INGRESO DE COLOMBIA A LA OTAN
Escribe
ATILIO BORON (*) Publica”ARGENPRESS.Info” miércoles, 5 de junio de 2013
(*)
ATILIO BORON – Escritor. Economista y periodista argentino. Analista y politólogo. Director
del Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales
(PLED). Premio Internacional de la
UNESCO José Martí. Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2009. Profesor
Regular Titular de Teoría Política y Social, Facultad de Ciencias Sociales,
Universidad de Buenos Aires desde 1986. Autor entre otros de La Filosofía
Política Moderna.
El
anuncio del presidente de Colombia Juan Manuel Santos de que “durante este mes de Junio suscribirá un
acuerdo de cooperación con la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN)
para mostrar su disposición de ingresar a ella” ha causado una
previsible conmoción en Nuestra América. Continuó luego diciendo que "si
logramos esa paz –refiriéndose a las conversaciones de paz que están en curso
en Cuba, con el aval de los anfitriones, Noruega y Venezuela- nuestro Ejército
está en la mejor posición para poder distinguirse también a nivel
internacional.. Y piensa hacerlo nada
menos que asociándose a la OTAN, una organización sobre la cual pesan
innumerables crímenes de todo tipo perpetrados en la
propia Europa (recordar el
bombardeo a la ex Yugoslavia), a Libia y ahora su colaboración con los
terroristas que han tomado a Siria por asalto. Hasta ahora el único
país de América Latina “aliado extra OTAN” era la Argentina, que obtuvo ese deshonroso status durante
los nefastos años de Menem, y más específicamente en 1998, luego de participar
en la Primera Guerra del Golfo (1991-1992) El status de “aliado extra
OTAN” fue creado en 1989 por el Congreso de los Estados Unidos –no por la
organización- como un mecanismo para
reforzar los lazos militares con países situados fuera del área del Atlántico
Norte pero que podrían ser de alguna ayuda en las numerosas guerras y procesos
de desestabilización política que Estados Unidos despliega en los más apartados
rincones del planeta. El sentido de esta iniciativa del Congreso
norteamericano salta a la vista: se trata de legitimar y robustecer sus
incesantes aventuras militares -inevitables durante los próximos treinta años,
si leemos los documentos del Pentágono sobre futuros escenarios
internacionales- con un aura de “consenso multilateral” que en realidad no
tienen.
(La nota de Atilio Borón en Argenpress )
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