¿POR
QUÉ, AHORA, UN PAPA SURAMERICANO?
Por
OLLANTAY ITZAMMÁ Sociólogo y analista de “Otramérica”(*) martes 2 de abril 2013
(*)
“OTRAMÉRICA” es un medio de comunicación digital. Uno de los pocos en su género
ya que se concentra en Latinoamérica y el Caribe, y todo su contenido está
especializado en Nuestra América con una mirada desde los pueblos originarios.
¿Cuál
es la finalidad de este ajedrez religioso político del Imperio, con un
argentino en la silla papal? Hace 17 siglos atrás (S. IV), el mundo de entonces
padecía las consecuencias de la imparable crisis del sistema-mundo-romano. Para entonces, también, el perseguido
movimiento religioso de los nazarenos (cristianos) ya había logrado
constituirse en una imparable fraternidad sin fronteras dentro de la misma
globalización romana en crisis. Ante la desesperante licuefacción del
sistema-mundo-romano, el Emperador Constantino se hizo “cristiano” (se bautizó
en el año 315) con la finalidad de
salvar su Imperio utilizando la fuerza moral y religiosa del cristianismo como
el arma más eficiente de dominación y cohesión política. Finalmente, será el Emperador Teodosio
(380) quien declarará el cristianismo como la religión oficial del Imperio para
aprovechar el dinamismo aglutinador de este movimiento y darle vida al Imperio
por 10 siglos más. Desde entonces, el matrimonio entre el papado y los
diferentes imperios de turno jamás se rompió. Más por el contrario, aquella alianza se fortaleció y se fortalece
ya por más de XV siglos, algunas veces con actos más evidentes que otros. En el presente siglo, el
sistema-mundo-occidental vive una de las peores crisis de su historia, no sólo
financiera, política o energética, sino una crisis integral de sentido. Y, ante la irracional insistencia de
las corporaciones de salvar su sistema, sacrificando a la Madre Tierra, los
pueblos empobrecidos del Sur nos insubordinamos
ante Imperio de la muerte con una propuesta en construcción de una
civilización de la Vida. Por eso, ahora, nuevamente recurren al
instrumento religioso para inmovilizarnos y lesionar nuestros procesos de
cambios emancipatorios.. Y todo, en nombre de Dios.
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