NACE
UN MOVIMIENTO
CONTRA LA MINERÍA Y EL EXTRACTIVISMO
CONTRA LA MINERÍA Y EL EXTRACTIVISMO
Escribe
RAÚL ZIBECHI (*) Fuente ADITAL- Miércoles 24 de abril 2013
(*)
RAÚL ZIBECHI- Uruguayo (1952) Periodista, docente, investigador y escritor uruguayo, analista internacional [Voltaire] en
julio de 2003 el Premio José Martí por sus crónicas sobre la Argentina. En
diversos medios del continente y del exterior, incursiona en una visión
panorámica sobre las luchas sociales en nuestra América. Responsable por la
sección internacional de “Brecha”. Profesor e investigador en Multiversidad
Franciscana de AL
El 7 del
mes pasado cayó uno de los más sólidos mitos de los uruguayos: la confianza en
las empresas estatales. Ese día de los
grifos salía un olor nauseabundo y en el mate o café había un sabor extraño. La
empresa estatal del agua(OSE) debió reconocer "un
episodio” de contaminación con algas en la cuenca del río Santa Lucía, que
abastece a seis de cada diez uruguayos. Gran parte de la población no
creyó en los argumentos del Estado y se volcó a comprar agua embotellada
agotando las existencias. Este suceso tuvo trascendencia porque en los últimos
años viene creciendo un movimiento contra la instalación de una mina de hierro
a cielo abierto, se cuestiona
además contaminación por plaguicidas y fertilizantes en los cultivos
de soya y en la forestación. La sensibilidad ambientalista creció con el debate
instalado a raíz de la instalación de una enorme fábrica de celulosa en el río
Uruguay. Entre los años 2003 y 2008 en
un clima de euforia por la
llegada al gobierno del Frente Amplio (2004) y un ambiente nacionalista
exacerbado por las controversias con los ambientalistas y el gobierno
argentinos, la mayor parte de la población apoyó al gobierno uruguayo. Ahora
las cosas cambiaron. La población
rural (apenas el 5% del total) comenzó a percibir los efectos nocivos del
desarrollo agropecuario y los pequeños productores tradicionales (incluyendo
los ganaderos) comenzaron a movilizarse. Es difícil aceptar que los ríos
uruguayos están contaminados. En la última década, por la especulación
con los alimentos y los minerales, las cosas cambiaron drásticamente. Los
principales cambios se concentran en la producción rural, a lo largo de los
últimos diez años. El precio de la tierra se multiplicó por seis (de 500 a
3.000 dólares la hectárea en promedio). El
38% de la superficie agropecuaria fue vendida, y el 41% fue arrendada. Entre
2000 y 2008 los propietarios uruguayos perdieron 1,8 millones de hectáreas que
pasaron a las sociedades anónimas que adquirieron una superficie similar. Hubo
una fuerte concentración de tierras en capitales multinacionales: catorce
grupos poseen un millón de hectáreas. En
la campaña en el 2001-2002 había sólo 29 mil hectáreas sembradas con soja. En
2012 superó un millón de hectáreas. Otro millón están forestadas. Esto supone
un aumento exponencial del uso de plaguicidas y fertilizantes que son
arrastrados por la lluvia hasta los ríos. Aquí comienza un drama que la
población está empezando a percibir.
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