LA
EMPRESA
MÁS CRIMINAL DE LA HISTORIA
Escribe
TOM ENGELHARDT (*)
Fuente TOMDISPATCH
Publicó “Rebelión”
Traducido del inglés
por Sinfo Fernández
27 de mayo 2013
(*)TOM ENGELHARDT
– Escritor. Periodista. Cofundador del
American Empire Project. Se graduó de la Universidad de Yale . Ha sido editor
durante más de treinta años, trabajando en el libro y la publicación de
noticias. En el pasado de Pantheon Books donde editó libros como Maus
de Art Spiegelman. Actualmente es editor consultor de la Metropolitan Books. Profesor
en la Escuela de Graduados de Periodismo de la Universidad de California,
Berkeley,
Contamos
con una palabra para designar la matanza consciente de un grupo racial étnico:
genocidio. Y otra para la destrucción consciente de determinados aspectos del
medio ambiente: ecocidio. Pero no
tenemos un término para designar el acto consciente de destruir el planeta que
habitamos, el mundo que la humanidad ha conocido, hablando históricamente,
hasta ayer por la noche. Una posibilidad podría ser “terracidio”, de la palabra
latina terra, que designa el planeta tierra. Encaja bien, dada su similitud con
el peligroso tópico de nuestra era: terrorista. Sí, lo sé, el 11-S fue
algo horrendo. Casi 3.000 muertos, torres de hormigón que se desploman, escenas
apocalípticas. E n el caso de los terraristas -y aquí me estoy refiriendo a los
hombres que están al frente de las corporaciones
más rentables del planeta, como ExxonMobi
l, Chevron, ConocoPhillips, BP y
Shell, Vd. es uno de los que van a tener que pagar por ello, y más aún sus
hijos y nietos. Y ya puede dar algo por sentado: ni un solo terrarista va a ir
a la cárcel, aunque saben perfectamente lo que están haciendo. No es
muy difícil de comprender. En los últimos años, las empresas han estado
extrayendo de la tierra combustibles fósiles de forma cada vez más frenética e
ingeniosa. La quema de esos
combustibles produjo cantidades record de dióxido de carbono (CO2). Llámenlo ironía, si quieren, o llámenlo
pesadilla, pero las Grandes del
Petróleo no tienen evidentemente reparos en obtener su próxima tanda de
beneficios directamente del deshielo del planeta. Sus altos ejecutivos
continúan planificando sus futuros (y, por tanto, los nuestros), a sabiendas de
que sus actos, tan extremadamente rentables, están destruyendo el hábitat
mismo, la escala misma de temperaturas que desde hace tanto tiempo
hicieron que la vida resultara cómoda para la humanidad.
¿Y qué
hicieron? Poner su dinero a financiar think tanks, políticos, fundaciones y
activistas con la intención de acentuar las "dudas" sobre la ciencia.
Promovieron “el negacionismo climático”.
Enviaron a sus lobbistas y dinero al sistema político para
asegurar que no interfiriera en sus modos de saqueo. Y, mientras tanto,
redoblaron sus esfuerzos para obtener en la Tierra energía aún más difícil y en
ocasiones “más sucia” por medios cada vez más arduos y más sucios.
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