martes, 30 de abril de 2013

SE CONVIERTE UN DEBATE EN EL QUE SE DEBERÍA HABLAR DE JUSTICIA, EN UN DISCURSO EN EL QUE SE HABLA DE CARIDAD.

EVASIÓN FISCAL Y HAMBRE,
DOS REALIDADES 
NO TAN LEJANAS


Escribe ISABEL ORTIGOSA (1981) Periodista itinerante “eldiario,es”. Responsable de Comunicación e Incidencia de la ONGD “InspirAction” Licenciada en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid .  Fuente “el diario,es” 28 de abril 2013

En un mundo cada vez más desigual, uno de cada 8 habitantes del planeta se acuesta con hambre. 868 millones de personas, según la FAO. Y tenemos razones para temer que este número aumente como consecuencia del impacto del cambio climático, los insostenibles patrones de consumo, y por supuesto, la especulación en los mercados de materias primas. En las reuniones previas a la Cumbre se han sucedido las menciones a la urgencia de luchar contra la evasión fiscal, incluyendo la necesidad de apoyar a los países menos desarrollados a recaudar los impuestos que les corresponden. ¿Irá esta vez en serio el G8? Tal vez su interés tenga algo que ver con las noticias sobre grandes multinacionales que sospechosamente dicen no haber obtenido apenas beneficios en distintos países europeos, y que por lo tanto apenas han pagado impuestos en los mismos, causando el lógico enfado de una ciudadanía que sufre cada día los efectos de la crisis económica. Para nuestros vecinos de ese Sur teórico que cada vez está más al Norte, el impacto de esta lacra es mucho más dramático: a menudo, se mide en hambre. De acuerdo con la OCDE, los países empobrecidos, especialmente
aquellos ricos en materias primas, pierden cada año por culpa del fraude y los paraísos fiscales el triple de la cantidad que reciben en concepto de
ayuda al desarrollo. La ONGD en la que trabajo, InspirAction, calcula que los países en vías de desarrollo podrían perder hasta 160.000 millones de dólares cada año por culpa de prácticas como el denominado abuso de precios de transferencia. Las multinacionales que operan en los países en desarrollo deben pagar a los gobiernos los impuestos que les corresponden. (nuestro último record: destinar únicamente el 0,15% del PIB a cooperación al desarrollo). En cualquier caso, la labor humanitaria de las ONG no va a acabar con el problema estructural del hambre, sino que tan solo podrá aliviarlo en lugares Nos dicen que es cosa de las ONG y de la ayuda internacional hacer frente a la pobreza, aunque muchos nos preguntamos cómo pretenden que lo hagan, a la vez que esquilman sus presupuestos hasta niveles insospechados. Una fiscalidad justa, sin embargo, es una fuente de recursos mucho más confiable y poderosa que la ayuda internacional.
( La nota completa de Isabel Ortigosa )

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