miércoles, 12 de junio de 2013

NEGARLA O IGNORARLA NO HARÁ DESAPARECER A LA SOCIEDAD


LA SOCIEDAD EXISTE


Escribe
 DAMIÁN HERRERA CUESTA(*) España -Periodista. Fuente “Rebelión” http://www.rebelion.org   
11 de junio 2013

Últimamente escucho y leo, más a menudo de lo que desearía, las observaciones que supuestamente realizara tiempo atrás la que fuera primera ministra Británica durante los años 80, Margaret Thatcher: "... no hay tal cosa como la sociedad. Hay individuos, hombres y mujeres ".En primer lugar, respecto a si la "cosa sociedad" existe o no, merece la pena aclarar cuanto antes que el mismo proceso de coexistencia humana genera de por sí normas de convivencia. En el mismo momento en que reconocemos la existencia de una institución social reguladora de la coexistencia de un grupo humano, como puede ser el derecho jurídico, o el propio texto constitucional, podemos afirmar que una sociedad humana, nos guste o no, existe. Y con ello, no sólo afirmamos que la sociedad
humana existe en un momento concreto, como durante los 80 en Inglaterra, sino que la sociedad humana existe siempre que al menos dos o más humanos convivan, es decir, se relacionen de alguna manera. Otra imagen asociada es la originada a raíz de la expresión: "la supervivencia del más apto", atribuida al autor del "Origen de las especies" Chales Darwin. Expresión que generó una gran confusión en la opinión política durante los últimos 50 años del siglo XX, y que aún hoy pervive a pesar de las numerosas aclaraciones realizadas desde la propia disciplina científica. Confusión que hoy, igual que entonces, sólo alimentan el oportunismo económico y político, y la ingenuidad cultural. Con esta segunda imagen se quiere contribuir a legitimar las desigualdades sociales, es decir, las diferencias materiales y simbólicas existentes en las condiciones de vida de los individuos, recreando el imaginario de los derechos de privilegio de unos individuos frente a otros en base a principios naturales, del mismo modo que en otros periodos de la historia se apelaba a la "Divina Providencia"

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