislación venezolana incluye salvaguardas para impugnaciones
y reclamaciones de carácter electoral, la forma primitiva y violenta escogida
por el liderazgo opositor para manifestar su descontento y los blancos
seleccionados para ejercerlo: centros de salud, domicilios particulares y
dependencias comunales, descalifican sus
opciones. Aunque sin haber logrado la presidencia, una opción maximalista que
no siempre la oposición consigue, Henrique Capriles obtuvo resultados
electorales que lo instalan en el proceso político local como principal fuerza
opositora, posición desde la cual cualquier político medianamente inteligente,
podía haberse construido un liderazgo eficaz. Por el contrario el
liderazgo bolivariano, desenvolviéndose con serenidad y altura, se aplicó al
trabajo, poniendo todos los asuntos en debate en manos de las instituciones
competentes: el Consejo Nacional
Electoral, la Fiscalía y las instancias judiciales, incluyendo al Tribunal
Supremo, desplegaron con prontitud su actividad y cumplieron la función social
asignada. Otra vez el Estado venezolano construido por Chávez se mostró
solvente.
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