jueves, 25 de abril de 2013

EN LA ÚLTIMA DÉCADA, POR LA ESPECULACIÓN CON LOS ALIMENTOS Y LOS MINERALES, LAS COSAS CAMBIARON DRÁSTICAMENTE

URUGUAY
NACE UN MOVIMIENTO
CONTRA LA MINERÍA Y EL EXTRACTIVISMO


Escribe RAÚL ZIBECHI (*) Fuente ADITAL- Miércoles 24 de abril 2013

(*) RAÚL ZIBECHI- Uruguayo (1952) Periodista, docente, investigador y escritor  uruguayo, analista internacional [Voltaire] en julio de 2003 el Premio José Martí por sus crónicas sobre la Argentina. En diversos medios del continente y del exterior, incursiona en una visión panorámica sobre las luchas sociales en nuestra América. Responsable por la sección internacional de “Brecha”. Profesor e investigador en Multiversidad Franciscana de AL

El 7 del mes pasado cayó uno de los más sólidos mitos de los uruguayos: la confianza en las empresas estatales. Ese día de los grifos salía un olor nauseabundo y en el mate o café había un sabor extraño. La empresa estatal   del agua(OSE) debió reconocer "un episodio” de contaminación con algas en la cuenca del río Santa Lucía, que abastece a seis de cada diez uruguayos. Gran parte de la población no creyó en los argumentos del Estado y se volcó a comprar agua embotellada agotando las existencias. Este suceso tuvo trascendencia porque en los últimos años viene creciendo un movimiento contra la instalación de una mina de hierro a cielo abierto, se cuestiona además  contaminación por  plaguicidas y fertilizantes en los cultivos de soya y en la forestación. La sensibilidad ambientalista creció con el debate instalado a raíz de la instalación de una enorme fábrica de celulosa en el río Uruguay. Entre los años 2003 y 2008 en
un clima de euforia por la llegada al gobierno del Frente Amplio (2004) y un ambiente nacionalista exacerbado por las controversias con los ambientalistas y el gobierno argentinos, la mayor parte de la población apoyó al gobierno uruguayo. Ahora las cosas cambiaron. La población rural (apenas el 5% del total) comenzó a percibir los efectos nocivos del desarrollo agropecuario y los pequeños productores tradicionales (incluyendo los ganaderos) comenzaron a movilizarse. Es difícil aceptar que los ríos uruguayos están contaminados. En la última década, por la especulación con los alimentos y los minerales, las cosas cambiaron drásticamente. Los principales cambios se concentran en la producción rural, a lo largo de los últimos diez años. El precio de la tierra se multiplicó por seis (de 500 a 3.000 dólares la hectárea en promedio). El 38% de la superficie agropecuaria fue vendida, y el 41% fue arrendada. Entre 2000 y 2008 los propietarios uruguayos perdieron 1,8 millones de hectáreas que pasaron a las sociedades anónimas que adquirieron una superficie similar. Hubo una fuerte concentración de tierras en capitales multinacionales: catorce grupos poseen un millón de hectáreas. En la campaña en el 2001-2002 había sólo 29 mil hectáreas sembradas con soja. En 2012 superó un millón de hectáreas. Otro millón están forestadas. Esto supone un aumento exponencial del uso de plaguicidas y fertilizantes que son arrastrados por la lluvia hasta los ríos. Aquí comienza un drama que la población está empezando a percibir.

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