AL ATLANTISMO DE LA
ALIANZA DEL PACÍFICO
Escribe
(*) GUSTAVO HERREN –
(Argentina)| Analista. Periodista. Intregra “Red Voltaire” Licenciado en Ciencias (UBA).
Integrante de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH)
Integrantes de CHE | “Comunicación Humanitaria Estratégica”. Autor
de “Libia libre, y la nueva esclavitud imperialista” “La escalera del
diablo Nixon, Reagan, Bush” integra equipo.editor de “Tácticas
de Guerra Psicológica de Estados Unidos para el derrocamiento de gobiernos”
entre otros titulos.
Sin
perder generalidad sobre la complejidad del conflicto sirio, una visión que
involucre a las grandes potencias muestra que la dinámica de la intervención de
Estados Unidos y los atlantistas en Siria, está correlacionada con la reacción
de Rusia, con las nuevas prioridades respecto a China y es concomitante a su
vez, con un encadenamiento de eventos que toma al Pacífico como espacio de
conexión. Washington está reimpulsando
el libre comercio entre ambas costas, las de Asia/Australia/Nueva Zelanda con
las de América Latina, donde se proyecta con la Alianza del Pacífico (AP). El
proceso económico requiere de un importante despliegue naval y presencia
militar, que es afín a la nueva contraofensiva de espectro completo en América
del Sur y el Caribe. El proyecto estratégico de Washington apunta
prioritariamente a aumentar su influencia en Asia-Pacífico y dentro de éste la
proyección hacia América-Pacífico con
una expansión militar, tratados de libre comercio y múltiples acuerdos
diplomáticos de todo tipo de acercamiento y cooperación, que se cierra en la
Alianza del Pacífico con un rol fundamental como caballo de Troya imperial para
toda Latinoamérica. Integrada inicialmente por México, Colombia (que busca
ingresar en la Alianza Transatlántica), Perú, Chile y próximamente Costa Rica,
Salvador, Uruguay ('despechado' por Brasil y Argentina), Guatemala, Honduras,
Paraguay, Panamá y Canadá, y tomando el Pacífico como conexión
los otros
candidatos son Japón, Nueva Zelanda y Australia; tampoco están quedando fuera
europeos como España y Portugal y atlantistas como Francia y Estados Unidos. Es
decir, tomando el nombre de la integración Latinoamericana proclamado por los
gobiernos progresistas, que en lo comercial apunta a una apertura del comercio
complementaria sin afectar los mercados internos, aunque acotada por las
discrepancias comerciales que surgen por la heterogeneidad de sus economías, la
nueva integración es conceptualmente opuesta a la bolivariana. Busca reimpulsar entre otros, un acuerdo
gestado en 2005 en el Pacífico occidental (TPP) y adaptarlo con otro (AP)
nacido en 2012 en su costa oriental pero que se basan en una 'integración'
imbricada en un festival del libre comercio diversificado entre los países (a
diferencia del la unicidad del ALCA, en este caso Washington promueve sus
intereses detrás de terceros), pero que en última instancia involucra al libre
mercado de las grandes potencias occidentales liberales, a sus transnacionales
y grandes bancos que con sus asimetrías han empobrecido y saqueado a
Latinoamérica por siglos.
(El
análisis completo de Gustavo Herren )
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