UNA VIDA DEDICADA A
LOS CONDENADOS A MUERTE
Escribe
AMY GOODMAN (*) Democracy Now! http://www.democracynow.org/
23 de junio 2013
(*)
AMY GOODMAN Locutora, periodista y escritora progresista de EE UU. Egresada de
Harvard University en 1984, Fundo”Democracy Now” noticiero internacional que se
emite diariamente en más de 750 emisoras de radio y televisión en inglés y en
más de 400 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el
sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos",
editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur. Traducido por Mercedes Camps.
Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español.
Hace
treinta años, le pidieron a una monja católica que trabajaba en un barrio pobre
de Nueva Orleáns si podía ser amiga por correspondencia de un prisionero
condenado a muerte. La hermana
Helen
Prejean accedió al pedido, y su vida cambió para siempre, al igual el debate
sobre la pena capital en Estados Unidos. Su experiencia sirvió de
inspiración para la publicación de su primer libro, titulado Dead Man Walking:
An Eyewitness Account of the Death Penalty in the United States (publicado en español con el título: Pena
de Muerte), que acaba de ser reeditado con motivo de su vigésimo aniversario.
Cualquiera puede escribir lindas cartas pero nunca antes había hablado con un
homicida. Pensaba: ‘¿Será humano? Y
cuando vi su rostro, era tan humano que quedé perpleja. En ese momento me di
cuenta de que más allá de lo que él haya hecho, valía más que el peor de sus
actos. Y ahí comenzó la travesía”. Se realizó una película basada en el
libro, dirigida por Tim Robbins, con la actuación de Susan Sarandon en el papel
de Helen Prejean y de Sean Pean en el personaje de Matthew Poncelet, un híbrido
entre Sonnier y Williams. Sarandon
ganó el Oscar a mejor actriz por su interpretación, y la película sirvió para
reavivar
Helen Prejean |
el debate sobre la pena de muerte. En la actualidad hay 3.125 personas condenadas a muerte en
el país, a pesar de que los opositores a la pena capital continúan logrando
avances. Maryland ha sido el último
estado en abolirla. Tras la aprobación de la ley, el gobernador del estado,
Martin O’Malley, escribió: “Hay pruebas que demuestran que la pena de muerte no
funciona como disuasivo, no puede ser aplicada sin prejuicios raciales y cuesta
tres veces más que la cadena perpetua sin libertad condicional. Y, lo que es
peor, no hay modo de revertir un error si se ejecuta a una persona inocente”.
(La
columna de Amy Goodman completa )
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