jueves, 4 de abril de 2013

NO HAY MELANCOLÍA MÁS GRAVE QUE LA PROVOCADA POR LA AUSENCIA DE UN FUTURO CON UNAS MÍNIMAS ILUSIONES

EL FUTURO ES UN PAÍS EXTRAÑO
Luis Garcia Montero, comenta el último libro del Profesor José Fontana Lazaro, el que se ubica y en el que reflexiona sobre la crisis social. Escribe el autor que “La sociedad no camina en línea recta. A veces se queda paralizada y a veces da marcha atrás a causa de una actualización decidida de la desigualdad y la barbarie…”
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LUIS GARCÍA MONTERO, en 'infolibre.es' (Granada, 4 de diciembre de 1958) es
un poeta y crítico literario español, profesor de Literatura Española en la Universidad de Granada.
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JOSEP FONTANA LÁZARO es un historiador español. Es profesor emérito de la Universidad Pompeu Fabra y miembro del Consejo Editorial de la revista política Sin Permiso.

 Por el futuro se puede sentir nostalgia igual que por el pasado. Y en esta crisis política y económica, además de la pobreza, el desempleo, la corrupción y las humillaciones de la vida laboral, está haciendo mucho daño la nostalgia de futuro. Sí, el futuro ha dejado de estar en su sitio. Ya no parece ese lugar de avance histórico disciplinado según lo imaginaron la diversas mentalidades progresistas. Aunque los días llegasen repletos de dificultades y sacrificios, los padres trabajaban con el derecho a pensar que sus hijos
Joseph Fontana
iban a vivir mejor que ellos. Esa idea no puede sostenerse ahora en la lucidez. Queda reducida –para quien quiera abandonar el hastío y la fatalidad- a la esfera de las convicciones éticas, como un valor político de compromiso social. El desmantelamiento del Estado y la privatización de la sanidad y la educación pública se aceleran en esta lógica. Pero hay un fenómeno anterior que no conviene olvidar porque está en la raíz del ciudadano destituido: la privatización de la política. Las decisiones que han permitido poner las leyes sociales al servicio del poder financiero y del empobrecimiento de los ciudadanos provienen de una calculada privatización de la política
. Los lobbyists invierten cientos de millones en comprar políticos y en imponer decisiones que marcan el trato a los bancos y a los grandes empresarios, la degradación de las condiciones laborales, la conversión en negocios privados de lo que pertenecía al servicio público y la falta de límites para las agresiones ecológicas.

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