DE LA ALIANZA DEL PACÍFICO
Escribe
RAÚL ZIBECHI (*) Fuente “La Jornada” de
Mexico – Sabado 15 de junio 2013
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RAÚL ZIBECHI- Uruguayo (1952) Periodista, docente, investigador y escritor uruguayo, analista internacional [Voltaire] en
julio de 2003 el Premio José Martí por sus crónicas sobre la Argentina. En
diversos medios del continente y del exterior, incursiona en una visión
panorámica sobre las luchas sociales en nuestra América. Responsable por la
sección internacional de “Brecha”. Profesor e investigador en Multiversidad
Franciscana de AL
Las
elites empresariales y mediáticas echaron las campanas al vuelo con la séptima
cumbre de la Alianza del Pacífico, realizada en Cali (Colombia) entre el 20 y
el 24 de mayo. El encuentro convocó nutridas delegaciones de directores de
grandes empresas y a los presidentes de los cuatro países que la integran:
Enrique Peña Nieto, Sebastián Piñera, Ollanta Humala y Juan Manuel Santos.
Además, asistieron el primer ministro de Canadá y los presidentes de España,
Costa Rica, Panamá y Guatemala. Se dieron cita en Cali también delegaciones de
Uruguay, Australia, Japón, Portugal, Nueva Zelanda y República Dominicana, que
ya tenían el estatuto de observadores, a los que se sumaron ahora Ecuador, El
Salvador, Francia, Honduras, Paraguay, Portugal y República Dominicana.
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Se
trató de un encuentro para aceitar negocios y potenciar las exportaciones de
commodities que el presidente de Colombia se empeña en denominar
"integración", como hizo un año atrás en Antofagasta al asegurar que
estamos ante "el proceso de integración más importante que ha hecho
América Latina" ( El Espectador, 6 de junio de 2012). Sin que nadie se lo
hubiera preguntado, destacó que la alianza "no es contra nadie",
aunque es evidente que está orientada contra el Mercosur y la Unasur y, más en
concreto, busca aislar a Brasil.
Los
defensores de la alianza destacan que representa 35 por ciento del PIB
latinoamericano y 55 por ciento de las exportaciones de la región al resto del
mundo, y que durante 2012 los cuatro países tuvieron un crecimiento mayor que
el resto de la región. No aportan, sin embargo, algunos datos elementales. Es
cierto que exportan más que el Mercosur (573 mil millones de dólares frente a
438 mil millones), pero sus exportaciones se concentran en minerales en bruto e
hidrocarburos. Sólo 2 por ciento de las exportaciones se dirigen a los otros
países de la alianza, mientras 13 por ciento de lo que exportan los miembros
del Mercosur es comercio intrazona, que siempre comporta mayor valor agregado. Si
se mira un poco más atrás, los datos son aún más contundentes. El comercio
intrazona de la Alianza del Pacífico creció en 215 por ciento en los últimos 10
años, mientras el intercambio interno del Mercosur se expandió 376 por ciento
en el mismo lapso ( La Nación, 9 de junio de 2013). En paralelo, los cuatro
presidentes de la alianza hicieron anuncios ridículos que los ponen en
evidencia: crearon un fondo de un millón de dólares (250 mil dólares por país)
para apoyar proyectos contra el cambio climático, a favor de la ciencia y la
tecnología, las pymes y el desarrollo social.
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Tiene
razón Theotonio dos Santos cuando se le pregunta por la Alianza de Pacífico:
"¿Qué es lo que el gobierno de Estados Unidos puede ofrecer a los países
del área del Pacífico? Comercio con Estados Unidos". Y aclara: "Los
países que entran en tal asociación no hacen acuerdos entre ellos, hacen
acuerdos de cada uno de ellos con Estados Unidos: eso no es integración. Es
más, cada uno de ellos en la relación con Estados Unidos se va a convertir en
deficitario" (Alai, 11 de junio de 2013). En efecto, la Alianza del
Pacífico tiene tres objetivos. Uno: sujetar a los países del Pacífico como
exportadores de bienes naturales, consolidarlos como países sin industria y
enormes desigualdades y, por lo tanto, con crecientes dosis de militarización
interna. Dos: impedir la consolidación de la integración regional y aislar a
Brasil, pero también a Argentina y Venezuela. Tres, y esto nunca lo dicen sus
defensores: formar la pata americana de la Alianza Transpacífico (TPP, por sus
siglas en inglés), que Estados Unidos pretende convertir en el brazo económico
de su megaproyecto militar para contener a China.
Desde
la izquierda se ha denunciado con acierto que la Alianza del Pacífico se
inscribe en la política estadunidense de consolidar su hegemonía en la región,
que pasa por impedir que surjan bloques fuera de su control. No explican, sin
embargo, por qué el Mercosur está estancado y en crisis, al punto que el
Uruguay de José Mujica se propone ingresar en la Alianza del Pacífico. No se
habla, tampoco, de las razones por las cuales el Banco del Sur no avanza o lo
hace a pasos sospechosamente lentos. Ni se mencionan las razones de fondo de la
crónica crisis comercial entre Argentina y Brasil.
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Abordar
estos problemas sería tanto como someter a escrutinio las políticas de los
gobiernos progresistas de la región. Quizá la limitación mayor del progresismo
sea su incapacidad para confrontar, ideológica y políticamente, con las elites
empresariales, sobre todo por parte de Brasil y Uruguay, pero también de
Bolivia y Ecuador. Allí donde hay cierta confrontación, casos de Venezuela y
Argentina, ésta se debe a las ofensivas de las derechas pero no se debaten
modelos de país y se sigue apostando a un extractivismo que lleva agua al
molino de la Alianza del Pacífico. Para exportar petróleo, soya, carne y lana a
China no hace falta integración regional. Las derechas hablan claro. Roberto
Gianetti, de la Federación de las Industrias del Estado de San Pablo, propuso
librarse de la "camisa de fuerza del Mercosur" y rebajarla de unión
aduanera a zona de libre comercio. "No vamos a concluir ningún acuerdo
teniendo a Argentina y Venezuela como socios", dijo en relación con los 14
años que lleva el Mercosur negociando un TLC con la Unión Europea.
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Aécio
Neves, candidato de la derecha en las elecciones brasileñas del próximo año,
dijo que el Mercosur está anquilosado y propuso transformarlo en "una área
de libre comercio que permita a cada Estado miembro firmar acuerdos comerciales
con otros países" y pone como ejemplo de dinamismo a la Alianza del
Pacífico ( La Nación, 9 de julio de 2013). Lo mismo dice el inefable Domingo
Cavallo, uno de los mayores responsables de la crisis argentina. Es evidente
que estamos ante una ofensiva de las derechas aliadas de Washington que lanzan
un desafío que las izquierdas no saben o no quieren responder. La Alianza del
Pacífico no crece por mérito propio sino por las ambigüedades del progresismo.(nota completa)
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