EN AMÉRICA LATINA
Escribe
LEONARDO BOFF (*) lboff@leonardoboff.com Martes 14 de mayo 2013
Las constituciones modernas se fundan sobre el contrato
social de cuño antropocéntrico. No
incluyen el contrato natural que es el acuerdo y la reciprocidad que deben
existir entre los seres humanos y la Tierra viva que nos da todo y a la que
nosotros en retribución cuidamos y preservamos. En razón de eso sería
natural reconocer que ella y los seres que la componen son portadores de
derechos. Los cntractualistas clásicos
como Kant y Hobbes restringían, sin embargo, la ética y el derecho solo a las
relaciones entre los humanos. Solamente se admitían obligaciones
humanas para con los demás seres, especialmente los animales, en el sentido de
no destruirlos o someterlos a sufrimientos y crueldades innecesarias. No considerar que cada ser posee un valor
intrínseco, independiente de su uso humano, uso racional, y que es portador del
derecho de existir dentro del mismo hábitat común, el planeta Tierra, abrió el
camino a que la naturaleza fuese tratada como mero objeto a ser explotado sin
ninguna otra consideración, en algunos casos hasta su agotamiento. Sin
embargo, cupo
a América Latina, como lo mostró un notable criminalista y juez de la corte suprema de la Argentina, Eugenio Raúl Zaffaroni (La Pachamama y el Humano, Ediciones Colihue 2012) desarrollar un pensamiento constitucionalista de naturaleza ecológica en el cual la Tierra y todos los seres de la naturaleza, particularmente los vivos y los animales son titulares de derechos. Estos deben ser incluidos en las constituciones modernas que han abandonado el arraigado antropocentrismo y el paradigma del dominus, del ser humano como señor y dominador de la naturaleza y de la Tierra.
(La
reflexión completa de Leonardo Boff)
a América Latina, como lo mostró un notable criminalista y juez de la corte suprema de la Argentina, Eugenio Raúl Zaffaroni (La Pachamama y el Humano, Ediciones Colihue 2012) desarrollar un pensamiento constitucionalista de naturaleza ecológica en el cual la Tierra y todos los seres de la naturaleza, particularmente los vivos y los animales son titulares de derechos. Estos deben ser incluidos en las constituciones modernas que han abandonado el arraigado antropocentrismo y el paradigma del dominus, del ser humano como señor y dominador de la naturaleza y de la Tierra.
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