Escribe
MIGUEL MÁIQUEZ
Periodista
Fuente “20 MINUTOS”
España
http://www.20minutos.es
Lunes, 06 de Mayo de 2013
Periodista
Fuente “20 MINUTOS”
España
http://www.20minutos.es
Lunes, 06 de Mayo de 2013
La tragedia
de Bangladesh ha expuesto en toda su crudeza las deficientes condiciones de los
talleres donde las firmas occidentales fabrican la ropa. ¿Cuánto
cuestan de verdad esos vaqueros por los que hemos pagado menos de 20 euros?
¿Qué hay detrás de los seis euros que nos ha costado esa camiseta? ¿Por qué
tanta ropa que compro en España, de marcas españolas o europeas, lleva el
típico "Made in Bangladesh" o "Made in Pakistán" en la
etiqueta? Ha hecho falta una tragedia con más de 600 muertos y el
efecto multiplicador que las redes sociales dan actualmente a las noticias para
que nos paremos a reflexionar y nos planteemos estas preguntas. El derrumbe en Bangladesh de un edificio con
unas3.000 personas obligadas a seguir trabajando Un día antes la policía advitió
que habían grietas en las paredes ha dado visibilidad a un problema que
hunde sus raíces en los cimientos mismos del sistema
de división internacional
del trabajo en el que vivimos. Porque, en esas fábricas, donde los empleados cumplen agotadoras jornadas de trabajo por
salarios miserables, existen solo porque nosotros, con nuestra demanda, lo
permitimos. El supuesto rostro humano con el que, cada vez menos, aliviamos las
durezas del capitalismo salvaje en Occidente no es, en muchas partes del
planeta, más que una ilusión. A las empresas de ropa (como a tantas
otras en tantos otros sectores) les sale mucho más barato elaborar sus
productos en países donde el gasto que supone pagar a los trabajadores es
mínimo. En Bangladesh, la paga media son
38 euros mensuales, equivalentes a un salario mínimo que está entre los más
bajos del mundo. En contextos
donde además existe un desempleo endémico,siempre habrá personas dispuestas a
trabajar. Por otro lado, los
consumidores occidentales demandan, obviamente, ropa barata, y son muy pocos
los que que, especialmente en estos tiempos de crisis, están dispuestos a pagar
más o a mirar la etiqueta de una chaqueta antes de comprarla. Al final, las empresas salen
ganando, los consumidores del primer mundo salen ganando, y los trabajadores
del tercer mundo salen también”ganando”, teniendo en cuenta que no tienen
muchas opciones mejores de supervivencia. Hasta
que se derrumba un edificio, mueren cientos de personas y entonces se hace
evidente que algo no funciona. El problema de fondo es asumir que el
único modo de que haya ropa barata
es que ésta se produzca en condiciones
indignas,. más propias del siglo XIX que del XXI. Sin embargo, la única alternativa parece ser comprar ropa más cara,
y eso no resulta sencillo para tantas familias (cada vez más) a las que les
cuesta un mundo no ya llegar a fin de mes, sino llegar incluso a la semana
siguiente. ¿Sabe en que países se repite esto de las maquilas? Al menos en Brasil, Indonesia, El
Salvador, China, Filipinas, Malasia, Pakistán, México, Costa Rica, Honduras,
Guatemala Kenia, Madagascar o el propio Bangladesh Algunas preguntas
que le contesta el autor en un extenso informe: ¿Por qué se derrumbó el
edificio? ¿Qué empresas tenían talleres en el inmueble? ¿Cómo es la industria
textil en Bangladesh? ¿Qué otras tragedias recientes ha habido? ¿Qué pasa con
las leyes del país? ¿Deberían irse las empresas de estos países? Y muchas más.
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