lunes, 1 de abril de 2013

TODOS ELLOS, MURIERON PACÍFICAMENTE EN SUS DOMICILIOS, GOZANDO DE SUS SUELDOS DE GENERALES Y ALMIRANTES

LA REALIDAD VERGONZANTE

Escribe OSVALDO BAYER (*) Historiador y periodista argentino. Fuente
“Pagina 12” 30 de marzo 2013

 (*) OSVALDO JORGE BAYER (Santa Fe, Argentina, 18 de febrero de 1927) es un historiador, escritor y periodista anarquista argentino. Vive en Buenos Aires.  Uno de los intelectuales más consecuentes de la Argentina. El historiador de 81 años, autor de La Patagonia rebelde ha dicho que "Este país no tiene nada que ver con el que yo soñé. Es increíble la irracionalidad del mundo. Pero el hombre persiste. Sigue rigiendo la ley del dinero. Más dinero, más poder. Así de sencillo. 

 El lunes pasado asistí, aquí en Buenos Aires, a uno de los actos más
plenos de coraje y constructivos de los que he vivido en mi larga vida. El realizado en la Comisión Nacional de Valores, en la calle 25 de Mayo, plena de bancos y de vida financiera y de negocios. Se presentó allí un informe acerca de “Economía política, sistema financiero y dictadura”. Por primera vez una investigación a fondo de los delitos económicos cometidos por la última dictadura militar. Delitos que beneficiaron a militares y a los civiles colaboracionistas de la dictadura, casi todos ellos, empresarios de gran fuste. Sí, por primera vez se investiga este aspecto de la última dictadura que, a la vez que hacía desaparecer a seres humanos, se quedaba, en el caso de empresarios, con su fortuna, sus propiedades, sus acciones. Como digo siempre: en mis 86 años he conocido trece dictadores. Todos ellos, después de finalizar su poderío murieron pacíficamente en sus domicilios, gozando de sus sueldos de generales y almirantes y, por supuesto, de sus títulos militares. Esta es la primera vez que los dictadores y sus secuaces están en cárceles comunes y se investigan los delitos económicos cometidos durante sus mandatos. La única vergüenza para la Etica ha sido que Martínez de Hoz, el secuaz más penetrante de ese período de violencia e injusticia, murió en su edificio, el más lujoso de Buenos Aires, el Cavanagh. Y aquí la pregunta es: por qué si las cárceles argentinas todas tienen instalaciones médicas no se lo envió a una de esas enfermerías carcelarias. No, Martínez de Hoz murió en su cama y en su edificio de aristócrata.Pero vayamos al informe de la Comisión de Valores. Ese informe fue elaborado por tres profundos investigadores: Celeste Perosini, Walter Bosisio y Bruno Napoli.

No hay comentarios: